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15 de febrero 2013 - 19:50hs

El 16 de abril de 2005, el día de su cumpleaños número 78, Joseph Ratzinger anunció a sus colaboradores la alegría de su próxima jubilación. No era la primera vez que el cardenal alemán intentaba dar un paso al costado a las responsabilidades vaticanicias, motivado por el deseo de terminar en tranquilidad sus días de vejez. En 2002, cuando oficiaba como mano derecha de Juan Pablo II, como prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, le había solicitado dimitir al entonces papa, quien se negó porque prefería tenerlo cerca. No obstante, tres días después de cumplir 78 años, Ratzinger se transformaba en el nuevo pontífice.

De acuerdo al libro del periodista alemán Peter Seewald, Luz del mundo, tras su designación como jefe supremo de la iglesia, a Ratzinger se le vino a la cabeza la idea de la guillotina, ya que no sentía que el papado fuera su destino, “¿Qué estás haciendo conmigo? Ahora, la responsabilidad la tienes Tú. ¡Tú tienes que conducirme! Yo no puedo”, dijo, dirigiéndose a Dios. Así se iniciaba el tiempo de Benedicto XVI al frente de la Iglesia, a quien muchos calificaron como un papa de transición. Hoy, tras ocho años como pontífice y después de su renuncia, el balance parece indicar que más que un papado de paso, su gestión fue una bisagra en la historia de la Iglesia Católica.

Según Andrés Beltramo, corresponsal de Notimex y colaborador de Vatican Insider, y para Eric Frattini, autor del libro Los cuervos del Vaticano, Benedicto XVI no es un papa conservador, como repetidamente se lo ha tildado, sino un revolucionario. “Más gesto revolucionario que el de renunciar no creo que haya”, sostuvo Beltramo, quien además considera como transformadores muchos aspectos de su pensamiento. “Él toma el concepto de tradición, lo despoja de los prejuicios que han existido en la Iglesia y le da un contenido nuevo. La tradición de la Iglesia es evolución pero al mismo tiempo es ir al origen del mensaje evangélico”, indicó.

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Frattini, por su lado, calificó de revolucionaria su intervención en el Concilio Vaticano II, cuando era aún un joven teólogo, así como su trabajo respecto a la pederastia, por el cual Benedicto XVI tuvo que luchar contra las resistencias dentro de la Iglesia. También se reunió con familiares de las víctimas y solicitó procesos de investigación, entre ellos estuvo el del líder de Los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quien fue retirado del ministerio sacerdotal por el papa al poco tiempo de asumir como tal. A su vez, durante su pontificado, señaló Frattini, el papa creó una ley para que el banco Vaticano dejara de ser “un paraíso fiscal”. Pese a su dimisión, el miércoles pasado Benedicto XVI dio el visto bueno para el nuevo presidente del banco Vaticano.

Motivos de la renuncia

La renuncia del papa el lunes pasado –situación que no ocurría desde el año 1415, con la dimisión de Gregorio XII– aludiendo a su “falta de fuerzas” no fue interpretada por todos los analistas solo como el producto del obvio decaimiento físico que puede experimentar una persona de 85 años al frente de una tarea tan extenuante como la de ser pontífice. Para Beltramo, su renuncia también pudo verse influida por el temor de Benedicto XVI a quedar expuesto a la situación que experimentó Juan Pablo II durante el último tiempo de su papado, que dejó al Vaticano frente a un vacío de poder. No obstante, el periodista argentino radicado en Roma no cree que asuntos como la traición de su mayordomo Paolo Gabriele y la filtración de documentos de la Santa Sede, conocida como Vatileaks, así como los conflictos al interior de la curia romana, sean definitorios de esta decisión, que para él resultó sorpresiva. Pese a que el pontífice reconoció en entrevista con Seewald en 2010 la posibilidad de que un papa renuncie, el vaticanista sostuvo que la dimisión fue inesperada porque se produjo luego de que las aguas se hubieran calmado en referencia a los citados asuntos, momento durante el cual el tema de la renuncia sí estuvo en el candelero.

“Es real que esta curia romana no ha estado a la altura del papa. Pero confinar la decisión a ese problema es minimizar la magnitud de su decisión”, manifestó. Por otra parte, según declaró el director de la agencia Rome News, Javier Martínez Brocal, a la edición del miércoles de El Observador, la decisión de Benedicto XVI no estuvo motivada como otros sostienen por los escándalos que se destaparon durante su gestión, sino por el entendimiento humilde y sincero de que su avanzada edad ya no iba a permitirle desarrollar su tarea con cabalidad. En este sentido, aunque Benedicto XVI aceptó ante Seewald la viabilidad de una renuncia, también sostuvo entonces que “un pastor nunca huye de los lobos y deja el rebaño solo”.

No obstante, para Frattini la renuncia, de la que ya había hablado en Los cuervos del Vaticano, no fue una sorpresa.

Según el escritor peruano-español, la dimisión de Benedicto XVI está muy relacionada con la traición de Gabriele y con el agotamiento producido por no haber podido controlar la “guerra atroz” entre dos sectores muy fuertes dentro del Vaticano: el liderado por Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica, y el de Tarcisio Bertone, secretario de Estado Vaticano y desde 2007 cardenal camarlengo, persona encargada de administrar los bienes de la Santa Sede y quien se hará cargo de esta tras la renuncia de Benedicto XVI el 28 de febrero y hasta que asuma el nuevo papa.

De acuerdo a Frattini, el Vatileaks develó batallas de esta guerra, en referencia al citado caso del banco Vaticano, el hospital de Milán y el conflicto entre el L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano y el Avvenire, de la Conferencia Episcopal Italiana (el primero controlado por Bertone y el segundo por Sodano). Esto desembocó en que gente de L’Osservatore Romano filtrara al periódico Il Giornale que el director del Avvenire era homosexual, lo que motivó su dimisión. “Sodano fue el primer secretario de Estado de Benedicto XVI; se rumorea en el Vaticano que en el año 2006 antes de su discurso en Ratisbona la frase fue incluida a último minuto por alguien de Bertone, lo que provocó el cese de Sodano como secretario de Estado y su nombramiento para este puesto”, sostuvo el periodista. Frattini se refiere a las líneas que causaron el descontento de los musulmanes: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.

Los papables

Tras la renuncia de Benedicto XVI, las quinielas en torno a quién será elegido nuevo papa se han sucedido, incluso con sitios web dedicados a ello. Están quienes creen que el nuevo pontífice será italiano, debido a que desde 1978 un cardenal de esta nacionalidad no ocupa esta posición, o quienes se inclinan a que será un africano, o uno de Latinoamérica, continente de donde proviene el 42% de los católicos.

Para Beltramo, si bien no hay candidato natural para asumir el papado, hay nombres que tienen presencia. Entre ellos se destaca el del cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, el del filipino Luis Antonio Tagle, “muy conocido por ser cercano a la gente y por su gran espesor intelectual”, el austríaco Christoph Schoenbom, y dos italianos, Gianfranco Ravasi, ministro de Cultura del Vaticano, y Angelo Scola, arzobispo de Milán y la apuesta fuerte de muchos compatriotas.

Para Beltramo, no obstante, no puede darse por sentado que un cardenal de esta nacionalidad ocupe el máximo cargo eclesiástico, aunque sí va a haber una fuerte impronta italiana y europea en el cónclave, ya que, de los 118 cardenales, 29 son italianos y 62 europeos.

Frattini, por su parte, apuesta a Scola como el próximo papa, porque es un hombre de consenso entre los sectores de Bertone y Sodano, además de que el propio Benedicto XVI dijo que podría ser un buen sucesor. No obstante, para el periodista, el problema no radica en quién sea elegido papa sino que quien lo haga pueda controlar ambos prelados.
Un papa tímido y erudito

Otro de los aspectos señalados por expertos vaticanistas es que a la hora de elegir el nuevo papa, el cónclave podría tener en cuenta que el novel pontífice tenga habilidades “mediáticas”, debido a que la timidez de Benedicto XVI, reconocido teólogo y profesor universitario, podría haberle jugado en contra respecto a su popularidad. El vaticanista John Allen escribió una comparación con el anterior pontífice de la siguiente manera: “Si Juan Pablo II no hubiera sido papa, hubiera sido una estrella de cine (de hecho, en su juventud fue actor); si Benedicto XVI no hubiera sido papa, hubiera sido un profesor universitario”.

Para el obispo de Salto, Pablo Galimberti, “no se le puede pedir a Benedicto que tenga las mismas manifestaciones teatrales de Juan Pablo II. El papado es un sobretodo que no todos tienen que usar de la misma manera”. El padre Miguel Pastorino, vocero de la arquidiócesis de Montevideo, sostiene que Benedicto es un papa más para leerlo que para verlo por televisión. “Yo las cosas más lindas que he leído sobre la fe se las leí a él. Es triste que se lo conozca tan poco y que no se lo entienda. Yo creo que lo valoraremos mucho más con el tiempo”, afirmó y destacó los cambios que el pontífice hizo al interior de la Iglesia.

No obstante sus diferencias de personalidad con Juan Pablo II, varios analistas sostienen que Benedicto XVI fue más allá que su antecesor en varios aspectos. Beltramo calificó al pontífice como un “hombre sabio” con muchas virtudes: “Habla claro, su pensamiento lineal y entendible lo acercaba a la gente. Propuso muchos cambios, como la apertura hacia los anglicanos y los luteranos, el debate con el islam –que primero fue hostil y luego el convirtió en positivo con la visita a la mezquita Azul de Estambul– la reunión con las víctimas de la pederastia y el reconocimiento por primera vez de este problema, y la escritura de las tres encíclicas”.

Para Beltramo, el aspecto que se le podría objetar al papa es haberse mostrado muy ingenuo respecto a sus colaboradores, que derivaron, según el analista, en incidentes como el de Ratisbona o el haberle levantado la excomunión al obispo que negó el holocausto judío. No obstante, con posterioridad la Santa Sede precisó que Benedicto XVI “desconocía” la posición del Richard Williamson “en el momento de revocar la excomunión” e instó a este último a que se retractara de sus declaraciones.

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