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El balotaje del clima

Nos vemos casi obligados a ver en el otro al “enemigo”
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10 de noviembre de 2019 a las 05:00

La lógica electoral del ballotage obliga a dividirnos como sociedad en dos y estar en uno de dos bandos. Casi obligados a ver en el otro al “enemigo”. Ellos son el mal, nos va la vida en derrotarlos. En ese coinciden los dos bandos. El ballotage tiene como aspecto positivo que el ganador tiene una legitimación incuestionable por el voto directo de la mayoría. Pero arriesga a cortar todos los puentes entre una mitad y otra de la sociedad, particularmente en estos tiempos de redes sociales que exacerban rivalidades y multiplican la ironía y el insulto.

Y sobre todo deja en un muy bajo lugar de la agenda a los temas que serán cruciales en los próximos años. ¿Será Uruguay vanguardia en la lucha contra el cambio climático? ¿Logrará diferenciar sus productos sobre esa base?

Los temas ambientales serán los más importantes de este siglo en el que la humanidad se enfrenta por primera vez al riesgo de su propia extinción, o al menos al de una catástrofe nunca vista anteriormente. Esto lo dicen hasta el cansancio científicos que estudian la trayectoria de la temperatura, la composición de gases de la atmósfera, la composición del océano entre muchos otros indicadores de un proceso altamente peligroso. Es decir, si algo no le importa al clima son nuestras “derechas o izquierdas”. Un clima caótico o un océano que aumente de nivel, es malo para todos por igual, al barrer. En esta semana ocurrieron varios hechos muy importantes.

Una carta firmada por 11.000 científicos advierte que la humanidad se enfrenta a sufrimientos sin precedentes como consecuencia del aumento de las temperaturas. Declararon la “emergencia climática”. La carta fue publicada en Bioscience.

La advertencia está avalada por los termómetros. De acuerdo al grupo Copérnico de análisis clmático de la Unión Europea, el pasado mes de octubre fue el más cálido de la historia globalmente, superando al registro de 2015. La temperatura superó en 0,69º  C al promedio de 1981 a 2010. En Europa las temperaturas superaron en 1,1º C ese promedio reciente.

Los científicos no se cansan de advertir que superar los 1,5º C llevará a “sufrimientos sin precedentes”. Pero poderoso caballero es don dinero. El capitalismo se enfrenta a su  contradicción más difícil de superar. Deberíamos dejar ya mismo de usar carbón y petróleo. Pero no podemos.

En esta semana Donald Trump anunció que EEUU, la primera potencia económica mundial empieza a retirarse de los acuerdos de París para frenar el calentamiento.  La batalla por frenar la tendencia ascendente de la temperatura será mucho más difícil.

En Brasil, Bolsonaro subastó con poco éxito las reservas petrolíferas oceánicas de Brasil. En la previa se esperaba que recaudaran más de 100. 000 millones de Reales, pero las grandes compañías no participaron. Brasil recaudó 70.000 millones de reales.

El domingo pasado la gigante petrolera saudí Saudi Aramco avanzó en la emisión de Oferta Pública de Acciones (IPO) y  será la mayor empresa del mundo en el mercado accionario superando a Apple, Microsoft, Google.  China que tomó parte en la subasta brasileña y adquirió junto a Petrobras las reservas del país vecino, anunció que también comprará un 10% de las acciones que Aramco ponga a disposición del público.

La adicción al petróleo no para, por problemática que pueda ser para nuestros nietos.  Si Francia quita subdios a los derivados del petróleo salen los chalecos amarillos y protestan incansablemente. Si Ecuador elimina los subsidios al combustible, estalla la rebelión. Si sube el precio del transporte en Chile mínimamente, nuevamente el caos.

Si solo se guía por las ganancias de corto plazo, la economía global puede caer en una contradicción catastrófica. Como ha dicho el ilustre pensador canadiense Steven Pinker  en una reciente entrevista con el diario El País, Las empresas no solo deben maximizar las ganancias para  sus accionistas ”.  En pocos días más visitará Montevideo, y será bueno ver sus visiones optimistas contrastadas con un mundo de cambio climático en el que surge como principal empresa global la petrolera de un país completamente irrespetuoso de la libertad y los derechos humanos.

Parte de razón tiene. Cuando todo parece desesperanza aparece, una vez más, Nueva Zelanda marcando el camino. El parlamento ha votado este jueves por 119 votos a favor y uno en contra el proyecto que marca el camino para que Nueva Zelanda tenga emisiones cero en 2050.

“Hoy hemos decidido algo de lo que estoy orgullosa....espero que esto signifique que las próximas generaciones vean que estamos en el lado correcto de la historia”, dijo la primera ministra, Jacinda Ardern, ante el Parlamento en Wellington.  Todo un desafío para el agro neozelandés.

La propuesta establece como objetivo una reducción del 10% de las emisiones de metano biológico en 2030 y prevé una reducción provisional en un rango del 24 al 47% para el 2050.

“El agro es muy importante para Nueva Zelanda pero también tiene que ser parte de la solución”, aseguró Ardern.

El proyecto de ley establece como “legalmente vinculante” el objetivo de evitar que el calentamiento global supere los 1,5 grados centígrados, y obliga al gobierno a apoyar a ciudades, negocios, agricultores, ganaderos y la comunidad maorí a adaptarse a los efectos del cambio climático.

No hubo allí la tradicional separación en las votaciones entre derecha e izquierda, entre liberales o conservadores, entre gobierno y oposición.

En Uruguay el tema no ha estado prácticamente presente en la campaña electoral. Mientras nos dividimos ásperamente en un ballotage, algo que será crucial para que nuestros productos sean valorados en el mundo y para que el país sea percibido “en el lado correcto de la historia” aguarda para surgir como tema. Tal vez pueda generar esos consensos que los neozelandeses lograron y permita construir los puentes que serán tan necesarios en el próximo parlamento en el que afortunadamente no hay mayorías parlamentarias y el diálogo y el acuerdo se volverán imprescindibles y remplazarán a los yesos hegemónicos de los últimos quince años.

Un Uruguay más verde, ejemplo al mundo podría permitir consensos ejemplares.  Pero para eso tiene que ascender en la agenda de todos los partidos. Y pensarse, como Nueva Zelanda, carbono neutral para el 2050. Por los que tienen menos de 18 años y todavía no votan, ese consenso debería ser posible. Como en tantas cosas, Nueva Zelanda y su sistema político son ejemplos a considerar.  En el ballotage del clima, entre los escépticos interesados como Arabia Saudí y sus amigos y Nueva Zelanda, Uruguay debe ponerse “del lado correcto de la historia”.

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