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11 de noviembre 2023 - 8:26hs

Caen como una avalancha: las preguntas, las emociones, las tensiones. Se disparan los pensamientos, la imaginación, ponerse en el lugar de esos protagonistas. ¿Esto fue así? ¿Cómo lo lograron? ¿Cómo se aguanta? ¿Cómo se sobrevive en un lugar donde todo indica que no se puede?

Si hay un mérito que tiene La sociedad de la nieve, la película dirigida por el español J.A. Bayona sobre la Tragedia de los Andes, es que logra que un uruguayo que conoce la historia del accidente del avión de la Fuerza Aérea en la cordillera hasta de canto, que durante toda su vida fue expuesto al relato hasta el verdadero cansancio, vuelva a interesarse, a sorprenderse, a horrorizarse, a conmoverse.

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Y si eso le pasa al espectador, que ve un proyecto fílmico terminado en un sillón, en una butaca de cine o en una cama calentita, ¿cómo es actuar esa historia? ¿Cómo se mete uno en la cabeza de una persona común y corriente, pero que está viviendo una de la situaciones más increíbles y extremas que se puedan concebir?

 

Por suerte hay tres personas que lo pueden contestar. Tres actores que vivieron uno de los desafíos más grandes de sus carreras: por la escala del proyecto, por la historia que tenían que contar, y por las circunstancias en las que había que interpretar a esos personajes, sometidos a las condiciones que ellos vivieron hace 50 años. A una porción de esas condiciones, pero suficientes para que en algunos momentos la carga se sintiera pesada.

Ellos son el uruguayo Enzo Vogrincic, que encarna a Numa Turcatti, y los argentinos Agustín Pardella y Matías Recalt, que interpretan respectivamente a Fernando Parrado y Roberto Canessa. Los tres conversaron con El Observador sobre cómo su experiencia rodando La sociedad de la nieve, el vínculo que generaron con las figuras que les tocó representar en pantalla, y el que generaron entre ellos mismos luego de cinco meses de filmación en condiciones extremas.

Netflix El rodaje de La sociedad de la nieve

¿Cómo fue el acercamiento de cada uno de ustedes a los personajes que les tocó interpretar?

Matías Recalt: Los sobrevivientes nos abrieron las puertas de una manera muy linda. En mi caso fue un encuentro bastante natural, muy cómodo. De hecho la primera vez que conocí a Roberto Canessa fue jugando un partido de tenis. Jugamos Canessa y el actor de Canessa, contra Zerbino y el actor de Zerbino. Ganamos los Canessa, obviamente (risas). Siempre fue en un contexto muy amable, y hablar con él fue muy interesante, le pude preguntar un montón de cosas. Algo que también me sirvió mucho, más allá de que él se describiera a sí mismo, fue hablar con Laura Surraco, su esposa que lo conoce desde los 18 años, desde antes del accidente, conocer a los hijos, su lugar de trabajo, a sus compañeros de trabajo. Fui recolectando información, viendo y sintiendo cómo es Roberto y qué genera en las personas, y también recolectando información sobre cómo era en la montaña, que supongo que era otro, distinto al de Montevideo.

Agustín Pardella: Inevitablemente te terminás volviendo amigo, tenés que ahondar tanto en las transiciones emocionales que tuvo que recorrer en la montaña que es inevitable que pienses en su pasado, en el momento posterior a la montaña. Y como dice Mati, la apertura y la generosidad que tuvieron al compartirnos las historias y las secuencias más íntimas que deben haber atravesado, fue un lujo. Hasta el día de hoy tanto Mati como yo nos seguimos hablando constantemente con Canessa y Parrado.

Enzo Vogrincic: En mi caso fue distinto, porque Numa murió, pero conocí a los hermanos, recorrí la casa, ellos me iban mostrando, pasábamos por un cuarto y me decían “uh acá jugábamos al fútbol con Numa, y esto y lo otro”. Y a medida que íbamos avanzando me iba dando cuenta que esta familia el tema no lo tenía muy conversado. Cada uno lleva el duelo como puede, y ellos se cerraron. Y de repente están en una situación donde eso se tenía que abrir, y empezaron a hablarlo, y se iban emocionando a medida que hacíamos este tour por la casa. Después conocer a sus amigos te ayuda muchísimo, porque ves lo que el tipo dejó en las personas. Fue una construcción opuesta, en base a lo que dejó. Fue un camino raro, pero ibas tanteando por ahí para convertirte en esta persona.

¿Cómo vivieron el rodaje en la montaña, cómo fue estar en ese lugar?

AP: Te ayuda a tomar conciencia, porque terminaba el día de rodaje y volvíamos a darnos una duchita caliente, y era menester esa ducha, era súper necesaria, porque los pies los tenías congelados, las manos las tenías congeladas. Estabas con hambre. Estabas con muchísimo frío, y decís, “claro, ellos se quedaban ahí y tenían que atravesar la noche que era el momento donde más frío hacía” y si bien estamos preparados, personalmente me sorprendí con la intensidad de lo que nos rodeaba. Traté de abrazarlo y que estimulara a la interpretación.

EV: Al final te ayudaba porque habían cosas que no las tenías que actuar y eso era importantísimo. La historia es tan inverosímil que todo lo que tenés que actuar ya tiene una intensidad y una complejidad emocional que es difícil de entender. Tener a tus amigos muertos, tirados ahí, estar abandonados. Y al mismo tiempo ellos dicen que como que cerraron sus emociones y estaban en un modo donde sobrevivían, entonces es complicado. Entonces ayudaba mucho el contexto.

Germán Romani / Netflix

¿En el rodaje conversaban entre ustedes sobre lo que estaban viviendo? Imagino que más allá de que estaban actuando, las circunstancias y la intensidad de la historia también empiezan a pesar un poco.

AP: Nos volvimos compañeros de trinchera, porque aparte de todo el hostigamiento que estábamos sufriendo por la naturaleza y por la exigencia del rodaje en sí, estábamos en una burbuja, porque era pandemia. Entonces medio que estábamos entre nosotros y no estaba permitido salir de esa burbuja, fue un lindo experimento antropológico.

EV: Nos hicimos muy amigos, estuvimos dos meses ensayando, todos los días seis horas, y además convivíamos.

AP: Arrancamos el rodaje siendo amigos.

EV: Y lo cambia todo, porque al final es una historia de amigos. Todo esto es una historia que le pasa a amigos, y de repente estar en el set, mirar y que los que están contigo sean tus amigos cambia todo.

MR: Fueron muchas horas compartidas, entonces inevitablemente se daban charlas y momentos de hablar de tal cosa o de otra. Hablábamos de comida, nos volvíamos locos pensando en qué rico sería comer una hamburguesa (se ríen). Pero fue muy importante, con Agustín tuvimos un montón de charlas en momentos del rodaje de “¿cómo estás vos, cómo te sentís?”, de hablar y acompañarse y necesitar compartir con alguien que está viviendo lo mismo que vos. Porque podés hablar con un amigo pero no va a entender lo que estás pasando, y lo que está pesando. Ese “uy, mañana tengo que ir a filmar de nuevo” y que por ahí estés muerto. Se armó una unión muy linda y muy necesaria para afrontar tal experiencia.  

Netflix La sociedad de la nieve fue elegida como la candidata española al Oscar

En una entrevista, el director de la película, J.A. Bayona, dijo que algo que le había interesado de la historia es que “Son hombres que tienen que aprender a quererse y a cuidarse, tanto física como emocionalmente: duermen abrazados, se masajean constantemente por la noche, curan sus heridas (…) la montaña hace que los personajes dejen atrás sus ideas preconcebidas sobre la masculinidad”. ¿Él habló eso con ustedes también?

AP: Me parece que cuando tenés que afrontar el frío que tuvieron que afrontar ellos, en las condiciones que tuvieron que afrontarlo, el sexo desaparece y se eleva el instinto animal. Lo que necesitas es calor, y si el calor viene porque el otro me tiene que estar apoyando, no importa. Se impone lo animal.

EV: El contexto es tan violento, porque estás a menos 20 grados todo el día, de noche no dormían, dormitaban, porque si dormían se congelaban, sin comer durante diez días y de repente el día 10 decidís comerte los cuerpos de tus compañeros. Cuando te das cuenta de la dimensión de todo, empezás a entender que hay cosas que quedan totalmente por fuera, que se les rompe toda la sociedad que ellos traían estructurada. Me meto en el cuerpo de mi amigo, soy parte del otro, todos somos lo mismo, todos somos la misma cosa. Ese gran concepto que al final rompe con todo lo demás y termina demostrando el valor por la vida. Eso es lo que está por debajo de todo y es lo que termina apareciendo.

Germán Romani / Netflix

¿Ahora ahora miran para atrás y qué ven que les dejó este proyecto, desde lo profesional y desde lo humano?

MR: Son muchas sensaciones. En algún momento quería que termine todo, y a veces digo, “uy, qué lindo cuando estábamos filmando”. Son de esas cosas que no sabés decir si pasó o no pasó. Nos fuimos, filmamos un montón de tiempo, de golpe el tiempo pasa rapidísimo y ya estamos casi por estrenar, y estamos acá hablando de la película desde un lugar de “ya hicimos todo el trabajo sucio, ya nos embarramos y ahora estamos acá limpitos hablando con vos”. Es muy difícil de procesar, pero tenía muchas ganas de este momento, de ya haber terminado la parte de tener que poner el cuerpo y estar disfrutando de los frutos de lo que hicimos.

AP: Sí, y un orgullo tremendo de poder aportar con tu arte, con tu oficio, a una historia que es universal, y a una película que realmente me parece increíble más allá de haber trabajado en ella, tratando de ser lo más objetivo es impresionante la historia y cómo se cuenta. Me da un orgullo tremendo.

EV: Fue una escuela de cine. 140 días de rodaje, todos los días, unas cámaras alucinantes, unos lentes que nunca había visto en mi vida, técnicos salados, todo clase A, el aprendizaje es mucho. Y después a nivel personal también, porque la historia es tan intensa que te lleva a empatizar todo el tiempo y a hacerte la pregunta “¿qué hago en este lugar, que hago en esta posición, si me pasa esto?”. Eso te hace crecer, y el viaje también, estar lejos de casa un montón de tiempo, porque viajamos un montón, y los viajes siempre son transformadores. A eso hay que sumarle la experiencia de estar haciendo esta película. Fue un montón y siento que nos ha dejado muchísimo como aprendizaje.

Netflix Enzo Vogrincic en La sociedad de la nieve

La sociedad la nieve se estrena el próximo 14 de diciembre en cines uruguayos, y el 4 de enero en Netflix. Además, será la candidata al Oscar a Mejor película internacional, representando a España.
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