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10 de noviembre 2023 - 16:14hs

Este viernes el periodismo será el centro de la última fecha del ciclo de Debate de Encuentros Life, y tendrá a dos pesos pesados del oficio en el Río de la Plata sobre el escenario: al uruguayo Leonardo Haberkorn y al argentino Luis Majul.

Ambos se encargarán de cerrar con su encuentro un proyecto que ha transitado por diversos temas —se habló en ediciones pasadas sobre las redes sociales, la industria audiovisual y la longevidad— y que en este caso tiene un disparador claro: El poder de los medios. ¿Quién es hoy un medio? ¿Qué genera lo que comunicamos? Ambos indagarán en las respuestas a partir de las 19.30 horas en Cultural AlfabetaLas entradas se pueden conseguir acá.

Lo que está claro es que será un encuentro particular porque tanto Haberkorn como Majul tienen opiniones discordantes en cómo abordar determinadas posturas ante la información o sus audiencias, pero también cosas en común. Para empezar, ambos son parte de El Observador: el uruguayo es columnista recurrente de la edición uruguaya, en tanto que Majul dirige la versión argentina del portal y encabeza la programación de la radio El Observador 107.9.

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Es un buen momento, además, para poner el periodismo sobre la mesa y para analizar su rol a ambos márgenes del río. Mientras que en Argentina están a las puertas de una elección reñida y que enfrenta a dos candidatos tan polarizantes y opuestos como Sergio Massa y Javier Milei, en Uruguay las aguas de la crisis política siguen agitadas y llegando hasta la orilla del gobierno, algo que produjo renuncias varias y que cobró impulso tras una serie de filtraciones e informes publicados por la prensa.

Tal como lo adelantó Haberkorn en entrevista con El Observador, el rol del periodismo en los últimos años se ha puesto en discusión, y esto ha sido habilitado por varios factores. 

"Nuestro rol está en discusión, hay muchos factores que han jugado para que eso pasara. Uno es la irrupción de las redes sociales. Otro es también la emergencia de algunos actores políticos muy importantes, a la izquierda y a la derecha, que han intensificado su discurso demonizando a la prensa, desde Cristina Fernández hasta Bolsonaro, para poner ejemplos cercanos y opuestos, pero que curiosamente coinciden en lo mismo: en que el enemigo es el periodismo. Trump es otro, Rafael Correa es otro, hay para los dos lados. Eso ha permeado mucho en alguna gente, y a su vez también la ilusión de que la información es gratis, todo disponible, gratis y para quien lo quiere. Todos estos personajes se tiran contra la prensa porque es una molestia para ellos, porque les impide edificar el discurso y actuar impunemente. Y las redes dan mucho, por supuesto, pero no permiten la información investigada, contrastada, profunda, que solo permite el periodismo profesional. Pero son momentos como el que ahora vimos en Uruguay que terminan demostrando que lo necesita. Si no estuviera, la democracia estaría en juego."

Para Majul, por otro lado, el periodismo hoy abraza transformaciones que lo alejan del cierto rol que tenían hace treinta o cuarenta años, y que responden sobre todo a la irrupción de nuevas tecnologías y el "ruido" que estas acarrean. Así lo dejó entrever, también, en conversación con El Observador.

"Desde principios de los años ochenta y hasta los noventa, los medios, la comunicación en general y el periodismo aportaban información y conocimiento. A partir de los 90 se empezó a mezclar el infoentretenimiento, que le aportó a toda esa tendencia mucho ruido. En los 2000, la comunicación estuvo dominada por el ruido, y la incorporación de nuevas tecnologías aportó un elemento distintivo que es internet, que determinó que las audiencias y la conversación pública ya no fue dominada o tuviera como eje los medios de comunicación, tramitando o intercediendo en la conversación pública hacia los lectores y las audiencias pasivas. Algunos dicen que el futuro de las audiencias y la comunicación va a llegar al extremo de que haya una comunicación muy restringida y mínima de uno con uno, y que ese sea un sesgo. Mientras, habrá otro sesgo que identificará a grupos de poblaciones, de audiencias, de habitantes, de cultura, de política, como una especie de gran Torre de Babel del siglo XXI hacia el siglo XXII. Por supuesto que genera mucho ruido, mucho miedo y mucho temor esto, pero soy un tecno optimista."

En ese sentido, Haberkorn apunta otra cuestión vinculada que también introdujeron los cambios tecnológicos: la economía de los medios.

"Otro desafío es la cuestión económica, que no se logra estabilizar. La publicidad ha migrado hacia las plataformas, hacia Google, Facebook, Instagram. La gente se enoja cuando tiene que pagar por los contenidos, pero conseguir información buena da trabajo, lleva tiempo, hay que investigar, hay que dedicarle horas, que hay que pagarlas, porque si no, no hay manera. Los medios todavía están ahí y no lo logran del todo. Entonces claro, eso genera que haya equipos periodísticos más débiles, con menos gente, que no tienen la misma disponibilidad horaria, ni el mismo salario, que terminan haciendo contenidos peores y agravando el círculo vicioso. Es un momento complicado. Yo pienso mucho en la gente más joven que recién está saliendo de las facultades, y la tiene complicada. Hay muchas amenazas pero bueno, por suerte siempre aparecen momentos en que queda claro que se lo necesita."

Ante el título de la charla del viernes, el periodista argentino es cauto: cree que los medios y la información que proponen influye, pero duda de que exista realmente un poder. Lo pone en estas palabras:

"Yo relativizo un poco el poder de los medios, pero no para ponerme en un lugar de falsa modestia. No tenemos ningún control de la agenda pública. Conozco a cientos de periodistas en Argentina y decenas de periodistas en Uruguay que, con un mejor tono, con más elegancia, con menos elegancia, tratan de decirle a la gente a quién tiene que votar, o quién le gusta más y quién le gusta menos, y la sociedad hace lo que se le canta, lo que está muy bien. No me parece que existe un poder. Creo que el poder ha cambiado de eje. Por supuesto que las conversaciones públicas son influidas por algoritmos, aparatos, big data, pero así planteado, no me parece que exista ese poder de los medios. La conversación pública va por otra parte."

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