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El gobierno jugado a que la soja no falle

Existen dudas sobre si el agro –especialmente el complejo sojero– se recuperará tanto como para que el crecimiento económico en 2019 sea el que se anunció
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20 de julio de 2018 a las 05:00
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

En materia de producción agropecuaria todo puede ser. Un año climáticamente perfecto puede generar una mejora que escapa a las previsiones. A la inversa, una sequía es capaz de derrumbar una previsión de cosecha favorable realizada en base a un aumento de área y buen precio. Tras las muy malas cosechas de la zafra pasada, la agricultura va por la revancha y a nivel oficial se espera un crecimiento fuerte de la producción que mejore la performance del conjunto de la economía uruguaya.

En caso de que los próximos meses sean relativamente normales en términos de clima, ¿puede el aumento de la producción generar un impacto positivo importante en el conjunto de la economía? El tema es importante porque ese es el supuesto del Ministerio de Economía y Finanzas. "Para 2019 esperamos que haya un efecto que en economía llamamos rebote, sobre un volumen muy bajo de producción, extraordinariamente bajo en 2018 (por productos como la soja que fueron afectados por el clima)", afirmó el ministro Danilo Astori.

De esa forma, en 2018 el proyecto ubica como supuesto un crecimiento de 2,5%, que el año próximo pasaría a 3,3%. Aunque no necesariamente deba deducirse que solo el crecimiento del agro dará cuenta de ese 0,8% de crecimiento, ¿puede esperarse una mejora significativa del desempeño del agro que se traduzca en un mayor crecimiento del conjunto de la economía? El componente central de la recuperación estaría dado por la soja.

En la lechería la recuperación productiva se dará este año, que viene con un aumento de la remisión importante, de 7%. Es difícil de sostener el crecimiento más allá de los niveles de este año. Con la industria en jaque, desde Coleme y Pili hasta una Conaprole en preconflicto, sin el ingreso de nuevos tambos suponer que seguirá creciendo fuerte en 2019 es temerario.

Lo mismo pasa con la ganadería de carnes, que intensificando la alimentación logra sostener una faena, pero de la que no puede esperarse mucho más de lo que dará como producción este año.
El rebote lógico que cabe esperar es en la agricultura, donde las últimas dos cosechas (invierno y verano) fueron muy malas.

Por diversas razones, exceptuando algún sector como la cría vacuna, expandirse intensamente no está en el ánimo ni los planes de la mayoría de los productores, que en general no perciben que estén las condiciones dadas para hacer una apuesta que vaya más allá de producir terneros para exportar en pie o troncos de árboles.

Recuperación moderada... es la que habrá, no parece probable que el agro tenga una gran reacción que sacuda al PBI de Uruguay, pero sí una moderada que compense la caída posible del arroz y permita sostener el 3% que parece ser la velocidad estable de crecimiento económico uruguayo.

La hipótesis de la recuperación agrícola está transcurriendo. En los cultivos de invierno, trigo, cebada y colza, la plantación concluyó. Los cultivos están teniendo el frío que no tuvieron el año pasado y trigo y cebada están en muy buen estado. La colza no pudo concretar la intención de aumentar el área y su estado es más bien desparejo. Pero en trigo y cebada cabe esperar una mayor producción, tanto por más área como por más rendimiento.

Pero la facturación de estos cultivos es bastante menor a la de la soja, por la menor superficie que ocupan. En este año la superficie de trigo aumenta en 11.000 hectáreas (has): pasa a 204 mil, desde 193 mil del año pasado, mientras que en cebada el crecimiento es de 19.000 has, al pasar de 153 mil a 172 mil, es decir que estos cultivos aumentan en 30.000 has. Suman 376 mil hectáreas, frente a 346 mil del año pasado. Podría haber un aumento de la producción de unas 400 mil toneladas entre trigo y cebada que aporten unos US$ 80 millones de facturación, más el efecto multiplicador sobre fletes, puertos e industrias procesadoras.

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¿US$ 500 millones más?

El gran cambio en el PBI se espera en la soja, como el propio ministro planteó. Se viene de una cosecha pésima. Esta semana el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) divulgó los datos finales: de una superficie casi idéntica a la de la zafra anterior, del orden de 1,1 millones de has, en la cosecha pasada se lograron 1,3 millones de toneladas, frente a 3,2 millones del año anterior. El rendimiento fue la mitad de lo normal: 1.214 kilos, frente a una lógica promedio de 2.450 kilos. La cosecha 2017 había sido excepcionalmente buena con 2.951 kilos por ha. En principio, con un rendimiento normal, si se mantuviera la superficie de 1,1 millones en la próxima primavera, se podría contar con una producción de 2,7 millones de toneladas, más del doble de la del año pasado. El aumento en la producción, 1,4 millones, respecto a los 1,3 millones de esta cosecha, podría significar una mejora en el ingreso de unos US$ 460 millones.

El supuesto de mantenimiento de área en soja es algo dudoso: alta deuda y señales de gran incertidumbre a raíz del conflicto comercial entre EEUU y China, podrían llevar a suponer un cierto recorte de la superficie a sembrar, dado el menor riesgo de la ganadería.

Aún en un escenario de sostén en la superficie sojera, deberá contabilizarse una menor producción de arroz, que casi inexorablemente bajará el área tal vez un 15%. Eso significaría una siembra de poco más de 140 mil has (la menor desde 2006, unas 25.000 hectáreas menos), que generaría una producción menor en unas 200 mil toneladas. A un precio de unos US$ 10 por bolsa, US$ 200 por tonelada, son unos US$ 40 millones menos. Sin grandes variaciones esperables en maíz y sorgo en términos de producción, aunque con una posible baja en los precios de ambos, se cierra el panorama de la agricultura extensiva.

En el consolidado generaría unos US$ 500 millones más de facturación, que sin dudas serían muy positivos para el conjunto de la economía, pero sobre todo para empezar a compensar los pasivos que dejó la zafra pasada.

Pero, una vez más, la próxima zafra de soja, que se debe empezar a sembrar en 70 días, es la más extraña de los últimos tiempos.

Es claro que si hay una víctima clara de la guerra comercial entre EEUU y China es la soja. El precio se ha derrumbado en los últimos dos meses a medida que fue quedando claro que por un lado la guerra comercial iba en serio y, por otro, que EEUU va aumentando la probabilidad de tener una gran cosecha en términos de rendimiento.

Es cierto, el conflicto y las sanciones que los asiáticos han impuesto –25% de arancel adicional– al grano estadounidense han derrumbado el precio de la oleaginosa, que perdió en Chicago US$ 80 por tonelada. El conflicto cambió la relación de precios entre Chicago y los puertos de la región. Es decir, las sanciones permiten que se pague mejor por la soja en Nueva Palmira que en Chicago. Pero la baja de precios es tal que hay que presupuestar la soja sobre los US$ 330 por tonelada, mientras que el año pasado los productores pudieron cerrar a precios superiores a los US$ 360.

Y en medio de este conflicto, que derrumba los precios, hay que solucionar el financiamiento.
Hay otras razones para esperar precios débiles en la soja. No solo va EEUU rumbo a una producción abundante sino que Brasil seguirá su camino permanente de expansión de área, que lo hará llegar a 36 millones de hectáreas de soja, dos veces la superficie completa de Uruguay. Y estabilizará una producción de por lo menos 120 millones de toneladas. También aumentará la producción en Argentina, que estuvo fuertemente afectada por la sequía del año pasado.

El último informe de proyecciones del Departamento de Agricultura de EEUU trajo la confirmación oficial del impacto de la guerra comercial: China usará más de sus reservas de granos, importará menos y entonces EEUU exportará menos y aumentará su nivel de reservas. O sea, el mercado ha corregido en US$ 80 a la baja y será difícil que encuentre razones para la suba.

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Guerra comercial y dudas en las chacras

La gran interrogante que todavía no puede responderse con claridad es qué impacto tiene el conflicto entre China y EEUU sobre la agricultura regional. Es muy difícil presupuestar a qué precio puede ser colocada la soja de la cosecha 2019. Y esa incertidumbre viene a continuación de una zafra muy adversa. Por ahora el dato más fuerte es el de la baja de las importaciones de China en general y el descenso de las compras a EEUU en particular. Por ahora la referencia de precios a nivel global sigue siendo Chicago y sobre esa base los precios bajan.

¿Podrá China prescindir de buena parte de la soja que EEUU le enviaba y a la vez pagar menos por el poroto? ¿Apostarán fuertemente a sus existencias y de esa manera forzarán a una baja de largo plazo en los precios internacionales?

Por ahora todas las cartas están en el mazo y todo es posible. Pero es difícil que el final de la jugada se vea a tiempo: las decisiones y el financiamiento de la próxima siembra se tomarán mientras persistirá una fuerte incertidumbre.

Mientras, los productores de Brasil y Argentina disfrutan de una depreciación de las monedas de sus países mucho más fuerte que la ocurrida en Uruguay y aumentarán el área.

Un último informe corrigió al alza las producciones previstas de ambos países. La de Brasil superaría las 120 millones de toneladas de la mano de un nuevo récord de área. Estaba en 118 millones en la estimación de junio. Y en el caso de Argentina se llevó la producción prevista de 56 a 57 millones, desde los magros 37 millones de la cosecha pasada. Este ascenso es todavía tentativo porque está en discusión si el gobierno mantendrá la gradual reducción de los impuestos a la exportación de la oleaginosa, que van bajando 0,5% por mes para completar 6% de reducción anual hasta llegar a cero. Peroel gobierno argentino precisa recaudar más con urgencia y las retenciones podrían permanecer, lo que generaría una migración a más maíz y menos soja.

Podría en cambio bajar el área de soja en Uruguay, aunque por ahora el mercado de tierra para arrendar se mantiene activo. La primera estimación de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) la ubica en 934 mil, casi 200 mil menos que el año pasado. Pero las proyecciones realizadas a esta altura del año son meros sondeos. Se puede volver a 1,1 millones de hectáreas.

Cosecha de soja
Hay dudas sobre si el agro acelerará la economía uruguaya en 2019 en la medida que el gobierno espera.
Hay dudas sobre si el agro acelerará la economía uruguaya en 2019 en la medida que el gobierno espera.

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