Los testigos reservados presentados por Fiscalía insistieron sobre lo mismo. Maldad era malo, prepotente, violento, "que le mete la pesada a todo el mundo" y que andaba siempre con "fierros".
—Él siempre está drogado, hace rapiñas, desde que está preso el barrio ha podido respirar. Su familia está buscando por ajustes de cuentas a todos los que quieran salir de testigos —declaró uno de ellos sobre la realidad de su barrio, Jardines del Hipódromo.
La jueza María Noel Odriozola condenó al hombre apodado Maldad a 11 años de prisión por haber cometido un delito de homicidio, violencia privada agravada y lesiones personales, en una audiencia que presenció El Observador.
En setiembre de 2021 Maldad mató a un joven de dos disparos, según la reconstrucción policial, porque pensaba que la víctima había "buchoneado" a la Policía que en su casa tenía una boca de pasta base.
Lo hizo acompañado de un pariente al que no pudieron identificar y que le insistía a Maldad en que desistiera de lo que hacía y se fueran.
Un mes y medio después, en diciembre, agredió a tiros a un vecino al que le ofreció cosas para vender en la feria y él se negó a comprarle. En realidad, fue su esposa la que le dijo que no le comprara nada a Maldad, a lo que el hombre le dijo al condenado "arrancá" y él le respondió unos minutos después con un disparo.
La víctima sobrevivió al ataque y declaró en el juicio oral.
El hecho de que la mayoría de los testigos presenciales del homicidio de setiembre eran reservados –no querían develar su identidad por miedo– y una compleja explicación balística sobre la concordancia de las armas en ambos crímenes, eran los puntos que generaban el debate en la causa.
Sobre ellos, la jueza Odriozola zanjó que los testimonios y las pericias "estudiados en forma conjunta dan a la sentenciante el grado de certeza" necesario para condenar. En relación al primer punto, recordó que en los dos hechos "es señalado el imputado sin lugar a dudas" y no solo eso, sino que todos reconocen rasgos de su personalidad: agresivo y le tenían miedo. Aunque no puedan "tal vez dar detalles con exactitud", para la jueza "quedó plenamente probado que había un gran nerviosismo" el día del homicidio, que en el lugar había mucha gente y que pese a eso "ninguno (de los testigos) dudó en los dos hechos que el autor es el imputado".
La discordancia respecto de la pericia balística surgió porque uno de los peritos indicó que no eran los mismos proyectiles los que habían participado en los dos crímenes (uno de los puntos fuertes, además de las declaraciones testimoniales, para vincular al acusado a los dos hechos). Indicaba que el arma llevaba proyectiles calibre 22 corto y que el hallado eran calibre 22 largo.
Sin embargo, el jefe del departamento hizo una pericia posterior y mostró que el arma utilizada podía llevar el proyectil encontrado en la escena. Explicó que podría haberse puesto un proyectil que no era para esa arma y eso hizo que se rompiera una parte (el tambor). Eso estaba documentado en la pericia anterior también.
Para el segundo perito, se trataba de la misma arma y a su vez pudo fundamentar por qué en la primera pericia no se había llegado al mismo resultado.
La defensa de Maldad, encabezada por Rosario Silveira y María Noel Rodríguez Nader, habían hecho énfasis en un diagnóstico de retraso mental leve que había tenido su defendido en el pasado. Sin embargo, la jueza recogió una frase de la declaración de la perito psiquiatra, quien afirmó: "Entendió lo que hizo y decidió".
La Fiscalía, que en juicio estuvo representada por la fiscal adjunta Alana Eccher, había pedido que se lo condenara a 13 años de prisión. Finalmente, la jueza entendió que la pena más adecuada era de 11 años.
Como es de estilo, Odriozola sugirió saltear la lectura de la parte en la que se enumera la lista de evidencias, pero Maldad, de parco y de pocas palabras, le pidió a la jueza que siguiera. "Yo tengo 10 años para leer todo esto", le indicó.
Aunque antes, durante el juicio, había protestado y demostrado profundo enojo, después de que la jueza Odriozola leyera el fallo, se dio vuelta para mirar a su madre.
–Mamá ¿mañana me llevas una Coca? –le dijo rápido y sin modular demasiado. Ella le dijo que sí y frente a las quejas de su hijo de que él solo quiso defenderse, la mujer miró a la jueza y solo le preguntó si se le iba a descontar el tiempo que ya estuvo preso preventivamente. Odriozola le dijo que sí, que así funcionaba el sistema.
El Maldad sonrío y dijo: "Ah, entonces solo me quedan nueve años".
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