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El costo para Uruguay de las turbulencias en los mercados financieros

El país pasó de pagar por emitir deuda su tasa más baja desde mediados de 2013, a la más alta de los últimos ocho meses
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13 de febrero de 2018 a las 19:15
No es una situación crítica, pero sí es una alerta. El cimbronazo que sufrieron los mercados financieros la semana pasada dejó secuelas en todo el mundo. Los títulos de deuda uruguayos no estuvieron ajenos a la búsqueda de resguardo de los inversores que huyeron de sus colocaciones de riesgo hacia activos considerados más seguros.

De una semana a la otra, Uruguay pasó de pagar por emitir deuda su tasa más baja desde mediados de 2013 a la más alta de los últimos ocho meses. El Índice de Rendimiento de Bonos Globales de Uruguay en Dólares (ITBGL) de la Bolsa Electrónica de Valores (Bevsa) pasó de 404 puntos básicos al cierre del viernes 5 de febrero a 431 puntos el viernes pasado. Eso implica un aumento de la tasa de interés requerida por el mercado de casi tres décimas de punto, que es ni más ni menos que un aumento del costo de endeudarse.

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La fuerte caída de las bolsas el lunes de la semana pasada –y su réplica del jueves– es solo una cara del fenómeno. Del mismo modo que las acciones tuvieron una fuerte caída en sus precios, también los títulos de deuda emergentes sufrieron una contracción importante.

Detrás de esa caída se encuentra la recuperación de la economía estadounidense y una corrección de expectativas hacia una suba de tasas más rápida de lo previsto en la principal economía.

Todavía resta por ver si se trata de una corrección puntual o de un cambio en la tendencia alcista que mantenían los mercados de riesgo desde comienzos del año pasado.

El segundo sería el peor escenario. Hay que tener en cuenta que uno de los elementos de la actual coyuntura económica que permite compensar las vulnerabilidades fiscales que tiene el país –un elevado déficit fiscal con altos niveles de endeudamiento– es la facilidad para acceder al crédito internacional abundante y barato. También hay otros atenuantes, como el perfil cómodo –en duración y monedas– que tiene la deuda y la política de prefinanciación de obligaciones, pero sin dudas las bajas tasas que paga Uruguay por su deuda son un elemento crucial.

Por eso el episodio de la semana pasada sirve como una alerta. Sería un error pensar que las condiciones excepcionales que viven hoy los mercados de capitales para países como Uruguay van a durar toda la vida. Es necesario entender que los pronósticos más optimistas descansan en supuestos que si bien son probables, asumen que esas condiciones se extenderán al menos por el tiempo necesario para efectuar los ajustes a las vulnerabilidades actuales que mantiene la economía uruguaya. Y eso implica un rol proactivo que el gobierno como tal hoy no está asumiendo.

Los pequeños shocks de precios sobre la deuda emergente hacen acuerdo que las vulnerabilidades siguen ahí y que sería un error muy caro olvidarse de ello. El equipo económico es consciente de estos desafíos. El sucesor de Andrés Masoller como director de la Asesoría Macroeconómica del Ministerio de Economía, Christian Daude, así lo señaló en una entrevista con La Diaria a principio de mes: "El principal desafío de la economía uruguaya desde el punto de vista macroeconómico es el déficit fiscal", sostuvo. Resaltó la importancia de cumplir el objetivo de bajar un punto el rojo de las cuentas públicas –a 2,5% del PIB– para el cierre del período, para así "estabilizar el endeudamiento en niveles que son relativamente altos pero razonables". En definitiva, llamó a "pensar en una Rendición de Cuentas prudente", que no se deje engañar por las mejores perspectivas de crecimiento que tiene la economía.

El discurso del equipo económico es acertado y da cuenta de las vulnerabilidades que tiene el país y del poco tiempo que resta para actuar. Sin embargo, está en duda la capacidad que tenga para que su visión se traslade a los hechos y el gobierno asuma como un todo ese desafío frente a una fuerza política que no cree en las amenazas de la vulnerabilidad fiscal y se confía al extremo en la suerte que ha corrido el país en la última década.

Tampoco el ciclo electoral ayuda a que la visión del equipo económico haga mella en el gobierno. Con las elecciones cerca, las prioridades del gobierno se concentran en el corto plazo. El peligro mayor es que la fuerza política anteponga el riesgo de perder las elecciones al riesgo de perder la estabilidad fiscal que le da sostén a la economía. Y ese sería un error imperdonable.

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