Los Teros seven lloran sobre la cancha del Charrúa: acaban de clasificarse a los Juegos Olímpicos de París 2024 en rugby, tras ganarle la final del Preolímpico a Chile 12-5. Es la hora de derramar lágrimas sobre esa cancha en la que casi nunca habían podido jugar de locales. Acostumbrados a recorrer el mundo, a armar las valijas una y otra vez, tuvieron su momento de mayor gloria arropados por sus seres queridos, en su casa. ¿Cómo no explotar en llanto?
Es que estos Teros siempre vivieron al límite. Porque así es el seven, que te da y te quita en cuestión de segundos, tantos como los que pasan en un tackle fallado, en una pelota interceptada, en un pase que se cae. Dicen algunos que es el deporte más ingrato del mundo, porque todo suele decidirse por nada.
El llanto
La gloria suele construirse, en parte, de la tristeza. Y parte de la emoción de esos Teros que se abrazan y lloran en el césped del Charrúa tiene fresco el sinsabor de hace tres semanas, cuando recibieron el mazazo del descenso del Circuito Mundial. Hicieron una temporada extraordinaria: como equipo recién ascendido navegaron todo el año entre los puestos 10, 11 y 12, entre los 15 mejores equipos del mundo. Pero los países poderosos se cansaron de viajar y jugar tanto, y convencieron a la cúpula de Dublín a achicar el torneo a 12 países, por lo que los de abajo tuvieron que dar una lucha encarnizada por salvarse del puesto 15° del descenso, pero también de los 12 y 13 y 14 que jugaron la promoción con el campeón del ascenso.
Fue una desgracia en capítulos: primero perder el cabeza a cabeza con España por el puesto 11 para salvarse directo, a la semana siguiente caer por diferencia de gol en el cuadrangular por el último lugar.
A Los Teros seven le quedó una espina. Dependía de ellos, y dejaron pasar algunas opciones claras para salvarse. Al dolor del descenso lo seguía una urgencia aún más acuciante. O al menos más práctica: en un país chico como Uruguay, bajar de categoría significa el fin del progama profesional. Que se fuera por la borda casi todo, para empezar otra vez la historia del amateurismo.
Pero… apareció otra oportunidad. Los Pumas tuvieron un año espectacular y fueron segundos en el Circuito, con lo que clasificaron directo a París 2024. Se abrió un pasaje directo para Sudamérica, y la Unión de Rugby del Uruguay licitó para recibir ese torneo, y ganó.
Así se forjó lo de este fin de semana. Y ahí fueron estos luchadores, sabiendo que eran favoritos, con lo bueno que eso conlleva, pero también con una presión gigante sobre sus hombros.
Porque esta vez, no podían dejarla pasar.
Durante el torneo mostraron lo que un año de Circuito profesional le hace a atletas de esta talla: los eleva, los hace correr más rápido, tacklear más fuerte, presionar de forma más asfixiante, pasar de defensa ataque en milésimas de segundo.
Todos se elevaron: cracks como Amaya, jugadores completos como Viñals, Basso o Arcos Pérez, líderes como Ardao o Lijtenstein, luchadores que dan otro plus como McCubbin. Brazionis o Pepo Etcheverry, chiquilines que se vuelven hombres como, Grille, Facciolo o Nacho Ávarez, o hasta un diferente que vuelve del XV como Tite Etcheverry y se acopla a la perfección. Profesionales de primera línea, como el DT Ivo Dugonjic o el PF Santiago Alfaro. Todo eso les permitió este fin de semana jugar a otro deporte que la mayoría de sus rivales, y acumular una goleada tras otra.
Salvo con Chile.
Porque por algo clásicos son clásicos. Y a pesar de que en el partido de la fase regular se notó la diferencia entre ambos equipos, la tensión llevó a imprecisiones que impidieron cerrar el partido antes. Fue un 14-12 algo mentiroso. Y con doble lectura: que Los Teros seven tenían lo necesario para lograr el objetivo, pero también que los errores podían costarle caro.
La final
La final fue todo lo tensa que puede imaginarse en cuando el objetivo es tan enorme. Uruguay volvió a ser superior, y demostró que cuando tiene la pelota marca diferencias a este nivel. Chile apostó a cortarlo como sea, y el referee sudafricano no se lo dejó pasar: 4 penales en 5 minutos y tarjeta amarilla para dejarlo con 6. Dos tries para el 12-0 y para poder empezar a manejar los tiempos.
Chile respondió de movida en el arranque del segundo tiempo, en la única jugada que tuvo en todo el partido dentro de 22 defensivas de Los Teros seven, que luego volvieron a tener la pelota, aunque otra vez no lo pudieron cerrar. Hasta que llegó un penal por entrar por el costado del ruck, Chile que fue al line, Tomás Etcheverry que la robó y Diego Ardao que la pateó al medio del Parque Rivera para que el festejo se desatara.
Por fin, el festejo. Porque aunque parezca increíble, este grupo casi nunca pudo largar del todo la euforia: tras ganar el Challenger de ascenso enseguida pasaron a concentrarse en el Mundial, donde terminaron 11°. Tras el Mundial vino el Circuito, y así la gimnasia de dos torneos por mes. Incluso dentro del Circuito, tras victorias épicas como ante Gran Bretaña, Irlanda, Sudáfrica o hasta ¡Fiji!, había que darse un baño de hielo (literal) y ponerse a pensar en el próximo rival. “Yo seguía colgado respondiendo mensajes y nos teníamos que poner a calentar para el siguiente”, me contó un jugador sobre el difícil partido posterior a esa victoria histórica ante los fijianos.
Estos Teros saben que esta victoria salvó el programa profesional y que entre la URU, el Comité Olímpico y el gobierno deberán apoyar a un plantel que permite duplicar la delegación olímpica. También saben que tendrán que rebuscársela para conseguir competencia, aunque nadie les sacará la satisfacción de que volvieron a ser un grano molesto para los poderosos del rugby, que ahora los tienen, otra vez, molestando entre los 12 mejores del mundo.
La familia
Por fin, el capitán Ardao pudo levantar la copa. Ese mismo que sentando en la computadora junto al manager Pedro Slinger, habían preparado un video hace unas semanas, antes de viajar a la última doble etapa que definía el futuro en el Circuito. Era motivacional, pero también de agradecimiento a sus compañeros. Y mencionaba una palabra muy fuerte: familia. “Esta familia trabaja y evoluciona por sus sueños, abrazando los desafíos”, terminaba el clip, repleto de abrazos y grandes tries, pero también de lágrimas y frustración.
¿Un poco de eso se trata la vida, no? Ahora es momento de sonreír. Y disfrutar. Se lo merece esta familia.
El plantel
Tomás Etcheverry
James Mc Cubbin
Diego Ardao (c)
Felipe Arcos Pérez
Valentín Grille
Bautista Basso
Guillermo Lijtenstein
Koba Brazionis
Mateo Viñals
Felipe Etcheverry
Baltazar Amaya
Guillermo Facciolo
Santiago Álvarez
Formaron parte del Circuito
Carlos Deus
Marcos Pastore
José Iruleguy
Eugenio Plottier
Juan Manuel Tafernaberry
Sebastián Schroeder
Staff
DT: Ivo Dugonjic
PF: Santiago Alfaro
Fisios: Juan Manuel Fonseca, Diego González
Managers: Jorge Novoa y Pedro Slinger
Resultados del sábado
10:09 Brasil 36 – Colombia 7
10:32 Chile 31 – Paraguay 0
11:18 Uruguay 55 – Perú 0
12:55 Brasil 5 – Chile 36
13:18 Uruguay 52 – Colombia 0
13:41 Paraguay 12 – Perú 10
16:04 Colombia 26 – Perú 7
16:27 Brasil 26 – Paraguay 5
16:50 Chile 12 – Uruguay 14
Resultados del domingo
09:46 Colombia 17 – Paraguay 14
10:09 Uruguay 27 – Brasil 7
10:32 Chile 40 – Perú 0
12:55 Colombia 0 – Chile 50
13:18 Uruguay 43 – Paraguay 7
13:41 Brasil 68 – Perú 0
16:28 Play-off quinto puesto – Perú 26 – Paraguay 24
17:18 Play-off tercer puesto – Brasil 19 – Colombia 14 (muerte súbita)
18:08 Final – Uruguay 12– Chile 5