Discriminación es uno de los temas y es una de las palabras – como democracia, libertad, equidad o justicia – en las que la carga emocional es lo suficientemente fuerte como para dificultar el análisis científico, en las que es más cómodo hacer un alegato que un examen y en las que se manifiestan con facilidad los consensos manuscritos1. Este artículo tiene el propósito de salir de la emocionalidad, los alegatos y los consensos manuscritos, y tratar el tema de la discriminación verbal en su correlato con, por un lado, el modelo de tolerancia, y por otro, el modelo de libertad.
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