Estados Unidos disputó todos los mundiales desde 1990 a la fecha. El de Rusia, en cambio, el país más poblado de América deberá verlo por televisión. Después de un buen desempeño en
Brasil 2014, mundial en el cual le jugó de igual a igual a todas las selecciones a las que le tocó enfrentar, la selección estadounidense actual ha demostrado que el fútbol en ese país dio un paso atrás.
Haber quedado eliminada, y de la forma cómo quedó, es la gran noticia deportiva del año, también en materia económica. Pensando, tal cual la mayoría pensó luego del pasado mundial, que Estados Unidos iba camino a convertirse en potencia futbolística, o al menos en rival poderoso para cualquiera, Fox Sports pagó a la FIFA más de US$ 400 millones por los derechos de trasmisión de los mundiales de Rusia y Catar.
Es la más grande suma que ha pagado una televisora estadounidense por el fútbol. La eliminación le representa una pérdida no menor a US$ 200 millones. Sin Estados Unidos en Rusia perderán también millones en plata verde compañías que ya tienen contrato para avisar en forma exclusiva como auspiciantes mundialistas.
Además, muchas otras empresas que pensaban anunciar y esperaban la confirmación de la clasificación para firmar el contrato, ya no lo harán. Podrá todo ir mejor con la bebida refrescante de mayor popularidad en el mundo, pero no con el fútbol estadounidense.
Fue eliminado y de la peor forma, compitiendo en un hexagonal de
Concacaf de gran mediocridad, en el que jugó contra selecciones en baja futbolística en relación a su pasado reciente, como Honduras, Panamá, y Trinidad y Tobago. Todo pintaba para ser un divertido paseo, pero terminó siendo un Vietnam futbolístico.
A la fecha de hoy, el principal
candidato a ser el próximo entrenador de la selección de las estrellas y las barras es el uruguayo Tabaré Ramos, quien hizo un gran trabajo de transformación de la Sub-20 estadounidense. Ramos, de 51 años, hincha fanático de Nacional, defendió a EEUU en tres mundiales y es la persona ideal para sacar de la bancarrota deportiva y moral a un fútbol que ha cumplido a la perfección con el mito de Ícaro, terminando escrachado contra el piso cuando más de uno pensó que podría alcanzar el sol.