Ya pasó por el inodoro, el piso y la bañera. Mira una y otra (y otra) vez un video en Youtube. “No sé cuál es el sueño que tienes. No me importa cuán decepcionante haya sido tu trabajo hacia ese sueño. Pero ese sueño que mantienes en tu mente es posible”. La voz de Les Brown sobrevuela una compilación de imágenes de Will Smith, Michael Jackson, Steve Jobs y Rocky Balboa. Un video motivacional que resuena con eco en el único lugar de la casa en el que puede cerrar la puerta.
“Es muy importante para ti creer que eres el indicado”.
Santiago Maratea es un adolescente encerrado hace 14 horas en el baño de la casa de sus padres en San Isidro. Todavía no es el influencer más comentado de Argentina, ni el que lidera colectas millonarias para colaborar con personas y organizaciones. Es el adolescente que pasa el día entero en la puerta de Polka esperando una oportunidad, pegarla, que alguien lo vea, que alguien note lo que para él es tan claro: va a ser famoso.
¿Qué era lo que entendías por fama en ese momento?
Tiene que ver con la curiosidad el comienzo de eso, de cómo verán las cosas los famosos. La verdad que si tuviese mil vidas me gustaría pasar por todos lados, me gustaría ser alguien que toda la vida vivió en un pueblo, me encantaría entender cuál es la perspectiva que tiene el Papa, me gustaría ser un ciudadano de Corea del Norte o ser Kim Jong-un. Bueno, no me gustaría ser ellos, pero me refiero a la perspectiva: cómo ven las cosas. Y después algo más de mi personalidad, que es que me excita ir por lo imposible, me levanta, me despierta, encuentro ahí el sentido de la vida. Si solo se pudiese lograr lo posible me mato. Si no se pudiese mover ese límite, me muero. Por ahí en la adolescencia me obsesioné con ser famoso como una forma de cuidarme a mí mismo. "Cuando sea grande voy a ser famoso, voy a tener plata y todos me van a querer y yo voy a estar bien". Creo que la mezcla de todo eso hizo que nunca suelte ese objetivo. Fueron diferentes razones, unas fueron lindas, otras fueron más ingenuas, otras fueron más tristes o de supervivencia; pero nunca solté el objetivo.
En otras entrevistas decís que si hoy sos famoso es porque saliste a buscarlo, si hoy tenés dinero es porque saliste a buscarlo, si hoy tenés algo de calle es porque saliste a buscarla. ¿Cómo se fue construyendo Santiago Maratea?
Cada tanto meto un cambio radical en mi vida y es una forma de sentir que tengo algún modo el control sobre algo. Sé que no puedo elegir casi nada, que no tengo el control de nada. Pero por ahí podés mudarte bien lejos o cambiar de país. Contradecirte. Yo empecé a hacerme famoso por redes sociales cuando eran muy menospreciadas. Yo era un tuitstar y eso me traía más problemas que beneficios en lo personal. Me veían como el boludo, como el raro. Yo me la banco, pero de entrada hubo algo que soporté que por ahí otros no hubieran soportado y tiene que ver con esa misma búsqueda que yo hacía. Después algo que hoy en día queda muy en el olvido, pero son mis bases: yo me tomaba dos colectivos a la puerta de Polka y me paraba ahí 11 horas, 8 horas, esperando nada; simplemente como "algo va a pasar porque esto está predestinado para mí y yo estoy dando todo de mí para que suceda lo poco que puedo controlar". Eso es ir a buscarlo. La primera vez que fui a Polka llegué al amanecer y me fui a la noche y lo llamé a mi hermano que me buscara porque no tenía idea dónde estaba.
Esa búsqueda de Maratea empezó en los medios tradicionales: con la ilusión de entrar en la pantalla de la televisión, ese dispositivo de narrativas sociales que llegaba a las casas de todos los argentinos. Pero finalmente lo que buscaba lo encontró en un medio que de alguna manera era un futuro inexplorado: las redes sociales. Maratea fue testigo y parte de la transición de símbolos y narrativas de masas a cada teléfono celular.
¿Qué dirías que ser influencer hoy? Que no es lo mismo que cuando vos empezaste.
Está re complicado hoy. Yo agradezco mucho haber estado justo en un momento donde era fácil arrancar. Si tenías un poco de personalidad, una mínima propuesta, ya era fácil. Me acuerdo de un video viral que eran dos chicos vestidos de nerds que iban en una camioneta 4x4 y le ponían 16 y se iban corriendo. Ese era un videazo en la época de Vine. Con muy poco trascendías. Los que nos comíamos la peli de tomarlo como un trabajo y de repente arrancar a ver a qué hora tuiteábamos nos miraban como diciendo "¿quién sos?", "¿te comiste la película?". Bueno, los que nos comimos la película tuvimos muchos beneficios. Hoy en día es muy complicado porque creo que quien logra trascender tiene la fuerza que tiene un influencer, pero es muy jodido llegar a ese punto porque es muy notable el perfil de ese tipo de persona. Vos rápidamente podés entender si está buscando ser famosa, influencer, cobrar plata. Eso hace que la gente se ponga más en modo de juez. Hoy a los influencers los admiro porque el laburo para llegar a vivir de eso es más difícil que antes.
Santiago Maratea toma un café en un recuadro de la pantalla. 31 años, los ojos azules, el pelo revuelto y un encendedor que mueve entre los dedos mientras habla con El Observador. Extiende la mano fuera del alcance de la cámara de la computadora y trae al encuadre El monje que vendió su Ferrari, el libro de autoayuda de Robin S. Sharma que se convirtió en un fenómeno de ventas que Maratea leyó por primera vez a los 10 años.
Creciste en una familia vinculada al coaching. ¿Cuánta influencia tiene ese aprendizaje en lo que sos hoy?
Toda. Es lo que se hablaba en casa. Como todos tienen los temas que se hablaban en sus casas y hoy en día saben aunque ni se dediquen a eso. Justo tengo acá El monje que vendió su Ferrari, que hoy en día entiendo que es un clásico y hasta medio que dio la vuelta y a la gente hasta le puede parecer una boludez, pero yo leí muy de chico y lo volví a leer ahora porque me jacto siempre de que yo a los 10 años leí El monje y me acuerdo del impacto que tuvo el libro sobre mí, aunque no me acuerde de qué decía. Lo volví a leer ahora y me parece que está bueno. Desde muy chico defendía la autoayuda. No entiendo qué es lo humillante de la autoayuda porque, ¿si no te ayudas vos quién te va a ayudar, boludo? Tiene mucho que ver conmigo, es mi idioma.
¿Dónde está el límite entre eso y el culto a la meritocracia?
Con el tiempo uno va a entendiendo que la carrera es contra vos. Yo no soy tan meritócrata. Banco mucho el esfuerzo y en mi caso hay cosas que si no me esfuerzo y me rompo el orto, me destruyo a mí mismo y me vuelvo a construir, y hago ese ciclo de morir y de volver a nacer. Muchas veces no voy a conseguir lo que quiero. Entonces, para mí cualquier persona que me inspire a superarme es un gurú, es alguien que yo voy a escuchar. No estamos hablando de los chicos de la villa ahora, estamos hablando de mis objetivos y mis sueños, donde incluyen un montón de cosas, porque aparte mis viejos me han enseñado mucho a soñar. ¿Cómo hacer para que tu sueño se mantenga en el tiempo y no se concrete en un momento y vos te quedes desolado sin nada? Siempre sueño con cosas que exceden, como la armonía, la humildad, la colectividad. Cosas que no voy a conseguir mañana y por ahí cuando las consiga será una conquista diaria y para siempre. Cosas como la humildad. Y se consigue con esfuerzo. Yo aprendí así, es el idioma que tengo.
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“Buen día. Te hago una pregunta: de casualidad, ¿tenés 10 pesos?", dice Maratea mientras mira a la cámara de su celular un día de febrero de 2021. "Es para comprar una ambulancia”. Sale al balcón, se sienta, prende un pucho y explica: sus historias las ven todos los días por lo menos unas 200 mil personas. Entonces pide: necesita multiplicar diez pesos por doscientos para llevar una ambulancia a una comunidad wichí de Salta.
Ese fue el puntapié de su muerte y su resurrección. Desde entonces, Maratea volvió a sus millones de seguidores un medio para conseguir millones de pesos: para un medicamento para Emmita, para comprar la sede de la Asociación Madres Víctimas de Trata, para crear una fundación para infancias trans en el marco de la ONG Trans Argentinxs, para apaliar los incendios en Corrientes. Luis Suárez, incluso, lo contactó para ayudar a Federica Rodríguez, una bebé uruguaya que necesita un tratamiento. Y sí, también generó una treintena de acciones colectivas en las redes sociales.
Hablabas de morir y renacer para ser algo nuevo. Y de alguna forma es lo que has hecho también en tu carrera: de ser una estrella de Twitter a recaudar millones en colectas para diferentes personas y colectivos.
Para mí fue muy gratificante, porque yo en un punto estaba con esa misma actitud pero siempre tenía que pedirle a una marca. Era complicado. Tuve reuniones eternas con mi manager, que era "Santi, la empresa quiere vender, no es una fundación, no quiere regalar". Había un laburo que habíamos hecho muy bien de "¿cómo beneficiamos a otro, también beneficiamos a la empresa y aparte nos beneficiamos nosotros?". Cuando arrancamos las colectas desapareció esa burocracia, por así decirlo. Es solo confiar en mi poder de convencimiento. Todo arranca a ser más fácil, más rápido, más productivo, mejor, más transparente. Es ampliamente mejor que las donaciones o la caridad a través de fundaciones o empresas que hacen comidas de gala. Se te fue el tiempo, se te murió el pibe hasta que hiciste la gala y le pagaste a una piba una fortuna para que organice los centros de mesa. Por ahí era la herramienta que había antes de Internet. ¿Dónde nos juntamos? Bueno hagamos una gala, que venga Mirtha, así vienen todos y pedimos plata. Está bien, no está mal, ha funcionado años. Pero Internet vino también a cambiar en este aspecto, para que sea más más productivo, más transparente, más rápido, menos burocrático.
Justamente en tu biografía dice "no es caridad lo que hago". ¿Qué es? ¿Cómo definís lo que haces?
Es un poco de filantropía, un poco de marketing, un poco de influencer, un poco de humano. Somos muchas las personas que ayudamos a otras y mi cara es la única que se ve, pero hay gente que me cruza en la calle y me dice "yo puse para absolutamente todas sus colectas" o "siempre que sea un bebé vas a contar conmigo". Entonces somos un montón de personas que lo que tenemos es una cosa humana. Si lo nombrás caridad va a quedar en la nada. La caridad tiene un tope. En esta cosa de "no le des el pescado, enseñale a pescar", la caridad te da el pescado, no te enseña a pescar. En este caso yo no estoy hablando de cómo enseñarle al que recibe, sino cómo enseñarle al que da. ¿Qué es lo que pasa con la gente de hoy? Son protagonistas, son los que ponen la plata, pero nadie los conoce y no tienen forma de tener ningún tipo de reconocimiento o compartir con otros que también arman comunidad. Hoy en día eso no existe y es lo que quiero que mi fundación tenga. ¿Cómo haces para entender el valor que tenés para cambiar este país, por ejemplo? Y cómo con Internet vas a poder trabajar, ir al gimnasio, coger con tu pareja, dormir la siesta, pasear al perro y ayudar en esta problemática social que en un punto a vos también te afecta. Con lo poco que podés hacer desde la computadora, aportando lo tuyo a parte de la plata, tu opinión, tu voto, tu perspectiva, tu experiencia. Eso va a hacer grandes cosas. Mi próximo sueño es por ese lado: usar la empatía como un motor, que la empatía sea productiva, no sea solamente el premio al mejor amigo. Si no tengo empatía, sirvo menos en un mundo en el que a mí me gustaría vivir.
¿Cómo te relacionás con el hate?
Estoy muy acostumbrado. Te lo deberían decir mis amigos esto, pero no estás entrevistándolos a ellos: yo soy alguien llamativo. Entonces, el hate está dentro de la carpeta de "están hablando de mí". Están hablando bien o mal. ¿El que está hablando mal es genuino o no está pudiendo con otra cosa que le genero y entonces así la canaliza? ¿Y el que está hablando bien me quiere o quiere algo de mí? No sé. Hay algo de la fama, de esa exposición, de que estén hablando de mí, que ya me tiene sin cuidado. No es que estoy en un estado de nirvana, sino que es normal. Te van a tirar buenas y malas y lo busco así. Una vez Sofi Carmona me dijo: "vos siempre pensás la idea más viral. Tenés una idea, se te va y terminás en la más viral que pueda ser la posibilidad". Y eso obviamente va a generar algo. Recién veía que Migue Granados estuvo con Camilo y cantó Los dinosaurios de Charly. Tuve mil sentimientos encontrados. Estaba como "más te vale que no desafines ni una nota, Camilo de mierda, porque estás cantando un himno nacional" y después me empezó a gustar. Me terminó gustando, pero lo que más rescaté fue "qué capo Migue", porque se anima a hacer algo que es re loco, que es re flashero, que no tiene nada que ver. Hay gente a la que le va a parecer un insulto y gente que le va a parecer algo lindo, un reconocimiento, un homenaje. Si vos vas a hacer cosas que no son lo más normal del mundo, la gente va a opinar. Y yo siempre elijo hacer cosas que no son lo más normal del mundo y la gente entonces va a opinar.
Con el fideicomiso para sanear la deuda de Independiente, por ejemplo, tuviste repercusiones y críticas.
Yo la colecta de Independiente la hice porque estoy jugando acá en un club en Tristán Suárez que se llama Club de Fútbol Ezeiza. Estaba muy depre y dije "por ahí el fútbol me rescata". Le dije a Toki (ndr. Santiago Galván) –el DT, el presidente y el entrenador que son la misma persona– "que yo meta un gol está imposible como que este club llegue a primera, ¿estás para que nos juntemos en este sueño? Vos me ayudas a meter un gol y yo te ayudo a llegar a primera". Es por eso que arranque lo de Independiente. Tiene un sentido para mí, aunque el otro no lo quiera ver. Y sí, estás en Independiente, que es de los clubes más grandes de Argentina y Latinoamérica, todo el mundo lo va a ver, todo el mundo va a opinar. Algunos opinarán bien y otros opinarán mal. Mi tranquilidad y por lo cual yo creo que duermo a la noche y no tengo ataques de pánico, es porque sé por qué estoy haciendo esto. Muchas veces tomé caminos que supuestamente no debería haber tomado y yo sabía por qué los estaba tomando, y llegué hasta acá. Tampoco me es tan trascendente que alguien de la nada opine, por ejemplo, "con lo del Rojo te quemaste, ya no sos lo que eras". ¿Pero, boludo, vos te pensás que es la primera vez que yo recibo un comentario de "ya no sos lo que eras"? Si por cada persona para la que me caí como ídolo me diesen un dólar, sería millonario. A la gente a la que le caigo bien hoy mañana seguramente le voy a caer mal, y al revés también. En la mitad hay un grupo muy selecto de personas que para mí son como familia, amigos, fans, lo que sea, que me siguen a mí, me entienden por fuera de lo que esté haciendo ahora y confían en que todo en mi vida tiene un sentido. Nada lo estoy haciendo porque sí. Eso me relaja.
Hablabas de tu salud mental y es algo que comentaste también esta semana a tus redes. ¿Sentís que estás llegando a un límite? ¿Cómo lidias con eso?
Laburo mucho en mi registro y no quiere decir que sea bueno en eso, sino que justamente laburo en intentar registrarme. Hasta hace un año no tenía la capacidad de reconocer emociones. Estoy en ese laburo de conocerme más, de registrarme y empezar a poner límites. Hay un respeto que tengo hacia mí, eso últimamente con la adultez y con el laburo me está costando más. Me ha pasado de tener bardos con el laburo mientras estaba con una colecta de un nene y me llamaron de la agencia con el mismo tono que me llamó su mamá. Ella tiene al hijo que se está muriendo y la agencia está vendiendo una pasta de dientes. Entonces se calman todos o renuncio, porque es una falta de respeto que crean que el mundo se acaba porque un día subo tarde una historia de una pasta de dientes. Hay un límite. Intento aprender todo el tiempo del profesionalismo, pero sin que eso me convierta en un enfermo del laburo que deja todo de lado. Si bien creo que en mi vida me han pasado cosas grosas y me cuesta a veces procesarlas, me doy un lugar de "¿qué es lo importante y qué no?". A veces cuando estás muy mal no hay nada más importante que vos, que es lo que me está pasando hoy. No estoy pudiendo y entiendo que están todos mal y que por ahí necesitarían mi ayuda, pero si yo no estoy disponible eso no va a pasar y va a terminar todo peor porque me va a agarrar algo, que si no es un ataque de ansiedad y de pánico porque tengo la cabeza muy fuerte, me va a agarrar en el cuerpo. Entonces vamos a frenar un poco, a registrarnos y a cuidarnos. Está esa intención aunque a veces me cueste y siento que eso me mantiene bien.
Esta semana lanzaste un pedido para entrevistar a los candidatos a la presidencia de Argentina. ¿Qué te interesa de ellos?
Quiero preguntarle a cada uno sobre cada colecta que hice, sobre esa comunidad, sobre ese caso. Por ejemplo, si Milei dice que lo único que va a importar son el derecho a la libertad, la propiedad privada y la seguridad, ¿la comunidad trans va a estar en su mejor momento o vamos a admitir que la comunidad trans recibe una discriminación en ciertos sectores que los deberían proteger? Digo, el próximo chabón al que le peguen por ser puto, ¿va a ir preso 10 años, o vamos a admitir que cuando a un chabón homosexual le pegan y va a la comisaría no le toman la denuncia? Las madres de víctimas de la trata, si mi cuerpo es mi propiedad privada, ¿entonces se acabó la prostitución? ¿Vas a salir a buscar a los proxenetas como los narcos? Eso quiero saber de cada uno. Cómo reaccionarían o cómo hubiesen reaccionado. O cómo su gobierno acompañaría los problemas que en un punto yo y millones de argentinos tuvimos que salir a parcialmente intentar solucionar.
¿Te han llamado desde sectores políticos?
Sí, pero no han tenido suerte.
¿No te interesa?
Mi poder es civil.
¿Seguís soñando con una casa llena de toboganes?
Sigo soñando con una casa llena de toboganes en la montaña, ojalá. Y creo que si un día lo dejo de soñar va a ser un regalo para el Santi de esa edad.
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