La soledad tiene mala prensa y no es su culpa. Ya desde la infancia, a los humanos se les impone esa idea de que estar solos es una especie de castigo. “Andá a tu cuarto a pensar”, les dicen algunos padres a sus hijos cuando se portan mal. Les pasa a los más chicos y también a los más grandes. Por ejemplo, cuando los presos tienen actitudes inapropiadas los aíslan, los confinan a una celda apartada.
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