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El relato del cambista que traficó miles de dólares a Argentina

Interrogan a ahorristas del Banque Heritage para conocer la operativa informal
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07 de diciembre de 2019 a las 05:03

El cambista entraba a las oficinas del Banque Heritage, en el corazón de Ciudad Vieja, como si fuera un cliente más. En el mostrador, anunciaba que venía para cobrar una letra de cambio a su nombre, presentaba su cédula –la cual era fotocopiada por sus dos lados–, estampaba su firma, y se dirigía a una sala privada donde un funcionario del banco le entregaba varios fajos de dinero por cantidades que muchas veces superaban los US$ 100 mil.

A pesar de no ser cliente del banco, y de no tener ninguna fuente de ingresos formal,  este hombre desempleado de 43 años se había convertido en un visitante frecuente de la institución financiera. Entre marzo de 2016 y noviembre de 2017 hizo más de 40 operaciones de extracción de dinero por cientos de miles de dólares provenientes de una veintena de cuentas de ciudadanos argentinos sin que aquella actividad llamara la atención del banco.

Su nombre figura hoy en la nómina de indagados en el marco de las investigaciones por la megaestafa al Banque Heritage. Es que el cambista respondía a las órdenes de la ejecutiva de cuentas del banco que en octubre de 2018 fue condenada por haber robado entre US$ 1,8 millones y US$ 2 millones de una veintena de depositantes argentinos en un lapso de 12 años (de  2003 hasta 2015), mediante la falsificación de permisos supuestamente firmados por los clientes para autorizar a terceros a extraer dinero.

La fiscalía investiga si el hombre fue parte de esa maniobra, como uno de los que se dedicó a extraer dinero sin autorización de los clientes para entregárselo a la ejecutiva.  Sin embargo, ante la justicia, el cambista negó tal extremo y aseguró que su trabajo consistía en retirar el efectivo de cuentas en Uruguay para que aquellos clientes que no tenían sus cuentas declaradas ante el fisco en Argentina pudieran hacerse del efectivo. 

El hombre accedió a contar su relato a El Observador con la condición de que no se revelara su nombre. “Sabía que esa actividad no era formal, que el banco no podía dar ese servicio, pero se hacía y yo siempre cumplía con los clientes”, aseguró.

Asimismo, varios clientes confirmaron esa declaración, dejando al descubierto una maniobra de trasiego de dinero que viola normativas aduaneras y del Banco Central, pero que no constituyen un delito penal para la justicia. 

El fiscal de la causa, Enrique Rodríguez, intenta determinar si realmente el dinero fue entregado en forma, por lo que en las próximas semanas enviará una serie de exhortos hacia Argentina con el objetivo de interrogar a los clientes que se encontraban dentro de la cartera de la ejecutiva condenada y de cuyas cuentas retiró en efectivo el cambista. 

De esta forma buscará confirmar si el envío de dinero hacia Argentina era una práctica habitual del banco, lo que podría dejar al cambista libre de responsabilidad penal –ya que no sería cómplice de la estafa–, al tiempo que expondría a la institución a sanciones de parte del Banco Central (BCU).

De hecho, el fiscal envió un informe a la Unidad de Información y Análisis Financiero del BCU para que evalúe si corresponde o no sancionar al Banque Heritage. Desde el banco señalaron que solo la ejecutiva actuaba de esa manera y que lo hacía a espaldas de sus autoridades, falsificando las instrucciones de los clientes. La institución aseguró que la única funcionaria que tenía contacto con el cambista era ella, y que nadie más sabía de su existencia.

Según supo El Observador, el cambista no es el único que participó del trasiego de dinero hacia Argentina. Hay al menos tres personas más que declararon haber cruzado fondos de cuentas que formaban parte de la cartera de la clientes de la mujer condenada. 

La justicia ya imputó a tres personas allegadas a la ejecutiva, quienes también figuraron como beneficiarios de varias letras de cambio para la extracción de dinero, las cuales habían sido falsificadas. Se les imputó un delito de receptación porque se probó que el efectivo que extraían iba a parar a casas de cambio o empresas vinculadas a la funcionaria del banco. 

El cambista

A finales de 2015, el cambista estaba desempleado cuando la ejecutiva ahora condenada lo contactó para ofrecerle una tarea bien remunerada. Tenía que cobrar dinero de aquellos argentinos con cuentas en negro en el banco y llevarlo a financieras en Buenos Aires, de modo que estos se hicieran del efectivo sin necesidad de declararlo ante la AFIP. 

El desafío era pasar el dinero sin que los funcionarios aduaneros lo detectaran.  La normativa establece que todas las personas físicas o jurídicas que transporten dinero en efectivo, metales preciosos u otros instrumentos monetarios a través de la frontera por un monto superior a US$ 10 mil deben declararlo ante la Aduana. Sin embargo, el cambista pasaba hasta US$ 40 mil por viaje, y en ocasiones llegaba a viajar hasta dos veces por semana. 

Por ese trabajo cobraba un 3% del dinero que lograba enviar hacia Argentina, el cual se cobraba él mismo separándolo de los billetes que debía cruzar hacia Buenos Aires.  Según reconoció a El Observador, mientras llevó adelante la operativa, solo mantuvo contacto con la ejecutiva condenada. 

Por barco o en su auto personal, el cambista logró burlar los controles durante 20 meses sin que le fuera confiscado el dinero ni una sola vez.  Es que para este hombre, que había trabajado en casas de cambio en el pasado, la tarea no era desconocida. Según contó, ya había realizado el trabajo de transportar dinero en negro a un empresario argentino antes de trabajar para la ejecutiva del Heritage.

Su empleadora en el banco suizo sabía de aquella experiencia anterior, porque según contó el cambista, una amiga en común que trabajaba en el Banque Heritage lo había recomendado. 

La ejecutiva confiable

Para fines de 2017, poco antes de que se descubriera la maniobra,  la ejecutiva condenada era una funcionaria respetada del banco en el que llevaba trabajando 35 años.  En 1996 ascendió como responsable de las cuentas de clientes con alto poder adquisitivo –muchos de ellos argentinos con dinero que no estaba declarado en su país–, y  a lo largo del tiempo, logró forjar con ellos una relación de confianza envidiable. De hecho, a menudo la invitaban a cenas y festejos familiares tan íntimos como cumpleaños de 15.

La ejecutiva ofrecía no solo un mecanismo para hacer ingresar el dinero a la plaza financiera uruguaya (ver apunte), sino también cómo hacerse del dinero a través de personas como el cambista, quienes ofrecían de deliverys en las sombras. 

El hombre indagado contó que en ocasiones viajó con la ejecutiva a Buenos Aires, y se reunió con clientes  de ella en el hotel Trianon, de la avenida Callao en la ciudad porteña, donde la ejecutiva había montado una “oficina clandestina”. La investigación de la fiscalía apunta a que allí la mujer recibía dinero de ahorristas, el cual era ingresado al sistema financiero uruguayo por vía ilegal, a través de un cambio en Argentina.

Según consta en una ampliación de la denuncia presentada por el banco contra la ejecutiva, la mujer le sugería a los clientes  que pretendían evadir al fisco que depositaran su dinero en casas bancarias de Buenos Aires, para que luego una oficina en Uruguay realizara un depósito en nombre de los beneficiarios de este servicio. 

La búsqueda de clientes que querían tener cuentas en negro era una práctica habitual del sistema financiero uruguayo, hasta 2018, cuando la nueva ley de lavado de activos aprobada en diciembre de 2017 hizo de la evasión fiscal un delito precedente del lavado. De esta forma, los bancos locales quedaron inhabilitados de recibir cuentas no declaradas.  

El fin de la maniobra

A mediados de 2017 un cliente pretendió extraer  todo el dinero que tenía en su cuenta, sin saber que la ejecutiva en la que confiaba ya la había vaciado. Fueron varias las excusas que puso la mujer para no entregarle el dinero, hasta que en noviembre de ese año se presentó en la oficina del banco en Ciudad Vieja acompañado de su abogado. Quiso cobrarse los US$ 2,5 millones, que se suponía que tenía en base a los estados de cuenta firmados por la ejecutiva. Solo le quedaban le quedaban US$ 76 mil. 

Después vino una auditoría interna y una investigación judicial que convirtió al cambista en sospechoso. Hoy asegura que no tuvo nada que ver con la maniobra, y repite que solo fue el facilitador de aquellos argentinos que buscaban esconder su fortuna en el discreto sistema financiero uruguayo.

La causa civil


Además de la causa penal, en el juzgado civil de 3 turno  se libra una disputa millonaria. El cambista demandó al banco por una suma de US$ 1,8 millones por daños y perjuicios provocados contra él, su esposa y su hijo, responsabilizando a la entidad financiera de haber expuesto su nombre a una investigación penal. El banco, en tanto, demandó a la ejecutiva que realizó la estafa por US$ 20 millones, alegando daños y perjuicios. 

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