Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Eli Almic: "Si no me animo a ser quien soy en la música, no lo puedo hacer con nada"

La rapera publicó su segundo disco, Días así, y en su faceta de actriz protagoniza la obra Era como que bailaba
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05 de diciembre de 2020 a las 05:00

Equilibrio. La palabra clave. El concepto clave. Equilibrio entre los proyectos a futuro y el disfrute por lo que está pasando hoy. Entre la libertad y las presiones, propias y ajenas. Entre el crecimiento y la lógica de industria y la independencia y la distancia de esos mecanismos. Entre la tristeza, la depresión y la angustia y las ganas de comerse el mundo, la felicidad y la potencia. Entre la actuación y la música.

Eli Almic, - rapera, cantante, compositora-, acaba de publicar su segundo disco, Días así, en los que el equilibrio y la búsqueda de ese balance son uno de los conceptos centrales. Es un álbum que resalta una consolidación musical que se ha ido gestando en los últimos años, a través de presentaciones en festivales multitudinarios, el estreno de canciones como Ayuda y sobre todo, Brujas, que se convirtió además en uno de los himnos del movimiento feminista, y que en las últimas semanas interpretó en dos ocasiones particulares: primero, con Julieta Venegas en el show en el Antel Arena, enganchándola con Mujeres, de la cantautora mexicana, y luego en la asunción de Carolina Cosse como intendenta de Montevideo– que la convocó luego de conocerla en el show de Venegas-, acompañada por la Filarmónica de la ciudad.

Cuando baja y deja de rapear, Eli es Elisa Fernández, que los sábados de diciembre está protagonizando en La gringa Era como que bailaba, una obra de teatro unipersonal escrita y dirigida por Raquel Diana, que versa sobre la violencia de género y la condición de las mujeres a lo largo de la historia. Es un monólogo que marca uno de los desafíos actorales más grandes de la carrera de Fernández, que ha participado, por ejemplo, en la película Así habló el cambista y en el corto Ya no, inspirado por el poema de Idea Vilariño.

Eli Almic/Elisa Fernández habla sobre su momento actual, su vínculo con la actuación, lo que canaliza a través de la música, y también, de la búsqueda de los equilibrios.

Tus dos últimas presentaciones en vivo fueron dos interpretaciones especiales de Brujas. ¿Cómo es tu vínculo actual con esa canción?

Es una de las canciones que considero que me representan más, porque en ella di una opinión sobre un tema del que es bastante difícil, al menos para mí, opinar y hablar. Ver qué vas a decir dentro de todo lo que hay para decir. Entonces, para mí es una canción que en ese sentido siempre va a tener valor. Más que otras que me pueden gustar menos. Esta es significativa, y me encanta no solo poder hacerla yo, sino también que la gente se la apropie, como pasó con la movida feminista. Para mí eso es más que halagador. Son las posibilidades que la música toma, podés escuchar tranqui o podés tomar una canción como una bandera.

Con un disco nuevo, con una obra en cartel, ¿en qué momento te ves ahora?

Trato de hacer una síntesis de este año y todavía me está costando, porque creo que es un año muy loco para todos y todas. Pero creo que estoy en un proceso muy lindo. Ya tener la posibilidad de hacer las cosas que te gustan y dedicarte a eso en un mundo con tantas dificultades y tan desigual, es de alguien muy privilegiado, y soy consciente de eso. Y donde todo es muy inestable, porque en el camino del arte, por lo menos en mi experiencia, no hay nada que sea seguro. Nunca. Yo no sé en dos meses con qué voy a pagar las cuentas. Pero antes mi situación era mucho más inestable. Entonces me pone contenta notar que con el paso de los años, si bien no hay nada seguro, estoy actuando, que era algo que había dejado de lado sin querer, porque la música me empezó a dar más trabajo, y fui desarrollando ese deseo de ser cantante. Hice la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático), terminé, estaba actuando, y ahí decidí meterme con eso que tenía pendiente hacía pila, y que me angustiaba no hacer. Y el año pasado, si bien nunca dejé de actuar, me encontré actuando poco y me di cuenta de que era algo importante para mí también. Es otra cosa, es un arte re distinto, y las dos cosas me hacen aprender mucho de mí y del mundo. Me siento muy conectada con la vida haciendo teatro, y música. Y ahora que es la primera vez que me encuentro haciendo las dos, digo "que salado, estoy muy contenta". Y me lo tengo que repetir, todo el tiempo.

¿Por qué?

Porque es muy engañoso el mecanismo de la inmediatez, de esta cultura de las redes sociales y que el éxito tiene que ser ya porque mañana fuiste. Y hay veces que eso te hace olvidar que en realidad está todo bien. Que las cosas están en su cauce, que el apoyo de la gente lo tengo, y crece. Pero me lo tengo que decir, o se lo tengo que decir a otros, porque estamos en un mundo en el que valoramos poco las cosas que pasan porque ya están pensando en lo que querés lograr mañana. Y está buenísimo tener proyectos, pero es re peligroso, porque en un momento me di cuenta de que no estaba conectando con las cosas que estaban pasando hoy. Estoy más que contenta, ojalá sigan pasando más cosas y mejores, para poder seguir creciendo y hacer todo lo que quiero hacer en mi vida. Para mí esto recién arranca. 

Días así es tu segundo disco, y en la última canción, Sin pretensiones, hablás de la presión que muchas veces tiene un artista al momento de hacer su segundo álbum y la necesidad de superar lo ya hecho. ¿Encaraste el proyecto con esa preocupación o fue más “que sea lo que tiene que ser”?

Me lo tomé como "que sea lo que tenga que ser". Yo quiero hacer música y no me puedo imponer la presión de cada vez hacer algo mejor, porque crear desde ahí me parece peligroso. Me genero presiones todo el tiempo, me las generan y me las genero. Pero la creación no puede salir desde ahí. Y si me siento presionada y tengo miedo, inseguridades, ponerlo en las canciones, pero que eso nunca lleve a mi música a lugares que no me gusten para pegarla o tener éxito más rápido. Nunca hice eso ni lo voy a hacer ahora. Si estar más abierta a ritmos nuevos, o a nuevas posibilidades que hay en el mundo. Pero es tan contradictorio todo, que por más que yo te diga que compongo desde la libertad, cuando voy a sacar el disco digo "¿y si esto no gusta? ¿Y si los que me escuchan se desilusionan?". Para mí es tremendo disco, y con Miguel Nieto, el productor, estamos seguros de que así como nos encanta a nosotros, puede encantar. Pero tampoco me apoyo demasiado en eso. Yo no lo puedo controlar. Pero es contradictorio, no es "no me importa nada", ni tampoco "trabajo para eso". 

En el proceso que todos los artistas tienen de encontrar su voz, ¿en qué lugar considerás que te encuentra Días así?

Me siento más cómoda desde el lugar de que ya sé quién soy, por más que vamos cambiando, somos movibles. Pero antes todo eran primeras experiencias. En el primer disco hay canciones pensadas para un disco y otras que se pusieron ahí, este disco si fue pensado desde cero. Como me tengo más confianza como rapera, decidí desafiarme un poco más, probar otras cosas. Podría haber innovado más, pero busqué equilibrio, no quise poner toda la energía en innovar. Hay cosas que se parecen a otras que ya hice, y no está mal, porque no necesito todo el tiempo romper lo que ya hice. Creo que hay más cosas distintas en comparación con lo que ya hice: hay trap, desde el más duro hasta otro más orgánico, con instrumentos de viento, hay cosas más clásicas, hay candombe rap, que no es algo nuevo pero sí lo es para mí. Creo que me abre la puerta a que de acá en más, ya creyendo más en mí como rapera, pueda si, romper todo lo que hice y hacer lo que quiera. En el primer disco era una cosa de pensar lo que quiero decir, y de ser reconocida como rapera en el entorno, y yo sentirme rapera, porque no venía de ahí. Tenía que construirme a mi misma la imagen, ahora ya no me importa. 

Al disco lo ilustra una imagen en la que dos versiones de vos se dan la mano, una con una rosa y otra con una espada, y hay canciones que hablan de momentos positivos y otras, como No era una pavada, de situaciones de angustia y depresión. ¿Cómo es retratar esa dualidad?

Es ni más ni menos que lo que me estaba pasando en ese momento. Si no me animo a ser quien soy en la música, que es lo más sincero que tengo en la vida, no lo puedo hacer con nada. Siempre tenemos caretas, máscaras. Queremos caer bien, no le lloramos la milonga a cualquiera porque vivimos en un mundo donde quieras o no quieras, te terminas amoldando un poco. Y creo que si bien comparto la música, primero la hago - y esto también lo digo en el disco - porque me hace bien a mí. Realmente es terapéutico, me alivia. De repente estoy mal por algo, lo escribo, y ya lo largué. Tener la posibilidad de contar con una herramienta tan sanadora es buenísimo, y lo comparto primero por la autenticidad, porque es lo que soy, y por otro para desafiar eso de que tenemos que ser perfectos todo el tiempo. Que me contradigo, porque si subo una foto trato de salir linda, pero también subo otras donde trato de contar que estuve deprimida, porque somos todo. Y la carrera hacia el éxito, y la belleza, y el que no se te caiga el culo, es muy angustiante y deprimente. Y lo sabemos, pero lidiamos con eso todo el tiempo. Yo me pongo también mis propias presiones, pero es un adentro y un afuera. Yo hago música, si gusta, buenísimo, y si no, no voy a dejar de hacerlo, pero la mirada de afuera me avala todo el tiempo o me desacredita. Antes no me pasaba tanto porque era más nueva, todo era una oportunidad. Y ahora me siento fuerte, pero tengo muchas conversaciones conmigo misma en la que me digo "tranquila, vos haces esto por volver al origen, porque te hace bien. Y si la semana pasada alguien te dijo que eras increíble y esta no te lo dicen, no lo esperes", porque es dañino para la autoestima. Me agarró en un proceso así, entonces el yin y el yang, la espada y la rosa. Es la búsqueda del equilibrio que no sé si existe. Yo me creo si sé que también me animo a mostrar la mierda. 

Sos una artista independiente, ¿cómo es trabajar desde ese lugar, pero al mismo tiempo reconociendo que hay que en alguna medida, meterse dentro de una lógica de industria musical?

Podría no importarme nada, y subir un disco y no esperar nada. Pero sí me importa. En eso soy honesta, de que me gustaría y apuesto a seguir creciendo. Trabajo para eso, pero sin desvivirme. Pero pienso que subir cosas a una determinada hora tiene más repercusión, porque empezás a aprender a usar las herramientas. O que si estoy en una playlist es mejor. No se me va la vida, pero voy a hacer el camino que tenga que hacer para estar. O para que me escuchen en otros países. Y más siendo independiente, porque si bien trabajo con un equipo, hasta hace poco trabajaba sola, y es hacer valer el tiempo para que rinda y para después poder estar en un parque sin mirar el celular. Busco el equilibrio, que me importe lo justo. 

Hablemos de tu carrera actoral. ¿Cómo te incorporás a Era como que bailaba?

En un principio iba a hacer la música de la obra, y después la terminé actuando yo. Con Raquel no nos conocíamos personalmente, y para mí fue una posibilidad muy grande de poder ponerme a prueba. Estoy una hora sola, hablando. ¿Querías actuar? Tomá, hacete cargo de esto. Y además lo preparamos en pocos meses, fue un proceso muy intenso. Pero muy disfrutable. Hacer teatro, actuar, tiene procesos difíciles. Trabajas con la frustración todo el tiempo. Es un tremendo ejercicio para el ego. Siento que crecí mucho y que me dio cierta seguridad, me afianzó la idea de que quiero seguir haciéndolo. 

¿Cómo nace tu vínculo con la actuación?

Es de toda la vida. Desde el lugar más lúdico, de agarrar un desodorante y hacer que era un micrófono, ponerme un camisón de mi madre y cantar frente al espejo, o actuar frente al espejo, o leer subtítulos de películas haciendo voces. Siempre fui de imitar, o de hacer personajes, de tratar de contar un chiste o hacer reír a mi familia. Siempre hubo una predisposición en mi a actuar, jugar, y ser otras personas. Porque actuar también es eso, jugar a ser otras identidades, por eso es muy divertido. Lo que no tenía tan claro es que quería ser actriz. Quería ser muchas cosas, pero tenía la inquietud. Actué por primera vez cuando terminé la escuela, pero fui llegando de a poquito. Cuando cursé en la EMAD no tenía mucha experiencia, pero lo tenía metido. 

En el cartel de la obra dice “Actriz: Elisa Fernández, Música: Eli Almic”. ¿Son dos personalidades separadas, o va más por una cuestión de diferencias las profesiones?

Yo soy Elisa, y como actriz me parece que está buena esa cosa impersonal del nombre. Una persona que puede encarnar a muchas. Si yo soy la actriz Eli Almic me encasilla demasiado en la rapera, y yo no hago de rapera. Desde la música si es Eli componiendo para la obra. Se mezclan, pero me parece que está bueno separar, un yo actriz que no es Eli que va a entrar rapeando.

En diciembre de 2019 se generó un revuelo porque en tu espectáculo en Mojo, un evento organizado por la Intendencia de Montevideo, pasaste un video en el que aparecían Donald Trump, Jair Bolsonaro, Mauricio Macri y Luis Lacalle Pou, tocándose la nariz. ¿Cómo viviste lo que se generó en ese momento?

Por unos días lo estuve pensando. Fue una semana bastante mediática, en cuanto al hecho, pero después quedó en el olvido y en realidad no pasó nada. Decidí no hacer nada, porque lo que quería hacer lo hice en el espectáculo, y el escenario es el lugar donde elijo hacer manifestaciones y declaraciones. Fue una experiencia que también me mostró cómo cierta gente se te puede volver en contra, o cómo te pueden insultar y tirar una energía negativa que antes no lo había vivido, entonces eso fue fuerte, porque por más que digas que no te importa igual lo recibí. En ese sentido me sacudió, pero también me reafirmó que estoy en una búsqueda, y que para mí el arte es posicionarse y también buscar. Yo sé que el arte que yo haga elijo ponerlo al servicio de mis convicciones, no porque nadie me diga nada. Y esa vez fue esa decisión, así que en el sentido de las autoreflexiones estuvo bueno. Me hizo pensar, pero sé quién soy, esta es mi herramienta, y estoy tranquila con lo que hice. 

¿El arte tiene que tener un mensaje político?

No sé si tiene que, como una obligación. Cada uno puede hacer lo que quiera con lo que hace. Yo simpatizo con un arte comprometido, pero hay cosas que me gustan también que no termino de entender su posicionamiento político. No creo que todos tengan que hacer lo que hago yo, sí me parece que hay momentos de la historia en los que valoro mucho que haya gente que se posicione, y si no te posicionas, todo bien. Incluso podés tener canciones que no hablen de política, y en un momento, por poner un ejemplo extremo, de dictadura, decir que apoyas la democracia. Creo que es indivisible el arte del pensamiento crítico, y me parece poco profunda la idea de que no tienen nada que ver. Porque el arte no es solamente entretenimiento y nunca lo fue, salvo el arte burgués. Pero es algo muy personal, yo elijo hacerlo así. 

¿Considerás que este es uno de esos momentos en los que hay que posicionarse?

Más que tener que posicionarse, me gustaría que nos importe. Si nos importa es porque estamos pensando en eso, y eso me parece importante, que nos encuentre pensando. Y que no sea "ah, es una generación despolitizada porque el capitalismo logró su cometido y no sé quiénes son los políticos". Y ese es un gran triunfo del sistema. Si me gustaría que nos importe porque el mundo se está yendo a la mierda, y no es casual. Y estamos en una pandemia en la que la desigualdad solamente se intensifica. No tengo la respuesta a eso, y es angustiante pensar en ese tipo de cosas, pero me importa. No hay que estar feliz todo el tiempo. Si querés cambiar las estructuras del mundo, que es algo que parece imposible, no es gratis. 

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