El mundo, según Mario Vargas Llosa

Es común que a una figura de la talla de Mario Vargas Llosa se lo convoque para hablar de los más diversos temas y que dicte cursos en universidades prestigiosas como la de Princeton. Menos frecuente es que un escritor consagrado acepte, en vez de hablar de generalidades, analizar en profundidad varios de sus libros y someterse al cuestionario libre de alumnos y profesores.

En este sentido hay que decir de entrada que sorprende el buen talante de Vargas Llosa en Conversación en Princeton con Rubén Gallo para retrotraerse en el tiempo y sacar del cajón de los recuerdos un sin fin de anécdotas relacionadas con las cinco novelas que se eligieron para la ocasión: Conversación en La Catedral, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El pez en el agua y La Fiesta del Chivo.

También hay que advertir que si no se conocen las obras la lectura de estos capítulos se torna algo farragosa, ya que el peruano y sus circunstanciales interlocutores, incluido Rubén Gallo, dominan los textos citados y escarban a gran profundidad sobre aspectos puntuales que pueden dejar fuera del juego a más de un lector.

Por suerte no sucede lo mismo con el resto del libro, donde Vargas Llosa analiza con gran claridad temas como el pasado, presente y futuro de la novela, la relación entre el periodismo y la literatura o el terrorismo en el siglo XXI, sin que sea necesario haber leído ningún trabajo previo para comprenderlo.

Son especialmente buenas las páginas donde rebate la idea de que la novela es una construcción burguesa, para afirmar que es, en todo caso, una construcción urbana que se opone a los regionalismos o a la literatura de campo por definición. También es interesante cuando analiza el

socialismo real de antaño para fustigar a la literatura que se pone al servicio de los intereses políticos.

O cuando habla de las traducciones y la fidelidad imposible, capítulo sobresaliente que destaca porque Vargas Llosa pone varios ejemplos donde un Jorge Luis Borges en su versión de traductor hace y deshace a su antojo cuando traslada de un idioma a otro, como con Las palmeras salvajes, de William Faulkner.

También es entretenido cuando analiza las diferencias entre periodismo y literatura, presentándolos como vasos comunicantes, pero estableciendo las diferencias esenciales. Y más aún, cuando muestra como hombres y mujeres que querían ser escritores terminan no siéndolo porque el periodismo los arruina, por la frustración que produce trabajar en una noticia que un día después de publicada está muerta y desaparece.

Ya en el terreno de las ideas, Vargas Llosa arremete contra varios dictadores latinoamericanos a los que acusa de haber destruido el continente. Nombres como Pinochet, Trujillo, Odría, Somoza, Pérez Jimenez o Rojas Pinilla conforman un largo y triste catálogo al que el peruano suma a Fidel Castro y Nicolás Maduro.

En el capítulo dedicado al terrorismo en el siglo XXI, Vargas Llosa afirma que "estamos en guerra", y que se debería atacar cuanto antes toda el área donde opera el Estado Islámico. También opina que se debe apoyar a todos los grupos que quieran derrocar a cualquier dictadura de Medio Oriente.

Cuando se le plantea que el terrorismo ha generado en occidente un recorte de derechos individuales, menoscabando así las bases de la democracia, dice que se debe ser muy cuidadoso estableciendo cual es el límite de intromisión en la vida privada de las personas.

También hay espacio para hablar de lo que fue su carrera política, de la dictadura de la tecnología que ya se viene o de la censura que sufrieron sus libros en diversos países. Un libro original y entretenido.

De: Mario Vargas Llosa

Editorial: Alfaguara

Páginas: 296

Precio: $ 590