Elisa clasifica las plantas por altura.

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Elisa, la viverista forestal que hablaba con las plantas

Elisa Martínez trabaja en el vivero San Francisco, de UPM, en Paysandú, allí encontró una oportunidad de desarrollo hace 18 años
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08 de marzo de 2022 a las 05:03

Hace 18 años Elisa Martínez comenzó a trabajar en un vivero forestal. No tenía experiencia, solo conocía de oído cómo se trabajaba en esos ámbitos productivos, pero con muchas ganas de aprender y la esperanza de desarrollarse en el sector pidió trabajo, sin pensar entonces que casi 20 años después continuaría en el sector.

Hasta el momento en que entró a trabajar en un vivero cerca de Paysandú, de la empresa Nazca, esta dama, madre de dos hijos –y hoy también abuela– trabajaba de forma zafral en la cosecha de cítricos.

Cuando UPM instaló su vivero cerca de Nuevo Paysandú, “la forma de trabajar en la zona cambió, porque se generaron nuevos puestos laborales y un lote de personas entró a trabajar”, contó a El Observador. A pocos kilómetros de su casa, ella vio una oportunidad para avanzar.

En el vivero donde trabaja Elisa, la mitad de la plantilla son mujeres.

"Les decía a las plantas; vos vas acá y vos allá"

Cuando comenzó a trabajar en el vivero de Nazca tuvo que estar un tiempo realizando tareas en una planta de "ensayos", donde se deben clasificar plantas de diferentes tipos. En sus primeros días, cuando estaba sola en el vivero las jornadas parecían ser más largas y para sobrellevar el tiempo hablaba con los plantines. Sus compañeros se reían y le decían "parece que estás soñando, hablas sola con las plantas", y hasta el día de hoy se lo recuerdan como una anécdota divertida.

Las charlas con las plantas no solo se daban para pasar el tiempo, sino también para ordenarse en el trabajo, ya que debía clasificar muchas plantas con mucha atención. "No podía entreverar ni una planta, porque si se entrevera una había que tirar toda la bandeja", explicó.

“Les decía a las plantas, vos vas acá y vos allá, ¿vos qué haces ahí? No había con quién conversar y al estar tantas horas sola les hablaba”, recordó.

Las tareas eran un poco difíciles, pero de a poco fue aprendiendo. “Al principio costó, porque era todo nuevo, pero después le fui agarrando la mano”, agregó.

Antes de trabajar en el vivero, Elisa lo hacía en la zafra de cítricos.

Elisa comenzó a trabajar en el sector forestal como peona en la sección de microestacas, “donde se trabaja para hacer los arbolitos”.

Con el tiempo fue conociendo las tareas y pasó a trabajar en la sección de consolidación de plantas, donde cada planta se clasifica por altura antes de que se lleven a los “temporarios”, donde las plantas se rustifican antes de llevarlas al campo, explicó.

Elisa, "peón puntero"

Empezó como peona raso, luego fue especializada y hoy está en el puesto de “peón puntero” y se encarga de controlar que las plantas salgan bien para el temporario.

Trabajó un año en Nazca y cuando UPM abrió un llamado laboral para el vivero San Francisco envió un currículum. “Tuve la suerte de pasar a forestal y quedar fija todo el año”, contó, ese fue el momento en el que se olvidó de las tareas zafrales, para sentir “otra seguridad”, al tener un trabajo anual.

Según destacó, con este nuevo trabajo, para ella “cambió totalmente el sistema laboral”. Fue una oportunidad, “porque el trabajo zafral es un tiempo, y con uno fijo la cabeza de una ya cambia, hay mucha más tranquilidad”.

Además, entrar en el rubro “fue una oportunidad de desarrollo y ayuda para la familia, porque con un trabajo zafral uno se tiene que tomar otros tiempos pensando en la economía familiar, y con uno de todo el año es otra cosa”, añadió.

En el vivero ha hecho amigos. Además, sus hermanos y sobrinos también trabajan allí.

En la sección de consolidación Elisa clasifica las plantas por altura. La empresa solicita bandejas con plantas de cinco a siete tamaños diferentes y los trabajadores deben clasificarlas “de las más chiquita a la más grande”. Además de la altura, antes de que la planta se envíe al temporario, se debe ver que tengan buena área foliar y su ápice desarrollado. Por día se clasifican más de 3.000 bandejas, informó.

“Las plantas chiquitas quedan más tiempo dentro de los invernáculos para que sigan desarrollándose, después se vuelven a clasificar antes de sacarlas para afuera”, explicó.

Por día se entregan 3.000 bandejas con plantas.

Equidad en el trabajo

En el vivero San Francisco trabajan 150 personas y la mitad de la plantilla son mujeres. Elisa sostuvo que en sus 18 años de trabajo en el sector, nunca sintió una diferencia con sus compañeros hombres, las tareas que realizan son las mismas y existe el respeto entre el equipo de trabajo, destacó.

San Francisco es uno de los tres viveros que tiene UPM. En este se producen más de 30 millones de plantines al año, al igual que en el vivero Santana, ubicado en Guichón, donde trabajan 140 personas, de las cuales 70 son mujeres.

El tercero se está terminando de construir en Sarandí del Yí. En ese lugar se empleará a 120 personas, en su mayoría mujeres, informaron desde la empresa. Este nuevo vivero tendrá una producción anual de más de 10 millones de plantines.

Anualmente, entre los viveros San Francisco y Santana, se despachan a campo 37 millones de plantas aproximadamente, cada año. Además de las áreas de microestacas y consolidación, hay trabajadores en el llenado de bandeja y la limpieza de las mismas.

“Son un lote de plantas”, comentó la trabajadora.

Con los años Elisa se fue sintiendo cada vez más cómoda en su lugar de trabajo y más confiada con las tareas que le asignaban. Hoy trabaja “retranquila” y su objetivo es “seguir adelante con el trabajo, porque me gusta mucho lo que hago”, dijo.

Con el paso de los años ha ido aprendiendo del sector y disfruta sus tareas, concluyó.

Cuando recién comenzó, vio en la industria forestal una oportunidad.

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