“Nada es eterno, nada es para siempre, las cosas buenas duran poco”, expresó Osvaldo Torres en un emotivo mensaje de despedida, emitido por quien en estos últimos años se desempeñó como jefe de control en la torre de la terminal de ómnibus Tres Cruces.
Torres trabajó por última vez el 5 de diciembre, luego disfrutó de días de licencia y este 20 de diciembre se despidió definitivamente, para acogerse a su derecho jubilatorio.
Entre otras consideraciones, destacó que durante 25 de sus 43 años como trabajador fue una persona “privilegiada” por haber tenido la oportunidad de trabajar en la principal terminal de ómnibus del país, donde vivió momentos felices, pero también otros tensos.
Torres se fue transformando, con el paso de los años, en una figura muy conocida debido a sus informes para diversos medios de comunicación, con relación al flujo de pasajeros y otras informaciones sobre la actividad de la terminal, especialmente al inicio y cierre de momentos del año en los que la misma se incrementa, como en la temporada estival, en torno a las fiestas de fin de año, en Semana Santa, en las vacaciones de julio y de setiembre y cuando suceden los diversos feriados.
“Nada es para siempre”, reflexionó Torres, en un video que elaboró en la oficina donde trabajó todos estos años, con la playa de estacionamiento de los ómnibus detrás suyo y en el que realiza diversos agradecimientos, pero también pide disculpas por los errores que pudo haber cometido y recuerda a varias personas.
También habló sobre quien lo sucede en el cargo, Pablo Saraví, con quien realizó la coordinación para el traspaso de la función. "Llega en el momento indicado y es la persona indicada para realizar las transformaciones necesarias”, comentó.
Al inicio del video Torres aparece observando diversas fotos en un monitor. "Estaba repasando etapas de mi vida", es lo primero que dice cuando comienza a despedirse. En esas fotos se pueden apreciar unidades de la desaparecida compañía de transporte ONDA, donde Torres trabajó. También lo hizo en la empresa COT.
“Nada es eterno, nada es para siempre, las cosas buenas duran poco, hasta siempre”, dijo en el cierre de su testimonio, tras lo cual depositó su carné de funcionario sobre el escritorio, tomó el saco y se fue.
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