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8 de noviembre 2023 - 5:03hs

Un proyecto privado con una inversión de USD $100 millones para construir 29 edificios sobre la ruta panorámica en Punta Ballena, en Maldonado, generó el rechazo de organizaciones sociales de la zona y de especialistas en Gestión Ambiental que advirtieron que las obras tendrán un impacto negativo sobre el ambiente del lugar, donde hoy se encuentra el icónico museo Casapueblo del artista Carlos Páez Vilaró.

El proyecto está a estudio del Ministerio de Ambiente que ha tomado la postura de encontrar un equilibrio entre los reclamos de los vecinos y académicos y la inversión en esas tierras que fueron motivo de litigio entre el exdueño Antonio Lussich y la Intendencia de Maldonado cuando se construyó la ruta panorámica en lo que, en realidad, eran terrenos privados.

En 2012 se llegó a un acuerdo y los Lussich se comprometieron a dejar abierto al espacio público ciertos lugares como la ruta panorámica y los miradores a cambio de que se les permitiera fraccionar y construir en la zona. En 2017 la Junta Departamental de Maldonado aprobó la resolución con el voto de todos los partidos políticos.

El subsecretario de Ambiente, Gerardo Amarilla, consideró que el proyecto de los inversores "ya está bastante mejorado" y recordó que existe una sentencia "que terminó laudando un largo proceso" en esos terrenos.

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Amarilla se acercó a hablar con los vecinos de Las Grutas y, según dijo a El Observador, "tienen algunos puntos de vista interesantes que habrá que revisar".

En la reunión los vecinos le entregaron a Amarilla algunos reclamos como, por ejemplo, inundaciones que hubo en la zona de Las Grutas por las edificaciones que ya existen en la misma zona donde se prevé construir los 29 edificios y que, según afirmaron, "no permiten una natural permeabilidad".

Además, le dijeron al subsecretario de Ambiente que las obras afectarán el acceso de la población de Maldonado y los turistas debido a que se trata de predios privados que hasta el momento se utilizan como espacio público y que se afectará la actividad económica de los pescadores artesanales, los vendedores ambulantes de la zona y de la actividad turística.

Unos 12 docentes del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de Maldonado redactaron un informe que aborda aspectos de la biodiversidad, la arqueología y la botánica del lugar y lo elevarán al consejo del CURE. La docente Isabel Gadino dijo a El Observador que el proyecto del grupo inversor argentino es "muy negativo para la biodiversidad, para el paisaje de la zona, los usos públicos, eso es lo más grande", consideró.

Sin embargo, el grupo inversor –integrado por Delfín Ezequiel Carballo, Eduardo Carrera Hughes, Lucía Carrera Ponce de León, María Mercedes Jude Gurméndez, María Cecilia Jude, Carmen del Castillo Soriano y Andrea Carbonell en representación de grupo Amuchastegui-Appellaniz – aseguró en el informe de impacto ambiental que "el diseño paisajístico buscará equilibrar la belleza y la funcionalidad del paisaje para las personas, con la conservación de la belleza y complejidad de la naturaleza".

La consultora de impacto ambiental que estudió el proyecto para los inversores identificó como riesgos ambientales "altos" de la construcción de los 29 edificios la "pérdida de biodiversidad en la vegetación" y la "afectación del paisaje habitual".

Gadino explicó que el informe "habla de plantas", pero que no menciona al ecosistema marino ni a la fauna. "Las plantas que están ahí nacen apenas en las grietas de la roca, se hace imposible la replantación de esas plantas", como propusieron los inversores y agregó: "No se pueden extraer plantas que están en determinados sistemas y pedirles que se mantengan para después volver a generar esa comunidad vegetal".

A su vez, la docente del CURE dijo que Punta Ballena "se destaca como ruta migratoria de ballenas" y que tanto la desaparición de las rocas mediante las explosiones previstas en las obras, como la contaminación lumínica "afectará a la biodiversidad de las primeras líneas del mar" e incluso la reproducción de algunos animales marinos. 

Por otro lado, los académicos creen que el proyecto debería naufragar porque "no contempla la ley de ordenamiento territorial" que estableció que los fraccionamientos territoriales que estén sobre la costa deben ceder los 150 metros desde la ribera al dominio público. "El proyecto no contempla eso, hay edificios que están a 30 metros del mar. No alcanza con que se acomode el proyecto, tiene que ser un espacio protegido por el Estado", consideró Gadino.

Informe Ambiental Imagen del proyecto inmobiliario

Los expertos en Gestión Ambiental insistieron en que el material arqueológico también es parte del ambiente. La arqueóloga y docente del CURE Laura Brum conoce muy bien lo que hay debajo de las costas esteñas porque ha desarrollado su trabajo en la costa de Maldonado y cree que si se hacen obras sobre las rocas de Punta Ballena se perderán objetos de prehispánicos con valor histórico.

"Todas estas puntas rocosas –Punta del Este, Cabo Polonio, Punta del Diablo, Punta Ballena– tienen restos arqueológicos de pueblos prehispánicos, materiales de piedra, que nos hablan de que hace unos 4 mil años, más o menos, eran lugares que estaban habitados donde los grupos iban a hacer lo mismo que hacemos nosotros: pescar, bucear, buscar alimentos", explicó Brum.

El informe de los inversionistas 

Para preservar la biodiversidad que se perderá por las obras, los inversionistas, a través del informe de impacto ambiental, propusieron rescatar la flora "prioritaria", minimizar la superficie con vegetación que será afectada por las obras e implementar un "programa de restauración ecológica y paisajismo sostenible" dentro del complejo residencial.

A su vez, propusieron usar "elementos arquitectónicos" que acompañen la "morfología de Punta Ballena" y respetar los colores considerados en el estudio del paisaje que realizaron los inversores –como el verde en las fachadas–. "Con el fin de lograr la integración visual del proyecto se implementarán cubiertas enjardinadas incorporando vegetación en las fachadas que a su vez serán revestidas de piedra y hormigón pintado en colores que se integren al paisaje", expresaron.

Sobre la iluminación, el estudio de impacto ambiental consideró que al utilizar el color verde en las fachadas para generar un "ámbito sombreado", se atenuarán además los reflejos del sol y la iluminación exterior se colocará al ras del suelo y se "evitará" el uso de luminarias "cuyo brillo se perciba directamente".

La obra se planificó en seis etapas que durarán siete años en total con el objetivo de "minimizar las afectaciones a la vegetación durante la obra" y los inversionistas se comprometieron a marcar una faja de cinco metros alrededor de las obras para evitar "alteración al tapiz vegetal", evitar que las máquinas transiten por allí o se dejen residuos de obra. Además, habrá un "supervisor biológico" durante los trabajos.

El informe de impacto ambiental contratado por los inversionistas sugirió además mejorar la infraestructura alrededor del complejo residencial en conjunto con la Intendencia de Maldonado. Las propuestas son crear un "sendero autoguiado" con bancos, papeleras y cartelería para que los visitantes puedan "conocer y disfrutar del sitio sin afectar a la vegetación natural".

La segunda propuesta es realizar obras de mejora de los estacionamientos que incluyan señalética y barreras perimetrales "a fin de maximizar su seguridad para personas y vehículos, su capacidad locativa, e impedir que los vehículos tengan acceso a la vegetación natural".

Páez Vilaró
"Es bastante exagerado lo que quieren hacer", opinó la artista Agó Páez Vilaró, hija de Carlos Páez Vilaró. La familia del artista que construyó allí el icónico museo y hotel Casapueblo cree que el proyecto afectará el entorno. "Cuando papá llegó a Punta Ballena no había absolutamente nada, caminos, agua, luz y ver esto duele en el alma", dijo.
Casapueblo Ingreso al museo Casapueblo 
Para Páez Vilaró el proyecto "no respeta la naturaleza" y "solo se hace por negocio". La artista consideró que la zona es un privilegio "por ser tan puro, intacto" y que la construcción de los edificios "es una agresión" porque a las residencias se sumarán "cloacas, autos, personas viviendo, polución aérea, contaminación sonora. Es imposible imaginar todo lo que se puede llegar a destruir".
La artista dijo que "le parece correcto" continuar con un "lenguaje estético y respetando la naturaleza" pero que construir 29 edificios en esa zona "es grotesco".
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