Espectáculos y Cultura > Por H o por B

Diego Peretti, el reconocido actor de Los Simuladores, llega a Montevideo

Antes de presentarse en El Galpón el próximo lunes, el artista habló de su éxito en el teatro, su pasión por el cine y la falta de propuestas atractivas en la televisión
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26 de octubre de 2018 a las 05:53

En 2014 finalizó la serie En Terapia y, es probable, que desde ese momento los espectadores de la ficción televisiva argentina extrañen la presencia de su protagonista, Diego Peretti. Pero estar fuera de los focos de las cámaras de TV no significa que el artista no actúe. Peretti –que formó parte del cuarteto más seguido a principios de este siglo en la realización Los simuladores y tiene una extensa carrera cinematográfica con papeles en películas como ¿Quién dice que es fácil?, La señal o Wakolda– ahora está abocado al teatro. Su regreso (tras su paso en 2016) a Montevideo tiene, justamente, que ver con eso. Y sus seguidores –siempre expectantes de verlo sin pantalla y en vivo– ya agotaron las entradas para las dos funciones del lunes 19 en el teatro El Galpón. 

Por H o por B  –de la que es coautor junto al director Sebastián Suñé– es la historia de Gerardo (Peretti), un exitoso arquitecto que se ve envuelto en una compleja relación amorosa cuando se da cuenta de que, pese a estar en pareja hace 15 años con Bárbara (Paula Staffolani), se ve atraído por otra mujer (Agustina Cerviño). La comedia –que indaga en los vínculos, los secretos, el amor y la culpa– expone a los espectadores a una sesión de terapia donde los protagonistas intentan responder una enorme pregunta: ¿Es posible amar a dos personas a la vez y que todos estén de acuerdo?.

Previo a su paso por Uruguay, el actor argentino habló con El Observador del teatro, la ficción en tiempos de Netflix y la falta de guiones creativos en su país.

La culpa aparece en Por H o por B como el elemento transversal a todos los otros temas. En una entrevista hace unas semanas dijo que si su personalidad fuera una aplicación de celular y pudiera actualizarse se mantendría igual, pero sin este sentimiento. ¿Qué tanto peso tiene la culpa en su vida?

Esencialmente el sentimiento de culpa al que me refiero es aquel que tira para atrás, que no te deja desarrollarte, que no sirve para nada. Porque cuando uno utiliza la razón, y puede objetivizar que tiene responsabilidad en algún hecho que provocó daño a terceros o a sí mismo, puede establecer razones y cambiar. Pero hay un sentimiento de culpa arcaico que tenemos que hasta que no lo podemos separar y conceptualizar bien, molesta. Es como un insecto que tenés dentro de la cabeza y te complica la vida en relaciones de trabajo, parejas, filiales y un montón de cosas.

En esta obra de teatro –como en todas historias de personajes que atraviesan conflictivamente determinada situación– la culpa está presente, ya sea verdadera o psicológica. Incluso a Gerardo –que la desarrolla frente a su analista– le llega a provocar un infarto, como un trastorno orgánico.

Esta es la primera obra de su autoría.  

Sí, la compartí con Sebastián Suñé. Surgió por la inquietud de una de las actrices (Agustina Serviño) que me llamó y me preguntó si no quería encarar un proyecto de teatro independiente. Le dije: "Me gustaría, pero te dejo a vos la elección de los actores, director, guionista y productor". A los dos años me avisó que tenía todo preparado, entonces nos reunimos todos y empezamos a improvisar. Al ser dos actrices y un actor, enseguida salió la idea de hacer la historia de un personaje que se encuentra tironeado por dos mujeres.

Teníamos muchas dudas, pero al estrenar el año pasado en Timbre 4 –un teatro muy emblemático del teatro independiente argentino– tuvimos mucho éxito y repercusión. Desde fines del año pasado empezamos a salir de gira por el interior de Argentina y nos está yendo muy bien.  De miércoles a domingo estoy junto a Florencia Peña en una obra comercial, por eso tengo los lunes nada más para hacer esta obra.

En Argentina el teatro independiente es muy convocante y además en días u horarios poco habituales. 

Acá no sé por qué se da ese fenómeno que ya es histórico, creo que somos la segunda o tercera ciudad del mundo en cuanto a producción teatral. Esto se origina con las obras de Roberto Arlt que empezó a hacer conocer sus obras a través del primer teatro independiente de acá, el Teatro del Pueblo. A partir de ahí se multiplicaron las posibilidades de hacer teatro.

¿Cómo se siente en el ámbito del under porteño considerando que siempre está involucrado a trabajos más comerciales?

Yo podría vivir sin necesidad de hacer teatro independiente o comercial. Se dan situaciones en la vida que me atraen e intuitivamente les doy para adelante; así funcionan bien las cosas. En el teatro comercial me llaman, hago mi obra, cobro y se acabó. En el teatro independiente pasa lo mismo, pero es una organización en cooperativa entonces tiene otra dinámica fuera del escenario; de todas formas en el escenario es la misma pasión y energía en ambos.

Tras la tercera temporada de En terapia, no se lo ha visto más en ficción televisiva. ¿Eso se debe a la falta de propuestas de su interés?

Sí. Por un lado, me llegan algunas propuestas que no me convencen. Por otro, con la obra de teatro que presentamos ahora en Montevideo y con la otra que estoy haciendo de miércoles a domingo en la calle Corrientes, no necesitaría tener otra actividad. En el cine me meto en algunos proyectos que me gustan porque lo puedo hacer, puedo filmar a la tarde y son tiempos acotados que no me llevan más de tres meses.

¿Cine o teatro?

Depende de la propuesta, son dos medios que me gustan mucho, antes prefería el cine pero ahora con lo bien que me está yendo y, cómo me estoy desarrollando en el teatro, también lo elijo.

¿Cómo creé que se adaptó la ficción argentina a estos tiempos de gran demanda de las plataformas de streaming?

Está tratando de adaptarse. Están saliendo miniseries pero siempre bajo un tironeo entre la necesidad comercial y el valor artístico real. Yo no las miro, no me engancho. Para cualquier tema que quiera ver, elijo películas. Si hablamos de géneros como el western, mafia, thriller, o comedia, en el ejemplo de la mejor película y la mejor serie, siempre gana la película. Pero entiendo que hay un muy buen nivel. Las series yankees y españolas están andando muy bien, entonces creo que el mercado demanda que Argentina se ponga a la par. Aún así, me parece que –salvo Un Gallo para Esculapio– no han salido series que yo note que pueden competir con lo mejor que se está haciendo en el mundo y, creo, que se debe a una carencia de guiones atractivos, en eso me parece que estamos un poquito atrasados.

De alguna manera, 2018 fue un buen año para argentina en el cine. ¿Cómo lo vio usted?

Yo vi El Ángel, pero no vi El amor menos pensado y Mi obra maestra que tuvieron mucha repercusión. En el cine argentino existe una línea divisoria muy grande entre las películas que sabés que pueden andar muy bien y un montón de películas independientes que la gente no tiene conocimiento cuando se estrenan. No está habiendo una administración del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) muy clara en estos momentos, hay una deficiencia ahí.

 

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