La felicidad tiene vínculo con las relaciones que dan sentido, dice estudio.

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¿El dinero hace a la felicidad?: los uruguayos ricos son más felices que el resto según encuesta

Siete de cada diez uruguayos se sienten "bastante" o "muy felices" según un nuevo estudio de la consultora Opción
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05 de junio de 2023 a las 05:02

“¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!”. La hilarante frase del humorista Groucho Marx tal vez no era una de sus tantas bromas. Porque si bien los filósofos de todos los tiempos —desde Confucio hasta Voltaire— se las ingeniaron para decir en edulcorados refranes que “los bolsillos abultados no hacen a la felicidad”, la evidencia para Uruguay demuestra que —al menos en promedio— la satisfacción con la vida tiene estrecha relación con el dinero.

La última medición de la felicidad con la vida cotidiana que realizó la consultora Opción —a cuyos resultados accedió El Observador— muestra que en el segmento de mayores ingresos, la satisfacción con la vida alcanza al 85% de la población, mientras que en los estratos de ingresos medios llega al 74% y en los de bajos ingresos al 63%.

“En las sociedades contemporáneas, las expectativas en relación con los estándares de consumo desempeñan un papel relevante en los valores de las personas y, por ende, influyen en su satisfacción y felicidad”, explica el sociólogo Agustín Bonino, director de Opción y autor de la investigación. Sucede que “el acceso a recursos económicos y la capacidad de cubrir las necesidades básicas y aspiraciones individuales tienen un impacto significativo en cómo las personas evalúan su bienestar y calidad de vida”.

El hallazgo, coincidente con la literatura internacional y otras mediciones de la propia consultora, no significa que el vínculo entre dinero y felicidad sea lineal. De hecho, la investigación de Opción da cuenta de que la satisfacción con la vida está supeditada a variables que van más allá de los avatares de la economía, de los problemas de salud o la coyuntura política del lugar donde se vive.

Tanto es así que “en el Uruguay gris” —ese en que la paleta de colores de la vestimenta escapa poco a los azules, negros y beige— la felicidad sigue estando bien posicionada con el correr de los años. Al menos siete de cada diez uruguayos dicen sentirse “bastante” o “muy felices”, una cifra casi idéntica a la registrada una década atrás.

Si la felicidad fuera una escalera de diez escalones, en el que más arriba equivale un nivel mayor de satisfacción, la mayoría de los encuestados se posicionan por encima del séptimo escalón.

De hecho, solo el 7% respondió sentirse “poco” o “nada feliz”, estando todo el resto ubicado en valores intermedios o altos.

Coincide con la ubicación de Uruguay en el ranking de la felicidad que publica Naciones Unidas cada marzo y que, en su última edición, posicionó al país en el lugar 28 de 137.

¿Por qué ese Uruguay gris y con una de las tasas de suicidio más altas del mundo tiene guarismos comparativamente altos en felicidad? Puede que haya un sesgo a la hora de responder —el temor al qué dirán—, o bien puede que la satisfacción pase por carriles distintos. Por ejemplo: Naciones Unidas considera como parte de la felicidad la esperanza de vida al nacer, el acceso universal a la salud, la baja percepción de la corrupción y el estado de bienestar, todas variables en las que Uruguay suele estar mejor ubicado que sus pares de la región.

Según los datos revelados por el estudio de Opción, “se observa que la felicidad de los uruguayos varía en función de las diferentes etapas de la vida: la población joven, comprendida entre los 18 y 34 años, tiende a percibirse más feliz en comparación con los grupos de edad adulta y adultos mayores”.

En concreto, el 77% de los jóvenes se siente “bastante” o “muy feliz” frente al 69% de los adultos mayores.

“Es comprensible que las personas en la etapa joven, sin las mismas cargas y responsabilidades que se experimentan en la adultez y en la vejez, puedan sentirse más libres y optimistas respecto a su bienestar y futuro”, señala el sociólogo Bonino.

El psiquiatra Robert Waldinger, cuarto director del estudio de Harvard que lleva cuatro quintos de siglo indagando sobre qué da sentido a la vida, no cree que la felicidad tenga un vínculo con la edad, ni siquiera con el sexo al nacer o el origen. “Lo que llamamos felicidad depende de qué necesitemos. Si vienes de un entorno muy inestable, quizá para ti la felicidad sea la estabilidad. Si vienes de uno muy aburrido, quizá sea la emoción. En parte depende de lo que nos falta. Pero la investigación sugiere que la felicidad se enmarca en dos grandes categorías. Una es hedónica: ¿me lo estoy pasando bien ahora mismo?, ¿estoy disfrutando este café? La otra es el bienestar eudemónico, que proviene de Aristóteles y tiene que ver con la sensación de que la vida tiene sentido, de que merece la pena”, había dicho hace un mes y medio a El País de España.

¿Por qué entonces los jóvenes podrían percibirse más felices? La investigación de Harvard, que en sus inicios tuvo entre sus cobayos a John F. Kennedy, viene concluyendo que “las relaciones nos hacen más felices y nos mantienen más sanos”. Es probable que los jóvenes, previo a la constitución de su propia familia, se apoyen mucho en su grupo de pares y en los vínculos de amistad que los hacen sentirse más satisfechos.

En ese sentido, las relaciones no necesariamente significan estar rodeado de gente. En los países nórdicos hay mucha población sola y, sin embargo, tienen altos índices de felicidad. Dicho de otro modo: una relación de pareja o tener hijos no necesariamente se vincula a una mayor o menor satisfacción con la vida actual.

En el interior de Uruguay, donde la densidad poblacional es menor, existen guarismos más altos de quienes se sienten “muy felices” en comparación con los montevideanos. “Entre los montevideanos, aquellos que expresan sentirse ‘muy felices’ representan un 24%, en tanto a nivel de los residentes del interior este porcentaje aumenta a un 33%”, dice el informe.

“Aunque no contamos con información precisa sobre las causas que explican esta diferencia, podríamos considerar que la existencia de una menor fragmentación y redes sociales más estrechas en las localidades pequeñas podría influir en estos resultados. En las localidades del interior es posible que las conexiones sociales sean más cercanas y las relaciones más sólidas, lo que podría contribuir a un mayor grado de satisfacción y felicidad percibida”, comenta Bonino de la consultora Opción.

Otra vez: la felicidad podría tener que ver con el dinero, pero no es lineal. Podría tener que ver con la edad, pero no es lineal. Tampoco con dónde se vive ni hacia dónde se va. Y eso que Jorge Luis Borges repetía: “He sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola”.

Ficha técnica

La información presentada proviene de una encuesta por telefonía celular a 400 personas mayores de 18 años residentes en todo el país. La medición fue realizada durante el mes de diciembre de 2022, sobre la base de un muestreo aleatorio simple de números rango de telefonía celular. El margen de error máximo es de +/-4,9% (aperturas de la información por segmentos están sujetas a mayores márgenes de error). Los resultados se encuentran ponderados por sexo, edad, nivel socioeconómico y región. La encuesta es multi-cliente.

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