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El voto castigo a Sartori
Ni el escenario más optimista daba en la previa una victoria tan clara a favor de Lacalle Pou. A pesar del indudable favoritismo previo del bisnieto de Herrera, la extraña lucha hacia las internas dio lugar a la duda en cuanto a la ventaja y, sobre todo, el desempeño de Juan Sartori. La campaña sucia que apunta a este joven empresario devenido en postulante nacionalista generó un lío temeroso en los blancos, alimentado por la proyección de las encuestas que le dieron ánimo y espalda para desafiar a la dirigencia tradicional.
Esas mismas encuestas daban a Lacalle Pou primero hasta último momento, pero ninguna, en ningún escenario, pronosticó siquiera 50% a su favor. Y anoche, cuando avanzaba el escrutinio primario de la Corte Electoral, el flamante candidato del Partido Nacional recogía 54% de las adhesiones. En su búnker, los cabeza de lista y figuras más cercanas a Lacalle Pou se abrazaron en un grito de gol cuando escucharon en la televisión el anuncio de las encuestadoras.
Festejaron con fuerza también ver a Sartori en una posición más baja de lo previsto. Según contaron testigos de ese festejo íntimo a El Observador, en la reunión se interpretó la buena votación como un “voto castigo” para Sartori. Entendieron que algunos miles de blancos fueron a poner su voto a favor de Lacalle Pou, como forma de manifestarse contra la amenaza de Sartori. Imposible comprobar, pero fácil de aceptar. La cruda realidad de las urnas para ese enemigo íntimo, condimentó la alegría de la celebración en el comando ubicado sobre bulevar Artigas, aunque también es cierto que en seis meses llegó y se metió como una cuña a fuerza de dólares.
Ese ánimo de doble festejo en filas de Lacalle Pou se terminó de palpar cuando todos los precandidatos se fueron a reunir en el Directorio del Partido Nacional. Cientos de militantes recibieron con abucheos la llegada de Sartori cuando éste subía las escaleras del edificio en Ciudad Vieja, y arriba, la sala llena sirvió para un breve e insulso acto donde al empresario le costó encontrar su lugar.
Tan contundente resultó ser la victoria de Lacalle Pou, que el candidato se sintió con carta libre para anunciar sin vacilaciones su candidata a la vicepresidencia, Beatriz Argimón, sin la necesidad de preguntar ni mucho menos negociar con los distintos precandidatos. La ley le da ese derecho, claro, pero tanto su propia votación como el fracaso de su incómodo rival terminaron de adjudicar un poder que comenzó anoche a ejercer.
Con Argimón, Lacalle Pou opta por el camino del medio. Su elección no genera en principio resquemores en la interna y, a la vez, se rodea de alguien que sabe no le va a hacer sombra. Por si fuera poco es mujer y eso suma para el discurso de la paridad, o mejor dicho para las críticas externas.
A Jorge Larrañaga no le sirvió de mucho haber movilizado a cientos de miles por su reforma sobre seguridad, y con el resultado a la vista fue la clara víctima de la irrupción de Sartori. Enrique Antía y el grupo de los intendentes, en tanto, quedaron relegados con menos de 10% y ahora deberán aguardar a que mueva el candidato único para buscar su lugar, mientras arman su lista para el Parlamento.
La noche fue casi perfecta para Lacalle Pou: ganó con mucha ventaja, Sartori se desinfló e incluso en la vereda del costado ganó Ernesto Talvi, un dirigente muy afín a su forma de hacer política que se presenta como un interlocutor amigable.
