El ingeniero Miguel San Martín festeja junto a sus compañeros el aterrizaje de Curiosity en Marte.

Ciencia > Espacio

El ingeniero que aterrizó cuatro sondas en el planeta rojo

Miguel San Martín ahora trabaja para llegar a las lunas de Júpiter y Saturno,; conversó con Cromo sobre su trabajo en la NASA
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06 de octubre de 2018 a las 05:03

¿Qué niño no jugó alguna vez a ser astronauta? Algunos no solo juegan, sino que sueñan con que ese deseo se haga realidad. Así fue el caso de Miguel San Martín, un ingeniero electrónico argentino que forma parte de la NASA. 

San Martín, quien visitó Montevideo para dar la conferencia Desde Viking a Curiosity. Los Desafíos de un Descenso en Marte en GX28, cursó su carrera en Syracuse University en EEUU, donde fue designado Estudiante de Ingeniería del Año. En 1985 hizo un máster en ingeniería aeronáutica y astronáutica en el afamado Massachussett Institute of Technology y el mismo año ingresó a la agencia espacial.  

Desde entonces ha estado vinculado al diseño y desarrollo de diversos sistemas de control para vehículos de exploración espacial, es decir, para que aterricen donde deben hacerlo. Hoy es jefe de ingeniería para el guiado, navegación y control de sistemas en el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL, por su sigla en inglés), un centro dedicado a la construcción y operación de naves espaciales no tripuladas.

Las misiones

Su primera prueba de fuego fue Cassini, una sonda destinada a explorar Saturno y sus lunas. La misión empezó a fines de la década de 1980. El 26 de abril de 2017 Cassini se adentró en el espacio entre el planeta y sus anillos, cumpliendo su última misión antes de desintegrarse el 15 de setiembre del mismo año. 

Sin embargo, el principal interés de San Martín era Marte. “Llegué en 1985 (a la NASA) y recién en 1991 o 1992 hice la primer misión de mi sueños”, dijo a Cromo. Si bien este fue el primer proyecto sobre el planeta rojo en el que participó el ingeniero, Marte no era un tema nuevo. La historia se remontaba a la carrera espacial entre EEUU y la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría 40 años antes. 

Ese terreno rojo y desconocido es hoy uno de los más estudiados. San Martín participó en cuatro misiones con ese destino. La primera de ellas, Mars Pathfinder, comenzó a trabajarla a principios de 1990, pero recién en 1997 aterrizó en el planeta vecino. Fue la primera sonda que aterrizó con éxito en aterrizar en Marte desde del programa Viking de 1976.

“Antes estábamos buscando las condiciones para la vida, ahora estamos buscando vida”, dijo Miguel San Miguel

Luego, el ingeniero fue parte del lanzamiento de Opportunity, un robot rover que llegó a ese planeta en 2004 con una expectativa de vida de tres meses y se tuvo señal de él hasta hace aproximadamente 100 días cuando la agencia perdió contacto debido a una espesa tormenta de arena. 

Por último, San Martín cumplió un rol fundamental en la misión del otro rover marciano, el Curiosity. Este vehículo aterrizó en Marte en 2012 y aún sigue operando y enviando información. “La idea era que viviera dos años y ya vivió mucho más que eso. Pudo lograr todos los objetivos científicos en ese tiempo y lo de ahora es adicional”, comentó. Según el experto, mientras viva seguirá haciendo investigaciones sobre la superficie del planeta. 

Curiosity

Estos cuatros proyectos tuvieron el mismo objetivo: investigar la hipótesis de si existió o existe vida en Marte para lo que todavía no se tiene respuesta.

La tecnología y la NASA

Detrás de cada misión hay inversiones muy grandes, lo que hace demorar el proceso de realización. Enviar el Curiosity  llevó ocho años y se invirtieron US$ 2.500 mil millones. Según San Martín, el largo camino se debió a que se estaban desarrollando acciones que nunca antes se habían ejecutado en un descenso y, en particular, en la superficie de Marte.  

Pero el alto costo es un factor común en todas estas misiones. Fabricar una computadora capaz de funcionar en el ambiente espacial requiere de millones de dólares. Por ello, una vez que se consigue la tecnología, esta se usa por mucho tiempo, hasta que se logra invertir en una nueva generación.  

Si bien desde la llegada del ingeniero a la NASA hasta hoy se ha avanzado enormemente en términos tecnológicos, San Martín cree que no han logrado lo suficiente. A fines de la década de 1980, por ejemplo, prácticamente no contaban con computadores personales. “No teníamos email, no había websites, las presentaciones las hacíamos en una lámina de plástico que escribíamos a mano. Las herramientas eran muy primitivas en ese sentido”, recordó. Hoy, la realidad es otra,  pero los avances en la materia no son tan rápidos como puede mejorar un smartphone. “Cualquier teléfono de estos tiene un nivel de computación de 10 a 100 veces más que el Curiosity”, indicó en diálogo con Cromo. Y añadió: “Estamos atrasados con respecto a la tecnología comercial; respecto a  un teléfono o un reloj (inteligente)”.  

La razón de porqué las computadoras están desfasadas respecto a esa industria más terrenal se explica por lo siguiente: el diseño de cualquier equipo espacial es muy caro. Y se necesita más inversión para evitar fallas. “El costo de lanzamiento de un cohete es tan alto que si lo ponés arriba tiene que funcionar. No podés poner algo y decir ‘si funciona bien y sino también’”, explicó. Por ejemplo, una nave espacial debe ser capaz de soportar la radiación; de eso depende su vida útil y la superviviencia de su tripulación. “Cuesta hacerlos y que funcionen con bajos riesgos”, apuntó. 

Con todo, las misiones se alargan y, entre proyecto y proyecto, a veces transcurre más tiempo del deseado. “Lo más frustrante es la espera; no saber si está a la vuelta de la esquina o tenés que esperar varios años para que algo ocurra”, dijo. 

De cara a Marte

Después de las misiones de la Mars Pathfinder, Opportunity y Curiosity, se llevó a cabo otra que repetía mucho del trabajo del último rover. Por ello, San Martín pasó a integrar un panel de expertos que da recomendaciones a los científicos que están al frente de los próximos proyectos. Fue asesor en las misiones Topex, Mars Polar Lander, Deep Impact y Phoenix. Este 26 de noviembre va a aterrizar una nueva nave con el objetivo de estudiar el interior del planeta. Y en 2020 despegará un vehículo parecido al Curiosity pero con instrumentos más avanzados. El plan es determinar si hay material de procedencia biológica y tomar muestras para colocarlo en contenedores y luego ser levantados por otra misión. El material se traerá a la Tierra para ser analizado. “Mientras que antes estábamos buscando las condiciones para la vida, ahora estamos buscando vida”, agregó el ingeniero. 

San Martín desconoce cuánto tiempo insumirán todas estas iniciativas, pero estima que cumplir con todas las misiones  hasta tener las muestras llevará casi toda la década de 2020. Nombrar los pasos es fácil: tomar las muestras, levantarlas del piso, llevarlas a la órbita de Marte y traerlas a la Tierra. Pero realizarlo no es sencillo. Es probable que se involucren otros países europeos, debido a que se requiere de dos misiones adicionales para traer las muestras y un trabajo en conjunto bajaría los costos.  

 
El objetivo

¿Y si se encuentra vida en Marte? “Sería el descubrimiento de la historia. Nosotros siendo parte de ese fenómeno tiene implicaciones filosóficas muy grandes. Qué se va a hacer de eso no se sabe”, expresó San Martín. 

El experto explicó que, si se toma el ejemplo de la Tierra, para que aquí hubiera vida se tuvieron que cumplir un montón de factores: estar a la distancia correcta del sol, que no haga mucho frío ni mucho calor, que haya una atmósfera y un campo magnético que protegiera de la radicación del sol. “Se dieron una serie de condiciones increíbles para que surgiera la vida; entonces la gran pregunta es: ¿es posible que esa coincidencia cósmica se dé en otros lugares del universo? Los científicos piensan que sí, simplemente porque el universo es tan grande que puede llegar a salir vida de vuelta”, manifestó.

Detrás de las lunas

En la actualidad San Martín se alejó de las misiones que soñó desde niño para enfocarse en otras partes del universo. Ahora busca cómo aterrizar un vehículo en la superficie de Europa, una de las lunas de Júpiter. 

Lo interesante de Europa es que tiene una capa de hielo, pero por debajo tiene océanos líquidos, lo que significa que puede albergar condiciones para la vida. De hecho, el telescopio espacial Hubble ha avistado varias veces lo que parecen ser columnas de vapor de agua emanar de la superficie. “Una vez que se supo de los océanos líquidos en esta luna y en otra de Saturno (llamada Encelado), la idea de ir a explorar vida en esos lugares se volvió muy interesante”, dijo.

El ingeniero concluyó que no faltan rincones del Sistema Solar (para acotar el espacio) para estudiar; por el contrario, hay mucho más para aprender. Solo hay que decidir adónde ir primero por un tema de tiempos y costos. 

 

Llegar a la NASA
“Fue el sueño de un chico. Desde muy temprana edad quería ser parte de la NASA y hacer misiones”, dijo el ingeniero a Cromo
Pero el comienzo no fue tan sencillo. La NASA no tenía ningún plan de volver a Marte y él debía trabajar en otras misiones. Seis años más tarde de su ingreso a la agencia espacial, San Martín comenzó con la misión de sus sueños. 

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