"Pinocho", cuando interpretó a Julio "Kanela" Sosa, también fallecido.

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El carnaval no será lo mismo: le faltará la locura de Ariel "Pinocho" Sosa

“Pinocho”, apodo que le quedó cuando interpretó a ese personaje animado en una parodia de Los Walker’s en 1984, falleció y el espectáculo de cada febrero, la movida cultural más popular en Uruguay, perdió una pieza de esas que no tienen reemplazo.
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24 de septiembre de 2021 a las 15:56

Este viernes se supo que al carnaval le faltará, de ahora en más, la locura que le aportaba Ariel Sosa.

“Pinocho”, apodo que le quedó cuando interpretó a ese personaje animado en una parodia de Los Walker’s en 1984, falleció y el espectáculo de cada febrero, la movida cultural más popular en Uruguay, perdió una pieza de esas que no tienen reemplazo.

Pocos hubo, hay y habrá como él en ser eficientes en gestar un show de esos que hacen que el precio de la entrada siempre significara una inversión.

Hizo de Zíngaros, el conjunto que creó en 1994 para hacer el parodismo que soñaba y no estar sujeto a indicaciones de nadie, uno de los pocos elencos cuya presencia en la cartelera agotaba entradas en segundos, fuese cual fuese el contenido y el nivel del espectáculo. Lo logró en los nueve años en los que ganó el primer premio y cuando, en una rara excepción, quedó afuera de la liguilla a la que avanzan los cuatro mejores.

Ariel "Pinocho" Sosa, en el Teatro de Verano.

Ariel –“el loco Ariel” en el mundo carnavalero– falleció a los 58 años. En el invierno del año pasado, en una charla en medio de la pandemia, me dijo que en realidad sentía que tenía 39 y que iba para los 40, la cantidad de sus carnavales vividos. Y agregó que preparaba el mejor espectáculo de su vida para cuando el covid aflojara y regresara el carnaval, para que la gente disfrute tras tanta adversidad.

Su vida era el carnaval. No había terminado un febrero y ya anotaba en una libreta ideas para el febrero siguiente. Y así no le daba respiro al letrista, al vestuarista, al coreógrafo, al escenógrafo, al maquillador, a cada técnico, a cada componente.

Ariel "Pinocho" Sosa.

Durante cuatro décadas parió amores y odios, pero más de los primeros. Sus fanáticos le perdonaban todo, hasta lo que no correspondía. Su carácter fue un germinador de enemigos. Se peleó con los rivales, con los periodistas, con sus figuras que se iban (pero volvían), con Daecpu, con los dueños de tablados. Cuestionó a los jurados, incluso cuando ganaba.

Así como levantaba temperatura, cada tanto le bajaban las revoluciones, alzaba la bandera blanca, pedía disculpas y arrancaba de cero, hasta que su genio le volvía a ganar. Nunca, ni un verano, pasó desapercibido.

Se va a extrañar su célebre arenga: "¡Zí, Zí, Zíngaros!", desde el borde de cada tablado o en el Teatro de Verano, donde era imbatible en algo que muchos intentan sin éxito: bajar a la platea, subir a la tribuna, actuar en medio de la gente y levantar del asiento a los 5.000 espectadores, haciéndolos reír, bailar, cantar o emocionarse para aplaudir.

Fue un fanático del profesionalismo, le apasionaba el detalle, la perfección en cada minuto del show.

Ariel "Pinocho" Sosa.

Cuando otros iban al Desfile Inaugural de la Av. 18 de Julio por compromiso, porque el reglamento los obligaba, él iba a ganarlo y presentaba a sus Zíngaros con las mejores prendas, bien maquillados, cantando y bailando como si fuese en el Solís y de la primera a la última de las diez cuadras. Y la bronca si quedaba segundo era descomunal.

En la competencia del escenario del Parque Rodó ganó 16 veces el primer premio defendiendo a distintos conjuntos, bailó, actuó y cantó para 12 títulos entre murgas y parodistas, fue cuatro veces distinguido como "figura máxima del carnaval", entre otros premios acumulados, y uno de los pocos en recibir el galardón más prestigioso: la "Figura de Oro" del carnaval uruguayo.

Se lo extrañará en el concurso y en los tablados, en cada desfile. Ojalá que, al menos en 2022, no falten sus Zíngaros. Sería un adecuado homenaje para que no muera lo que Ariel era, eso que él definía riéndose, admitiendo su genio de cascarrabias, como “una locura eterna”.

Zíngaros, en una de sus aperturas de espectáculo.

 

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