Ricardo Peirano

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El discreto encanto de la hipocresía

Esta semana, dominada por la destitución del ex presidente paraguayo Fernando Lugo, dio lugar para el surgimiento de varias declaraciones que tienen un discreto encanto: el de la hipocresía
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27 de junio de 2012 a las 00:00

Esta semana, dominada por la destitución mediante juicio político del ex presidente paraguayo Fernando Lugo, dio lugar para el surgimiento de varias declaraciones que tienen un discreto encanto: el de la hipocresía.

Comencemos por una que nos debería alegrar aunque ya no entra en la categoría de “hipocresía” sino en la de “cinismo”. Es un cable de AFP que señala la curiosa posición de Cuba sobre la democracia. El cable textualmente dice así: “El gobierno de Cuba anunció este martes 26 el retiro de su embajador en Paraguay, Bernardo Guanche Hernández, cuatro días después de la destitución del presidente Fernando Lugo, que La Habana calificó de "golpe de Estado parlamentario". "Se ha procedido al retiro de nuestro embajador en Asunción, quien arribará a La Habana en las próximas horas", dijo la cancillería cubana en una nota informativa. Esta decisión está "en correspondencia con la Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de fecha 23 de junio, en la que se declaró que 'el gobierno cubano no reconocerá autoridad alguna que no emane del sufragio legítimo y el ejercicio de la soberanía por parte del pueblo paraguayo'", agregó.

El lunes 25, el presidente cubano, Raúl Castro, había declarado que los golpes de Estado volvieron "disfrazados" al continente americano, al comentar la destitución de Lugo por parte del Congreso paraguayo y su reemplazo por Federico Franco, quien se encuentra aislado en América Latina y enfrenta protestas en el interior.

Si el gobierno cubano no reconoce “autoridad alguna que no emane del sufragio legítimo y el ejercicio de la soberanía por parte del pueblo paraguayo” (y donde dice “paraguayo” cabe suponer que entra cualquier país”) debería empezar por no reconocerse a si mismo pues su autoridad no emana del sufragio legítimo y el ejercicio de la soberanía del pueblo cubano”. Y Raúl Castro debería quizá reconocer que los golpes de estado “disfrazados” y sin derramamiento de sangre y con mayores visos de legalidad que los que sustentan el gobierno de la dinastía castrista, aún siendo condenables, lo son mucho menos que la dictadura cubana. Al menos, la gente puede salir o entrar de Paraguay, Fernando Lugo no está encarcelado y se puede mover con libertad dentro y fuera del país, la prensa no ha sido coaccionada y reina la calma en el país.

El cinismo castrista es seguido de cerca por la hipocresía de otros países latinoamericanos cuyos gobiernos tienen al menos un barniz democrático (han surgido de elecciones no fraudulentas) aunque el ejercicio del poder ha violado el estado de derecho, las libertades individuales y la separación de poderes. Estas circunstancias son más peligrosas porque la fachada democrática engaña a muchos sobre donde reposa el verdadero poder y si alguien tuviera dudas puede mirar lo que ocurre en Venezuela a raíz de la grave enfermedad de Chávez: el tiene la suma del poder público y su eventual muerte o incapacidad genera una enorme incertidumbre entre propios y extraños.

Para cerrar este artículo, quisiera referir al encanto de la hipocresía de la Sra. Fernández de Kirchner en materia comercial. Durante la visita a Buenos Aires del Primer Ministro de China Wen Jiabao, surgió la posibilidad de iniciar una Zona de Libre Comercio entre el Mercosur y China. CFK se mostró encantada con dicha posibilidad aunque omitió decir que las restricciones comerciales que su gobierno ha impuesto al Mercosur y a los demás países del mundo son absolutamente incompatibles con una ZLC. Precisamente, el libre comercio es lo que Argentina ha destruido en violación de las disposiciones del Mercosur y de la OMC.

De modo, que más allá del encanto que le pueda producir a la presidenta la oferta china, debería empezar por ordenar al secretario Moreno que destrabe las importaciones y cumpla los tratados firmados por su país. Después será la hora de hablar con China (y con el propio Mercosur) de Zonas de Libre Comercio, estatus al que el Mercosur aún no ha llegado.

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