Alberto Castañero realizando la cata abierta de tomates antiguos

Agro > 300 VARIEDADES

El informático que cumplió el sueño de compartir su colección de tomates

Alberto Castañero sumó su pasión a la de otros que le siguieron el tren y nació la primera cata de tomates, otro motivo de orgullo sanducero
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05 de marzo de 2021 a las 21:57

Por Analía Pereira enviada a Paysandú

Alberto Castañero es profesor de informática en Paysandú. Nunca estuvo vinculado al sector agrícola, pero le gusta la huerta y hace 10 años inició una colección de tomates que hoy tiene más de 300 variedades. De esa pasión, más la intención de compartirla con los sanduceros, nació la idea de la primera cata nacional de tomates, que se realizó el viernes 26 y sábado 27 de febrero.

Todo comenzó con un stock “chiquito” de semillas, comentó a El Observador, pero un día en una página de Facebook llamada Huerta urbana, que creó para compartir sus variedades de tomates con otros amantes de la huerta, un coleccionista lo contactó y todo cambió.

El coleccionista vio una foto de uno de los tomates de Castañero que le recordó a su infancia, le pidió si le enviaba semillas y en forma de agradecimiento le regaló  “una muy interesante colección de variedades”, con la que la colección del sanducero –como su amor por los tomates– creció.

A partir de ahí comenzó el intercambio local de semillas a nivel y lo que empezó como hobby se convirtió en una gran producción en la chacra agroecológica La Postergada, de Patricia Correa y Gerardo Rodríguez, en la que Castañero comenzó sus cultivos.

“Así como creció la colección fueron creciendo amistades y proyectos”, comentó, y añadió que suele estar en contacto con agricultores y biólogos de otros países a los que les pide consejos sobre los cultivos y les comparte los desafíos que ha enfrentado.

Contactado por el programa Paysandú Agroecológico, en el que Castañero participaba, el agricultor Paul Benett –produce más de 70 variedades de tomates en Sauce– visitó el departamento litoraleño y fue a la casa de Castañero. No sabe si por casualidad o destino, Benett llegó justo el único día del año en el que Castañero ordena su colección. Lo encontró con la mesa llena de latas.

“Cuando conocí a Alberto le dije: ‘¿Qué hacemos con esto?’, y me dijo: ‘Mi sueño es poner una mesa en Paysandú y que la gente pruebe los tomates’”, contó Benett a El Observador.

De ese encuentro nació la primera cata de tomates, que fue más que eso, porque hubo degustaciones, música y cocina en vivo, todo en la Asociación Rural Exposición Feria de Paysandú y con fuerte respaldo: fueron 1.900 personas, destacó Antonella Goyeneche, directora de Desarrollo de la intendencia sanducera.

Paul , agricultor agroecológico

Unió sus dos pasiones

En La Postergada hay un banco de semillas con 450 especies de hortalizas y frutas, entre las que hay 300 variedades de tomates. El stock se mantiene en un contenedor con la temperatura y la oscuridad adecuada.

Con herramientas informáticas se estudian las características de cada variedad y ahora Castañero está trabajando en una base de datos digital en la que “gente de otros lugares puede ver nuestra investigación, compartir y aportar para ver diferentes características del tomate, como cuál dura más, el más rico, el que es más dulce o el que tiene más semillas”.

Además, está a disposición de quien quiera intercambiar semillas para que la colección crezca en el país; se lo puede contactar en Huerta urbana.

Algunos de los tomates en La Postergada son: Belleza azul, Sharpey, San Marzano, Belleza negra, Cherry negro y Blush. Dentro de la colección hay semillas de diferentes países, como Rusia, Siberia y Ucrania, que a diferencia de otras, duran hasta mayo.

Castañero explicó que una de las cosas que se hace con las semillas es “acriollarlas”, plantarlas varios años para que la semilla vaya tomando la formación genética del suelo uruguayo.

Patricia Correa y Gerardo Rodríguez en La Postergada

Llantos al pie del tomate

Toda la producción del establecimiento es agroecológica. Hay tomates y maíz, zuccini amarillo, zapallos, frutales, nuez pecán y olivos entre otras producciones de estación. 

Uno de los principales problemas es que cada variedad de tomate enfrenta diferentes plagas. “Cada año es un problema distinto, porque el sistema es orgánico. Son meses de dolores de cabeza por ver cómo se nos mueren las plantas”, comentó Castañero, y explicó que otra de las situaciones contra las que luchan es el calcio en el suelo y el agua.

Rodríguez lo definió como el “peor enemigo” de los cultivos de tomate. “El calcio produce un efecto sobre el suelo que hace que determinados nutrientes o minerales como el nitrógeno o fósforo no queden disponibles para la planta cuando hay calcio, y este suelo es totalmente alcalino, hay mucha cosa que no funciona naturalmente y una de ellas es el tomate”, comentó.

Una de las soluciones que han encontrado a ese problema es no regar directamente con el agua del pozo, sino mezclarla con agua de lluvia en un tajamar y oxigenarla con una bomba a base de energía solar.

Por otro lado, para el mejoramiento y cobertura del suelo se cultiva moha, avena o alfalfa. Aportan minerales al suelo a la vez que sirven para alimentar a las gallinas. “Fue muy importante implementar esto, porque con las variedades de tomate, por ejemplo, el no tener un análisis claro del suelo nos hizo fracasar en gran porcentaje de las plantas. Ahora, después de varios llantos al pie del tomate, logramos este año tener claro sobre qué suelo estamos y cómo en forma ecológica vamos a ir mejorando”, sostuvo Correa y enfatizó que en La Postergada se está “en el camino permanente de aprendizaje e investigación”.

Alcohol y dientes de ajo o bichos licuados con agua

Todo el trabajo en el establecimiento sigue las bases de la agroecología y, por ende, los fertilizantes que se utilizan son con base en lo natural.

Rodríguez contó que una de las maneras que tienen de ahuyentar plagas –aunque no matarlas– es una solución de alcohol y dientes de ajo o bichos licuados mezclados con agua.

“Ecológicamente son muchos frentes de ataques los que tenemos”, indicó Castañero, y agregó que la clave de sus cultivos es que las plantas estén lo más nutridas posible.

Patricia Correa en uno de los cultivos de tomates antiguos

Cultivos de rotación, pastoreo con gallinas y bocashi para enriquecer el suelo

En La Postergada se hace rotación de cultivos y “pastoreo de rotación con gallinas”. Patricia Correa, directora de la chacra, explicó que primero se delimita un área de cultivo, allí se instala un gallinero móvil y se deja a las gallinas un tiempo. Cuando la tierra está preparada, se las cambia de parcela.

“Es pastoreo de rotación y a la vez las gallinas abonan el lugar donde vamos a plantar, también usamos su huano para fertilizar las verduras, hacemos bocashi, un proceso de compostaje, todo de forma natural”, detalló. Una de las “recetas” para el bocashi es: gallinaza o estiércol, cascarilla de arroz, carbón vegetal, melaza, levadura y manto forestal, tierra común, cal agrícola y agua.

Ese proceso “sirve para enriquecer el suelo como lo hace el humus, pero lo más importante es el aporte de microorganismos.

Mucho más que una cata de tomates antiguos

La ilusión de Castañero de compartir sus tomates se transformó en realidad en un trabajo conjunto entre productores agroecológicos, la asociación público privada Bureau de Paysandú y la Universidad Tecnológica (UTEC): la primera cata nacional de tomates.

Se desarrolló durante dos días, comenzando el viernes 26 de febrero en el Teatro Florencio Sánchez con el lanzamiento de las actividades, un reconocimiento de la Red de Agroecología a productores orgánicos y un show de jazz.

Luego hubo un recorrido por tres locales gastronómicos: Café del Florencio, París Londres Beer House y la cervecería Bimba Bruder. Allí se degustaron mini lasagnas con tomates Cherry amarillos, rojos y morados; tapas con tomates verdes fritos y confitados; gazpacho de tomate con brotes y melón piel de sapo; carpaccio; ketchup de tomates Cherry; pizza; y mojito con tomates Cherry.

Chefs y directores de los locales aseguraron que piensan agregar a sus propuestas nuevos platos basados en tomates antiguos.

El domingo 27, las actividades comenzaron en la mañana en el predio de la rural sanducera, donde 12 chefs, sommeliers y periodistas gastronómicos realizaron una cata a puertas cerradas en la que evaluaron seis variedades de tomates antiguos: Corazón Buey, Parsimon Russian, Zebra rojo, Zebra verde, Índigo y Marbelle Blanche. En la tarde se habilitó la asistencia de público.

Todos son tomates, pero hay algunas diferencias

Además de catar tomates, ver recetas en vivo y escuchar jazz al atardecer y al aire libre, se pudo conseguir diferentes productos agroecológicos, como frutas, hortalizas, mermeladas y conservas.

La docente adjunta de la licenciatura en Análisis Alimentario de la UTEC, Magdalena Irazoqui, explicó que a nivel de macronutrientes no se encuentran grandes diferencias entre un tomate orgánico y uno híbrido o más convencional.

“En el contenido de grasa, humedad, proteínas y azúcares no hay grandes diferencias entre lo que es un tomate convencional y uno orgánico”, detalló, y agregó que por otro lado sí se pueden encontrar diferencias en los micronutrientes, como vitaminas, frutonutrientes, minerales y perfiles de los aminoácidos que tienen las proteínas. 

“Los nutrientes que uno u otro tomate va a tener van a ser diferentes, porque la agroecología permite reducir el riesgo de estar expuesto a consumir agroquímicos. Y, por otro lado, aumenta la diversidad: claramente en el super no vamos a encontrar estas variedades de tomates (los antiguos). Cada tomate orgánico va a tener siempre más o menos la misma concentración de aporte de vitamina C y de determinados aminoácidos y minerales, entonces cuando ampliamos la variedad ampliamos esos micronutrientes, por eso la diversidad que tengamos en el consumo va a ser mejor. Además, la agroecología permite diferenciar un producto de otro y generar así un valor agregado a los productores”, concluyó.

Alberto Castañero con su colección de semillas

El sueño cumplido

Tras el evento, Castañero dijo que las actividades superaron las expectativas de los organizadores. “Esperábamos que estuviera bueno, pero estuvo buenísimo, el balance es super positivo”, concluyó, tras el sueño cumplido de compartir con la gente su pasión. 

Primer nodo agroecológico del norte 

Productores agroecológicos de Paysandú se unieron a la Red de Agroecología y así el departamento se transformó el primer nodo de esa red en el norte.

Varios productores fueron destacados con el certificado de producción agroecológica, que “establece las garantías al consumidor de que esa producción fue hecha con bases agroecológicas”, explicó a El Observador Andrés Gutiérrez, presidente de la Asociación Certificadora de  la Agricultura Agroecológica del Uruguay (personería jurídica de la Red de Agroecología).

Hay diferentes tipos de certificación agroecológica: la certificación de primera parte (cuando una persona dice ‘yo hago una producciòn orgánica’ y otra confía en eso); la certificación de segunda parte (basadas en certificaciones de los compradores); y la certificación de tercera parte (auditadas por un tercero).

El sistema de certificación de la red es participativo, eso significa que se hace entre productores, técnicos y consumidores.

Por otro lado, Hugo Bértola, integrante de la Coordinación Nacional de la Red de Agroecología y Representante de la Comisión Honoraria de la Red de Agroecología, comentó que en todo el país hay más de 500 productores vinculados a la red, no todos certificados.

“Este sistema productivo muestra una presencia de jóvenes y un papel de las mujeres muy importante y muy a la par”, indicó, “quizás porque la visión agroecológica se basa mucho en la propia naturaleza y la valoración de todas las especies y géneros. Tiene un componente de equidad fuerte, todos somos iguales”, añadió.

Las producciones agroecológicas “son pequeñas en referencia al mundo actual”, dijo y recordó que 100 años atrás más productores cultivaban sus alimentos.

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