Javier Conde

Javier Conde

Es periodista de la sección Mundo de El Observador

Mundo > Frases que separan y unen

Del "patio trasero" a "la historia me absolverá": de Mike Pompeo a Cristina Fernández

El canciller estadounidense y la expresidenta echan mano de la historia para marcar territorios
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05 de diciembre de 2019 a las 05:01

Louisville, Kentucky, y Buenos Aires, Argentina, están separadas por 8.569 kilómetros en línea recta. La política, de curvas sinuosas e imprevisibles, las puede juntar en un par de frases, como las que soltaron el lunes Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, y Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta que se apresta para asumir la semana que viene la vicepresidencia de su país.

Una entroncada con la emergencia temprana de la visión imperial de los Estados Unidos en los albores del siglo XIX; la otra, casi su reverso, surgida de un estrepitoso fracaso militar devenido, y cada vez más con el paso de las décadas que la siguieron, en rotundo éxito político.

El secretario de Estado en la "nomenclatura" gringa es el equivalente a canciller, un cargo afín a los protocolos y modos diplomáticos, esa forma de decir sin decir, de hacer entender los silencios. Pero en el jefe de las relaciones exteriores del país más poderoso de la tierra se suelen obviar los subterfugios, así que con absoluta naturalidad, en este mundo postmoderno, Pompeo recordó que América Latina sigue siendo  "nuestro patio trasero".

"Estoy orgulloso de lo que hemos hecho en la región, queda mucho trabajo por hacer en nuestro patio trasero, en nuestro Hemisferio", sostuvo el alto funcionario de visita en Louisville, quizás un lugar anodino salvo por un par de circunstancias: una, en el hipódromo de Churchill Downs se corre desde 1875 el Derby de Kentucky ,primera cita de la Triple Corona, "los dos minutos más excitantes de los deportes", lo promocionan; la segunda, es que en Lousiville nació Cassius Clay, más célebre como Muhammad Alí, que se negó a pelear en Vietnam. 

Y Vietnam más que "patio trasero" fue "tierra de nadie".

La frase de Pompeo resulta intragable por estas latitudes que han padecido in situ, y en carne propia, las consecuencias de aquel concepto de la Doctrina Monroe de "América para los americanos", de República Dominicana a Nicaragua, de Chile a Guatemala. Pero el buen hombre que se supone es el canciller estadounidense la vende como una muestra de la preocupación por la suerte de estas naciones.

Además, es discutible. ¿De que cosas está orgulloso Pompeo en esta región incendiada? Él hablaba, en principio, de Venezuela, de los días contados que le quedan a Nicolás Maduro, un cuento que arroja a millones de venezolanos a ese "patio trasero".

A cinco mil y pico de millas al sur, la señora Fernández —chaqueta y cartera blancas, pantalón negro y camisa beige con motivos negros— concurría a lo que sería una larga y agotadora jornada en los juzgados para una audiencia en una de las ocho causas abiertas contra ella: en este caso como "jefa de una asociación ilícita", acusada de favorecer al empresario Lázaro Báez en el otorgamiento de licitaciones de obras viales en la provincia de Santa Cruz (Patagonia, sur).

Al asumir la vicepresidencia el próximo 10 de noviembre también será presidenta del Senado por lo que se requerirá de un juicio político en el Congreso antes de retirarle los fueros que la protegen.

Fernández de Kirchner, a quien se le reconocen dotes de oradora de fuste, convirtió su defensa en un ataque al entramado judicial tras el cual se encontraría la mano poderosa del derrotado presidente Mauricio Macri, cuyo gobierno "tenía una mesa judicial que decidía quién iba preso, quién no".

Irónica, directa, desafiante, la exmandataria casi calca la frase de Fidel Castro del 16 de octubre de 1953, durante el juicio por el fallido Asalto al Cuartel Moncada. "Condenadme, no importa, la historia me absolverá", dijo el líder cubano que menos de seis años después entraría triunfal a La Habana al frente de sus columnas guerrilleras.

Fernández al final de su declaración y dirigiéndose al tribunal afirmó: "Ustedes son el tribunal del lawfare [guerra judicial], seguro tienen la condena escrita. Pero a mí la historia me absolvió y a ustedes los condenará"., como lo recoge el diario La Nación.

Castro dejaba su absolución en manos de la historia, la señora Kirchner ya conoce su veredicto

Castro fue condenado a 15 años de prisión, luego amnistiado por la dictadura de Fulgencio Batista, salió al exilio y regresó en el Gramma y el resto de la historia —la muy larga historia— se conoce. Su defensa en el juicio del Moncada, convertida en libro con el título de La historia me absolverá, una denuncia de las extremas condiciones de vida de los cubanos y, a la vez, una justificación del "derecho a al rebelión" contribuyó a mitificar su figura revolucionaria. La historia aún tiene trabajo por hacer.

Nadie como el fallecido comandante cubano alborotó ese "patio trasero" que Pompeo sigue llamando "nuestro".

No hay originalidad en Pompeo, ni certeza, como tampoco la hay en la clonación que hace la señora Fernández pero sí la certeza de la vuelta al poder.

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