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El Estado tiene poco para hacer en un país en caída demográfica, dicen expertos

El 2016 trajo buenas y malas noticias en la materia: el embarazo adolescente cayó pero la clase media sigue teniendo menos hijos de los deseados
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18 de marzo de 2017 a las 05:00
A la subsecretaria de Salud Pública, Cristina Lustemberg, le interesaba que el mensaje quedara bien claro y, por eso, lo explicó pacientemente una y otra vez durante las sucesivas entrevistas periodísticas que concedió esta semana.

"Los uruguayos no nos vamos a extinguir", remarcaba la jerarca ante las preguntas de los periodistas. El último dato difundido por el Ministerio de Salud Pública (MSP) esta semana, que muestra una caída importante en la cantidad de nacimientos ocurridos en 2016 frente a 2015, reavivó el viejo debate acerca los desafíos que presenta la avejentada estructura demográfica uruguaya. Nacieron 1877 personas menos, una cifra que merece atención. "Seamos pocos pero buenos", dijo la viceministra de Salud luego de ver los datos.

Cada vez que surgen estas estadísticas suelen encenderse alarmas de todo tipo. En los últimos años, varios actores políticos de peso hablaron de la importancia de tomar medidas para lograr que crezca la población porque el fantasma de los desequilibrios del sistema de seguridad social sobrevuela en el aire. ¿Tiene sentido pensar en medidas para lograr que haya más nacimientos en Uruguay? A juicio de varios expertos, no.

"En el mundo, las políticas para aumentar la natalidad han tenido un éxito escasísimo. No vale la pena ponerlas en funcionamiento. Está demostrado que todo lo que sea dinero para que la gente tenga más hijos, en los países de baja fecundidad no tiene efecto", dijo a El Observador la demógrafa Wanda Cabella, investigadora del Programa de Población de la Unidad Multidisciplinaria de la Facultad de Ciencia de la Universidad de la República.

Juan José Calvo, otro referente en el tema, no podría estar más de acuerdo con ella. Que hayan nacido menos niños en Uruguay no es "ni bueno ni malo", sostuvo.

"Lo que es bueno es que las personas tengan los hijos que quieran tener. Una persona no debiera tener ni menos ni más hijos de los que desea", afirmó el especialista, representante auxiliar del fondo de población de Naciones Unidas.
Las políticas demográficas modernas tienden a generar las condiciones para lograr ese objetivo, argumentó.

Hoy en día, Uruguay no está logrando cumplir que cada familia tenga los hijos que desea. Ahí está el problema. Los hogares de menores ingresos tienen más descendientes de los que desean, mientras que los sectores medio y medio alto suelen elegir no tener más hijos por cuestiones de tiempo y dinero. Varias encuestas grafican en forma clara esos desequilibrios, informó Calvo.

Hay una buena y una mala noticia al respecto. La buena es que los datos del MSP demuestran un importante descenso del embarazo adolescente, el cual está centralizado en los hogares más pobres. Ese fenómeno casi explica la mitad (42%) de la caída de los nacimientos registrada en 2016 frente a 2015. Lustemberg valoró especialmente ese dato, porque dijo que los embarazos en jóvenes son una de las mayores inequidades existentes en el Uruguay de hoy.

La mala noticia es que no asoman las soluciones para que la clase media tenga más hijos. ¿Por qué les cuesta tomar la decisión a esas parejas? El economista Álvaro Forteza, un profesional especializado en temas de seguridad social, cree que hay una cuestión de números detrás de ese fenómeno.


"Los sectores de clase media tienen el problema de que tener un hijo es muy caro. Esto porque en realidad la crianza de un niño insume mucho tiempo de parte de los padres. Si pensamos en padres de clase media acomodada, por ejemplo, profesionales, vemos que les resulta difícil cortar sus carreras, trabajar menos, para volcarse a la crianza de los niños", sostuvo.

Lustemberg dijo que en la clase media se suele tener a los hijos en forma tardía por diversas razones, pero aseguró que la apuesta del gobierno es a desarrollar fuertes políticas de cuidados para los sectores dependientes y mercados laborables flexibles.

Un país de viejos

En el mediano plazo, la ecuación económica es la más inquietante del fenómeno demográfico.
En 2014, el por entonces presidente José Mujica aseguró que Uruguay es un país "de viejos" que "va a tener problemas" con la seguridad social. Mientras tanto, tiempo atrás, el ministro de Economía, Danilo Astori, definió al envejecimiento poblacional como "conmovedor" debido a su impacto fiscal. Consultado al respecto, Forteza dijo que la inquietud de los gobernantes tiene en qué sustentarse, más que nada por las características del sistema de jubilaciones y pensiones vigente.

"Es un sistema que está basado en las contribuciones contemporáneas. Es decir, las jubilaciones de hoy se pagan con las contribuciones de hoy. Si se cae la masa de contribuyentes, va a ser más difícil de financiar", sostuvo. Por tal motivo, sostuvo que sería conveniente debatir con mayor profundidad sobre el tema.

"La edad mínima de retiros es uno de los parámetros que muy probablemente había que ir modificando. Pero no es solo ni exclusivamente eso. Hay que mirar el conjunto", aseguró.
Hablar de edades mínimas jubilatorias es un cuco electoral porque el gobierno que tome esas medidas impopulares seguramente pagará un costo en votos.

Un asunto complejo que no asegura un retorno electoral

Durante su Presidencia, José Mujica hablaba cada vez que tenía la oportunidad de fomentar la natalidad y lograr que viva más gente en Uruguay. Lo hacía no solo en discursos públicos, sino también en conversaciones privadas. Un día, el mandatario se encontró con Juan José Calvo, un demógrafo destacado a nivel internacional, y decidió interrogarlo. "Vos que sos capo en esto. Decime una cosa: ¿cómo podemos hacer para que las mujeres tengan más hijos?", le preguntó el exmandatario al experto.

Para aumentar la población, Mujica habló de traer a Uruguay campesinos latinoamericanos que estén dispuestos a "hacer trabajos que los nuestros no quieren hacer". A su vez, propuso reclutar inmigrantes calificados.

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Si bien el suyo es uno de los casos más notorios, Mujica no está solo con ese discurso en el sistema político. El vicepresidente Raúl Sendic habló sobre el tema en una disertación en diciembre de 2015 y fue enfático. Sostuvo que el Poder Ejecutivo manejaba varias medidas para estimular que las familias tengan más hijos. "Estamos trabajando para analizar experiencias a nivel mundial que permitan estimular la natalidad en determinados sectores de la sociedad", comentó en aquel entonces durante un desayuno.

De todos modos, dijo Sendic, el gobierno deberá analizar si ese tipo de medidas, que implican inversión económica, "son efectivas" o no. La actual senadora del Partido Nacional, Verónica Alonso, en su momento también abordó el tema.

En setiembre de 2012, luego de conocer los datos del Censo 2011 que indicaban que la tasa de fecundidad había descendido, Alonso visitó a Mujica en su despacho de la Torre Ejecutiva y le planteó una serie de propuestas para fomentar la natalidad en el país.

La primera propuesta presentada por la entonces diputada consistía en otorgar a partir de 2013 una bonificación de 10% en la jubilación tanto para la madre como para el padre de aquellas familias que tuvieran su tercer hijo.

A su vez, la intención era adicionar otro 10% para aquellas que tuvieran su cuarto hijo. Según la diputada esto no generaría gastos para el Estado, porque en el momento de la jubilación de ambos padres, el hijo sería un activo aportante al sistema de seguridad social.

El presidente Mujica se comprometió a analizar las medidas, aunque finalmente no se llevaron a cabo.
Un aspecto a tener en cuenta a la hora de analizar ese tema es que las medidas que pueda poner en práctica un gobierno tardarán en mostrar sus frutos.

De ese modo, los posibles beneficios de un aumento de la natalidad serán aprovechados por otros. En definitiva, la demografía no paga en votos.

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