Las reglas se anuncian en varios carteles en todo el complejo.

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El covid en los edificios de Punta del Este: denuncias a vecinos sin tapabocas y enojos por la distancia entre reposeras

Están los que se refugian más en los apartamentos, quienes no se preocupan tanto y a quienes les cuesta acatar las normas
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17 de enero de 2022 a las 05:00

“Personas afectadas. Deben permanecer dentro del apartamento con todos los ocupantes. Cuando se confirma la infección, dar aviso inmediato a la administración y/o portero correspondiente, y no mantener contacto con ninguna persona”, anuncia una hoja A4 pegada en la cartelera que está en el hall de un edificio de Punta del Este.

Las reglas del protocolo por covid-19 son extensas y estrictas: “De constatarse la violación de la cuarentena, el personal está facultado para dar aviso a las autoridades competentes en forma inmediata. Seccional Policial Nº 10 al teléfono 2030 5221”.

En las áreas comunes cerradas el uso de tapabocas es obligatorio. Esta norma, que debería estar bien clara por la cantidad de carteles que la comunican, no se cumple al 100%. Y los porteros y funcionarios repiten varias veces al día el pedido.

Si bien los casos en el departamento –y todo el país– han ido en aumento, en el edificio se vive con gran tranquilidad. El reporte de varios positivos en el complejo no movió la aguja en el nerviosismo de la mayoría. “Cuando ven que está muy llena la piscina no van, tratan de cuidarse”, afirma Maicol, portero desde hace varios años.

“En este edificio no hay ningún caso, venimos zafando”, cuenta aliviado. De 28 apartamentos, 22 están ocupados, la mayoría por sus dueños.

Dos señoras descansan al sol en uno de los jardines.

Quien conoce el lugar desde hace años y lo recorre hoy, podría afirmar que la realidad no se aleja de lo que pasaba otros años. El tránsito de gente por los caminos es similar, la piscina a la hora de la tarde está bastante concurrida y un par de jóvenes juegan al básquet en la cancha que está a la sombra. Se sumaron los tapabocas, el alcohol en gel y la cartelería con reglas por covid-19.

La administración está cerrada por un caso positivo, como lo explica el cartel en letras rojas que pegaron en la puerta. Hay vecinos aislados en algunos apartamentos y un portero que también tuvo que faltar por contacto estrecho.

Escena 1. Interior. Salón común.

El salón comunal del complejo está casi vacío. Reina el silencio. De un lado del espacio hay un hombre trabajando en su computadora. Del otro, una mujer descansa en un sillón. El microcine está cerrado y en su puerta un cartel comunica que se cancelaron las funciones por el avance de covid-19.

En un rincón, detrás de una gran mampara de plástico está Micaela, quien se encarga de las reservas de los parrilleros y de cualquier consulta del salón. Es su primer año que trabaja aquí y dice estar muy sorprendida por la poca colaboración de los propietarios e inquilinos que se acercan a hacer uso de este servicio. Y enumera algunos de los roces que se generan por el coronavirus: los que se enojan porque no quiere ponerse el tapabocas, personas que delatan a otros por no tenerlo puesto, los que se excusan de no usarlo por estar trabajando.

Un cartel anuncia que por caso positivo de covid-19 la administración estará cerrada.

“He tenido que llamar a seguridad. Pedir por favor que se retiren –si no van a usar tapabocas–", relata. Algunos no son amenos al responder y ante el enojo se defienden con el argumento de 'yo pago para estar acá'. Ante el recordatorio de la norma en el lugar cerrado, algunos todavía se rehúsan a acatar: “Llamá a seguridad, no me voy a mover, no me voy a poner el tapabocas”. Momentos “incómodos y frecuentes” que Micaela no esperaba encontrarse.

También está el equipo de los más precavidos, que es la población más adulta del complejo, y que no solo acata las reglas para cuidarse, sino además delata incumplimientos o comportamientos que no les gusta. Como por ejemplo, piden que corran un sillón porque sienten que hay poca distancia.

“Ves de todo, gente muy asustada y adultos que cero estrés. Gente que te dice 'de algo hay que morir'", relata.

Escena 2. Exterior. Piscina

La piscina del complejo es el universo opuesto al salón común. Como el espacio es al aire libre, la única restricción que hay es usar tapabocas para trasladarse dentro del perímetro. Niños que juegan en el agua, otros leen o descansan a la sombra. Muy pocos circulan con tapabocas.

En el borde de la piscina dos hombres se encuentran y se ponen a charlar. Los dos están sin tapabocas. “Seguramente ellos tienen vecinos con covid y cero precaución”, comenta Antonio, uno de los funcionarios de la piscina.

Hay personas muy preocupadas, sobre todo los más mayores, y hay gente que le complica la vida a los funcionarios. “Por lo general insistimos y la gente hace caso, pero como que ya se debería saber que hay que usar tapabocas”, afirma el joven.

El objeto que causa mayores altercados es la reposera. Las camas de madera que se distribuyen en toda la piscina no se pueden mover. Esta no es una norma de la “nueva normalidad" por covid, viene de antes. Y hay a quienes les molesta y se quejan, por la cercanía de un camastro con el otro, pero no se pueden retirar, cuenta Antonio.

A las cinco de la tarde, la piscina está en uno de los momentos más frecuentados. Y los positivos por coronavirus no parecen importar. “La gente no se asusta, parece que no se asusta”, opina.

Cartel que anuncia que se cerró el microcine por avance de covid-19.

Escena 3. Interior. Hall de portería

Pablo es quien está cubriendo el puesto del portero aislado. Hace cinco años que trabaja en el complejo y según su observación de estos días a la gente que se la ve más nerviosa es a la de más edad. “Les cuesta salir del apartamento, estar al aire libre. A veces te pregunta cómo está afuera, si hay mucha gente”, cuenta.

El aislamiento del portero no levantó mayores preocupaciones de los vecinos que le preguntan si tiene novedades, si precisa algo.

Y en cuanto al uso del tapabocas, también es la regla que cuesta cumplir. “Avisamos varias veces, pero no hay manera de hacer entender y no hay sanción”.

Cansados del covid

En otro edificio de la zona se respira una situación mucho más calma. Y así lo confirma Carlos, el portero que trabaja allí hace 14 años. “Nervios no. Simplemente preocupación, pero hacen vida normal. Tenemos una piscina grande y hay protocolos”, dice.

En la propiedad hay pocos casos confirmados, pero que ya están saliendo de la cuarentena. “El año pasado zafamos bien, esta variante es rápida”, comenta.

En este edificio también hay cartelería con las nuevas reglas que impone el coronavirus. Los vecinos respetan el uso del tapabocas, incluso “la muchachada joven”.

Por el momento Carlos no vivenció altercados, pero sí reconoce que la gente está cansada del virus, hastiada. “Queremos salir, el turismo es fundamental”, concluye.

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