La semana pasada El Observador festejó sus 30 años. Hubo muchísimas notas alusivas en la web y una edición especial del diario que se publicó el sábado. En una de esas notas, de cuya producción se encargó la sección de la que formo parte, quisimos armar una especie de historia oral de la cultura uruguaya a través de entrevistas publicadas en las páginas de los diferentes suplementos que han cubierto el área desde los comienzos. Fue así que, revisando el archivo, me crucé con una frase que me dijo Ida Vitale en una entrevista que le hice en 2017, cuando el Cervantes y la Idamanía todavía estaban un poco lejos. La frase es esta:
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