El último escritor romántico

Carlos Gamerro cuenta en el prólogo de este libro una anécdota que pinta de cuerpo entero la personalidad de Scott Fitzgerald. Relata que al ser rechazado por Zelda por no tener dinero suficiente para estar con ella, el escritor decidió regresar a su hogar, donde se puso a escribir su primera y exitosa novela, A este lado del paraíso. Esa obra lo transformó en un hombre rico de la noche a la mañana y le permitió regresar raudamente al sur para casarse con Zelda, antes de que otro le ganara de mano.

Que esa mujer terminara luego arruinando su vida (la frase es de Hemingway) fue una de las tantas ironías que debió afrontar el autor de El gran Gatsby y El curioso caso de Benjamín Button, que recurrió al alcohol para hacer más digeribles sus penas, que siempre fueron las de un corazón romántico atormentado por la realidad.

Leyendo estos cuentos seleccionados se observa claramente que su literatura es netamente autobiográfica, ya que cada relato remite a una obsesión personal del autor. En todos ellos el amor está en primer plano, junto a la bebida, los sueños rotos de juventud y la necesidad de ser aceptado por una alta sociedad que, como al gran Gatsby, siempre miró a Scott Fitzgerald con recelo, cuando no con desprecio.

Ese rechazo quizá surgió de cuentos como Berenice se corta el pelo, que describe con maestría el enorme vacío que anida en el pecho de las dos protagonistas de clase alta, que son primas, pero antes que nada enemigas irreconciliables debido a que una de ellas no se sabe comportar bien en sociedad, lo que avergüenza a la otra.

La misma visión crítica sobre la riqueza y su verdadero costo está en Un diamante tan grande como el Ritz, una maravilla surrealista que muestra cómo una familia que descubre un yacimiento enorme lo pierde todo (la dignidad, la moral, pero sobre todo la libertad) para conservar una fortuna que solo les trae desgracia y decadencia.

En El palacio de hielo se trata el tema de las diferencias abismales que existen entre el sur de Estados Unidos y el norte. Una mujer se enamora de un hombre que vive en las regiones heladas del país y decide seguirlo a pesar de que ya durante el espeluznante viaje en tren se va dando cuenta de que todo puede ser un gran error.

El libro también incluye El curioso caso de Benjamín Button, que difiere radicalmente con lo narrado en la película homónima de David Fincher, protagonizada por Brad Pitt. Todo lo que es regocijo en el filme es desesperación en el relato, que muestra a un Button sufriendo desde el momento mismo de su extraño nacimiento.

Tres cuentos formidables se centran en el alcoholismo que le costó la vida a Scott Fitzgerald: Babilona revisitada, El Crack-Up y La década perdida. En el primero un padre intenta recuperar la custodia de su hija pequeña, que perdió por sus problemas con la bebida. La historia sucede en París, que es revisitada por el protagonista años después de terminar el período entreguerras, la gran fiesta internacional que terminó con la crisis de 1929.

La segunda es una historia contada desde la primera persona donde Fitzgerald apenas disimula que se trata de un monólogo interior, donde saca a la luz todas sus miserias y sus dudas sobre lo que le espera si atraviesa la puerta que conduce a la locura. El mejor es el tercero, un cuento de solo tres páginas en el que un periodista debe pasear a otro por la ciudad ya que su jefe le dice que estuvo 10 años ausente. En realidad estuvo borracho durante una década entera. Cada día.

El volumen cierra con tres historias de Pat Hobby, ese álter ego comiquísimo de Fitzgerald que se gana la vida como guionista de segunda de Hollywood, pero que es más que nada un buscavidas que hace lo necesario para seguir adelante. Un libro redondo.