La férrea defensa del agua ante la contaminación minera le costó la cárcel a Yaku Pérez. Se sacudió de lo que considera una “persecución” y, ahora, este abogado indígena defensor de las causas medioambientales busca de nuevo la presidencia de Ecuador.
El activista de pelo largo recogido y con la insignia de su pueblo originario amarrada al cuello quedó a las puertas del balotaje por apenas 30.000 votos en 2021, cuando el actual presidente Guillermo Lasso le ganó a Andrés Arauz, seguidor del ex presidente en el exilio Rafael Correa.
En medio de denuncias de fraude, Lasso se impuso a Arauz por cuatro puntos y medio en el balotaje de marzo de 2021 y así fue elegido presidente hasta 2025. Sin embargo, denuncias de corrupción llevaron al banquero Lasso a disolver el Congreso el pasado 16 de mayo, gobernar por decreto y convocar a elecciones anticipadas, que se celebrarán el 20 de agosto.
La maniobra de Lasso fue porque la Asamblea Legislativa había decidido realizarle juicio político al mandatario. Fue una suerte de golpe de Estado que contó con el apoyo de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que cerraron el Congreso e impidieron el ingreso a los legisladores. Lasso también contó con auspicio de la Corte Constitucional que lo autorizó a gobernar sin Parlamento por el plazo de seis meses.
Entre los ocho candidatos que se presentarán el 20 de agosto está Yaku Pérez, de la etnia kañari, que es parte de la comunidad quechua. En 2017 cambió su nombre de pila, Carlos Ranulfo, por Yaku Sacha, que significa “Agua de Monte”.
Pérez, de 54 años, es partidario de dejar bajo tierra el petróleo del megadiverso Yasuní, en la Amazonia, y de prohibir la minería en el Chocó Andino, declarado por la Unesco reserva de la biósfera. Esos dos temas se decidirán en consultas populares el mismo día de las elecciones presidenciales.
“Va a ser un mensaje al mundo de que en el Ecuador se cuida la vida y que tenemos autoridad ética para poder combatir el calentamiento global”, afirma a la agencia de noticias AFP antes de recorrer un mercado de la capital, munido de su saxofón.
Autor de ocho libros sobre derecho y medioambiente, Yaku Pérez se presentó a la elección auspiciado por partidos de izquierda, pero sin el apoyo del fragmentado Pachakutik, el brazo político del movimiento indigenista. Pérez dice representar a una izquierda alejada del expresidente Rafael Correa, quien gobernó Ecuador entre 2007 y 2017.
Los opositores del candidato rechazan algunas de sus propuestas, como la condonación de deudas, por considerarlas un peligro para las golpeadas finanzas del país, azotado por la criminalidad y el narcotráfico.
Para Pérez, Ecuador requiere una transformación profunda y propone combatir la violencia en dos frentes: con la fuerza pública pero también con maestros, médicos y emprendimientos. “Hay que acabar con la máquina que fabrica delincuentes y esa máquina es un Estado fallido, es la falta de educación, es el empobrecimiento, es esa crisis estructural que está llevando a convertirnos en un semillero de delincuentes”, apunta.
Hijo de peones de hacienda, Pérez –cuyo padre nunca pisó una escuela– conoce la “pobreza absoluta”. Con apenas cinco años caminaba una hora para recoger agua.
La vida en el campo marcó su rumbo hasta ser presidente, entre 2013 y 2019, de Ecuarunari, la organización que representa a los pueblos originarios quechua de la región andina. También fue prefecto de la provincia sureña de Azuay entre 2019 y 2020. “Ese contacto con la tierra me volvió extremadamente sensible”, asegura.
Hablar sobre la madre de sus hijas, fallecida de cáncer hace 13 años, le quiebra la voz: “Cuando se fue Verónica de este mundo me dejó partido, me dejó semivivo”. Para aliviar la pérdida, intentó convertirse en la “madre perfecta” para Ñusta (Princesa) y Asiri (Sonrisa), de 24 y 18 años, respectivamente.
Con nostalgia, admite que no aprendió a peinar a sus hijas, pero se enorgullece al decir que ellas “nunca dudaron de quedarse” a su lado, pese a que sus abuelas quisieron tener la custodia. El amor y el yoga llegaron a su vida cuando conoció a la periodista franco-brasileña Manuela Picq, quien enfrentó durante el gobierno de Correa un fallido proceso de deportación tras participar en una protesta.
Para demostrar que está listo para ser mandatario, Pérez hace una lista de todos sus oficios: “Yo no sólo represento a los indígenas, represento a los ecologistas, a los docentes universitarios, a los profesionales, porque soy abogado, a los escritores y represento a los artistas tocando el saxofón, a los agricultores porque sé trabajar con el arado, el pico y la pala”, concluye.
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