Ayer,
Emmanuel Macron, un desconocido para el gran público hace tres años, subió corriendo las escaleras del Palacio del Elíseo después de saludar a su predecesor, François Hollande.
El joven ambicioso, que entró en la política de la mano del mandatario saliente, despertó el interés del mundo.
En agosto del año pasado, Macron decidió dejar su cargo como ministro de
Economía para crear ¡En Marcha!, un nuevo movimiento que busca "renovar" la política gala.
Cuando anunció su decisión, muchos pensaron que iba a ser un salto al vacío, pero su apuesta funcionó.
El centrista, catalogado como un "novato en política", derrotó en las elecciones presidenciales a los tradicionales partidos que gobernaron a
Francia en las últimas décadas.
Con su investidura, además, se convirtió en el presidente más joven de la historia de Francia, por delante de Luis Napoleón Bonaparte, quien tenía 40 años cuando fue elegido en 1848.
Macron se presentó como un líder "antisistema". Sin embargo, sus detractores afirman que es producto del sistema. En un debate televisivo, su rival en la segunda vuelta electoral, Marine Le Pen, lo definió como "un niño mimado del sistema y de las elites".
El estudiante modelo
El nuevo presidente francés se graduó con honores en el prestigioso liceo parisino Henry IV y después obtuvo una maestría de filosofía.
Durante sus años universitarios trabajó como asistente editorial del reconocido filósofo francés Paul Ricoeur, a quien ayudó a publicar su último libro.
Luego de estudiar en la Escuela Nacional de Administración, Macron comenzó su carrera meteórica como inspector de Finanzas antes de aterrizar en el banco Rothschild, donde fue nombrado socio gestor.
Después dejó el sector privado y se convirtió en uno de los asesores económicos del presidente socialista François Hollande, quien lo nombró ministro de Economía. Entonces, vio "desde adentro la vacuidad del sistema político" y comenzó a germinar su ambición.