Opinión > OPINIÓN

El volátil escenario geopolítico de América Latina y su impacto en Uruguay

Tiempo de lectura: -'
03 de noviembre de 2019 a las 05:00

En la edición del programa Odisea Argentina del pasado lunes 28 de octubre, se analizó el posible rumbo que adoptaría la política exterior del gobierno de Alberto Fernández, al son de los saludos a Lula y a Evo Morales por su “victoria electoral”. En las exaltaciones al hoy encarcelado ex presidente brasilero y al cuasi presidente vitalicio boliviano, se podría inferir ese curso: el retorno al eje del populismo bolivariano, en apariencia hoy arrinconado. También, se mencionó un hecho que no debería pasar desatendido. Al parecer, la organización terrorista iraní, Hezbollah, habría mudado una supuesta célula desde Ciudad del Este, en Paraguay, a La Paz. Desde allí, participaría en el narcotráfico junto a organizaciones terroristas del continente, como el Comando Vermelho.

Entre las turbulencias regionales, es muy fácil caer en las trampas de las teorías conspirativas, pero sin duda alguna, hay hechos que están muy lejos de esos pantanos, en los que la verdad es lo primero que se hunde y desaparece. El cono de sombras que proyecta la elección de los Fernández podría ser más oscuro si se avalan desde el inicio al eje La Habana-Caracas como el nuevo referente geopolítico y a la cuestionada elección de Morales, como una manifestación de la realpolitik del kirchnerismo, inserta en esta dimensión familiar. También la trama de su política exterior se tornaría más espesa si, desde esta orientación, Alberto Fernández recoge el guante que el pendenciero de Jair Bolsonaro le arrojó ya antes del resultado del domingo. Ese rasgo del presidente brasilero posee una rara virtud: la de su brutal honestidad política al marcar enemigos. La inquietud crucial para todas las partes interesadas -incluyendo al Uruguay- es, si acaso, cuando se disipe el polvo, se instalará el pragmatismo, algo para lo cual Itamaratí, tiene condiciones envidiables hasta para la diplomacia del primer mundo.

Dentro de este nuevo ámbito se inscriben otros hechos que poseen un hilo conductor que nace en el complicado México de López Obrador y que pasa por Colombia, desde donde se intenta distinguir entre lo que son los “cantinfleos” a los que el régimen venezolano es tan propenso, de las reales amenazas de un eventual intento desestabilizador, con una frontera cada vez más caliente. Mientras que Perú se debate en una debacle política de la que no logra recuperarse, tras el impacto del caso Odebrecht, en Bolivia, Evo Morales habría decidido meter la mano en las urnas.

¿Cómo se conectan a Chile y Ecuador con este nuevo mapa regional? El ámbito para su análisis se ubica precisamente entre los extremos conspirativos y el de las miopías o complacencias.

El jueves 17 de octubre los chilenos se fueron a dormir, confiados en que vivían en un país estable, aun a sabiendas de sus problemas estructurales y coyunturales como la desigualdad, el clasismo, los bajos salarios, la creciente inseguridad e inestabilidad laboral. Sin embargo, hasta esa noche durmieron con la convicción de que, a pesar de todo, estaban mejor que el resto de los latinoamericanos, y que, el modelo, mal que bien, seguía funcionando. Al día siguiente y desde entonces, esa realidad se trizó como un espejo y todo indica que el país ha hecho un cambio sin retorno posible al orden anterior.

Pero a no engañarse. El descontento social fundamentado por esa misma brecha socioeconómica, corrió por el cauce de las protestas tradicionales, a las que Chile está acostumbrado. Eso, es parte de su ADN social y está en su historia. Lo otro, el ataque sistemático, sincronizado como una masiva operación de terrorismo, dirigida a crear el caos mediante la destrucción de infraestructura, es tal vez parte de un plan desestabilizador de un gobierno y un presidente ubicado como abierto antagonista del populismo bolivariano. Ese plan, de confirmarse, y del cual ya asomarían indicios bastante claros según las investigaciones iniciales, respondería a los intereses de derribar el caso chileno como un ejemplo exitoso de una economía de raíz neoliberal, que no entregó el paraíso para todos, pero que tampoco generó el infierno que hoy padecen los venezolanos.

¿Qué cabe esperar para el Uruguay, en el contexto de este vecindario, en el que parece asomar una fase de conflictos acentuados, con intenciones disruptivas y de autorías aun “anónimas”? Un primer desafío será sin duda una posible ruptura del Mercosur, asumiendo posiciones irreconciliables entre Fernández y Bolsonaro. El nuevo gobierno deberá hacer frente a una situación novedosa en su complejidad e impacto. Un desorden regional generalizado espanta a los inversores que piensan apostar por un hipotético recambio político. La cancelación de un eventual acuerdo con la Unión Europea sería un hecho sin retorno. Las demandas y presiones sobre una política exterior incipiente y bajo una nueva administración serán considerables, exigiendo señales y posiciones. ¿Estará planteada esta contingencia en los comandos respectivos, más allá de las urgencias de la campaña? Otra eventualidad la presenta un posible efecto contagio desde Chile, replicando en su modus operandi, una abierta resistencia a un gobierno de Luis Lacalle Pou, pero sólo en su versión extrema y violenta. La versión de un descontento ciudadano como su motivo caería por su propio peso, tanto por su falsedad, como por el hecho de que contradice el relato exitoso de los gobiernos del Frente Amplio y su virtuoso legado. Sin embargo, una vocería de la izquierda pareciera atizar situaciones que se confunden como amenaza, advertencia o expresión de deseo. A estas alturas, de estar relativamente bien asesorado y como potencial presidente, Lacalle Pou debe avistar nubarrones en el campo de maniobras de su eventual gobierno. La sociedad que desea un cambio en paz y en el orden democrático del que ahora gozamos y que una vez perdimos, producto también de la violencia extrema, debe estar alerta a lo que ocurre en la región. Sin miedos ni paranoias, pero también sin la falsa convicción de una engañosa inmunidad. La complacencia es la madre del lamento, y abuela del espanto.

    Comentarios

    Registrate gratis y seguí navegando.

    ¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

    Pasá de informarte a formar tu opinión.

    Suscribite desde US$ 345 / mes

    Elegí tu plan

    Estás por alcanzar el límite de notas.

    Suscribite ahora a

    Te quedan 3 notas gratuitas.

    Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

    Esta es tu última nota gratuita.

    Se parte de desde US$ 345 / mes

    Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

    Elegí tu plan y accedé sin límites.

    Ver planes

    Contenido exclusivo de

    Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

    Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

    Cargando...