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El reconocido economista de Harvard Jeffrey Sachs criticó la política exterior norteamericana
El prestigio profesor y economista de la universidad de Harvard escribió en un artículo para New World Economy donde señaló que la actual política exterior de los Estados Unidos se basa en una contradicción inherente y un defecto fatal.
Según Sachs, el objetivo de la política exterior de Washington consiste en “un mundo dominado por los Estados Unidos, en el que ese país escriba las reglas comerciales y financieras globales, controle las tecnologías avanzadas, mantenga la supremacía militar y domine a todos los competidores potenciales”.
Y agrega que, “a menos que se cambie la política exterior de los Estados Unidos para reconocer la necesidad de un mundo multipolar, conducirá a más guerras y posiblemente a la Tercera Guerra Mundial”.
La contradicción inherente en la política exterior de los Estados Unidos sería que está en conflicto con la Carta fundacional de las Naciones Unidas que compromete a todos los miembros (incluido los Estados Unidos) a un sistema global basado en las instituciones de las Naciones Unidas en el que ningún país debe dominar a otro u otros.
En cuanto al defecto fatal, Sachs afirma que los Estados Unidos “tiene sólo el 4% de la población mundial y carece de las capacidades económicas, financieras, militares y tecnológicas, y mucho menos de los reclamos éticos y legales, para dominar el otro 96%”.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos estaba muy por delante del resto del mundo en poder económico, tecnológico y militar y eso ya no sucede porque muchos países desarrollaron sus economías y capacidades tecnológicas.
El profesor Sachs hace notar que, recientemente, el presidente francés Emmanuel Macron dijo que la Unión Europea, aunque es un aliado de los Estados Unidos, no quiere ser su vasallo. Macron fue atacado ampliamente en los Estados Unidos y en Europa porque en dijo que en el Viejo continente muchos “políticos mediocres dependen del apoyo político norteamericano para permanecer en el poder”.
También recuerda en su artículo que, en 2015, el embajador Robert Blackwill, un importante estratega de política exterior de los Estados Unidos, describió la gran estrategia norteamericana con una claridad excepcional cuando señaló que “desde su fundación, los Estados Unidos siguió constantemente una gran estrategia enfocada en adquirir y mantener un poder preeminente sobre varios rivales, primero en el continente norteamericano, luego en el hemisferio occidental y finalmente a nivel mundial”, y argumentó que “preservar la primacía de los Estados Unidos en el sistema global debe seguir siendo el objetivo central de la gran estrategia en el siglo XXI”.
Para mantener la supremacía de los Estados Unidos frente a China, Blackwill presentó un plan de juego que está siguiendo el presidente Joe Biden. Entre otras medidas, Blackwill instó a crear “nuevos acuerdos comerciales preferenciales entre amigos y aliados de para aumentar sus ganancias mutuas a través de instrumentos que excluyan conscientemente a China”, también “un régimen de control tecnológico” para bloquear las capacidades estratégicas de China y un sistema de construcción de las “capacidades políticas de poder de los amigos y aliados de los Estados Unidos en la periferia de China, fortaleciendo nuestras fuerzas militares a lo largo de la costa asiática a pesar de cualquier oposición china”.
Jeffrey Sachs expresa claramente que no apoya el enfoque agresivo de la mayoría de los políticos estadounidenses y muchos en Gran Bretaña, la Unión Europea, Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda. Considera que el enfoque de los Estados Unidos hacia China es contrario a la Carta de las Naciones Unidas y la paz.
China, según Sachs, tiene derecho a la prosperidad y la seguridad nacional, libre de las provocaciones de los Estados Unidos alrededor de sus fronteras. Los notables logros económicos de China desde finales de la década de 1970 son maravillosos tanto para China como para el mundo.
Durante el largo siglo de 1839 a 1949, China se sumió en la pobreza extrema en un período marcado por las invasiones europeas y japonesas de China y las guerras civiles chinas. Gran Bretaña invadió en 1839 para obligar a China a comprar el opio adictivo de Gran Bretaña. Otros poderes se acumularon durante el siglo siguiente y China finalmente se recuperó de ese período desastroso y, en el proceso, terminó con la pobreza de alrededor de mil millones de personas, precisa Sachs en su escrito.
La nueva prosperidad de China puede ser pacífica y productiva para el mundo. Las tecnologías exitosas de China, que van desde curas vitales para la malaria hasta energía solar de bajo costo y redes 5G eficientes, pueden ser una bendición para el mundo.
Para Sachs, “China sólo será una amenaza en la medida en que los Estados Unidos convierta a China en un enemigo. La hostilidad de los Estados Unidos hacia China, que combina el arrogante objetivo de dominación con el racismo anti-chino que data del siglo XIX, está creando ese enemigo”.
“Los peligros de la política exterior estadounidense se extienden más allá de China. El objetivo de los Estados Unidos de expandir la OTAN a Ucrania y Georgia, rodeando así a Rusia en el Mar Negro, ayudó a avivar la Guerra de Ucrania. Innumerables naciones ven el peligro de este enfoque”.
“Las principales naciones, desde Brasil hasta la India y más allá, aspiran a un mundo multipolar. Todos los estados miembros de la ONU deben volver a comprometerse con la Carta de la ONU y oponerse a las afirmaciones de dominio de cualquier nación”, puntualizó finalmente el profesor Sachs.
