Por Daniel Colombo
Hoy, el paradigma de "hacer lo mínimo indispensable" te deja afuera inmediatamente del mundo laboral. La creatividad y la iniciativa son dos de las habilidades blandas más requeridas para cualquier trabajo al que te postules, independientemente de tu título profesional y trayectoria. También es cierto que las personas se sienten más estimuladas cuando perciben que el entorno les facilita oportunidades de aprendizaje, crecimiento, desarrollo y gratificación. De hecho, que esas condiciones formen parte de la cultura de la empresa y el colaborador las experimente en el día a día es uno de los aspectos más relevantes para la permanencia laboral.
1. Dan siempre un poco más que el promedio. Hay un componente de entusiasmo dentro de las labores que realizan, y eso se ve reflejado en que ponen el toque personal en lo que hacen y superan las expectativas. En el tiempo, esto marca un estándar de calidad en su trabajo y así, conquistan nuevas oportunidades.
2. Toman decisiones para mejorar. Dentro de sus ámbitos de desempeño se animan a decidir, proponer y mejorar. Su pregunta lema es: “¿Qué puedo hacer hoy, mejor que ayer, en beneficio de todos los que estamos en este trabajo?”. En todos los trabajos hay un empleado que es un imán de energía positiva para toda la organización ya que hace lo que hace con una intención constructiva, en contraposición a los desganados, quejosos y faltos de iniciativa.
3. Tienen apertura al cambio. Como son personas enfocadas en la experiencia que están haciendo y el aprendizaje que los llevará a su siguiente desafío, abren su mente para abrazar los cambios y las transformaciones, y suelen ser excelentes brindando opciones cuando los demás no encuentran salida a problemas cotidianos.
4. Son flexibles. La actitud que desarrollan les permite aceptar, proponer y bailar al ritmo de lo que se va presentando, sin resistencia a los cambios y sabiendo que todo lo que ocurre es por algún motivo.
5. Muestran entusiasmo y deseos de crecer. La cualidad del optimismo no solamente se refleja en su temperamento, sino en los aportes que hacen y la calidad de excelencia en su trabajo. Es a través de estos rasgos especiales que logran distinguirse, y tienen el brillo propio que viene de la mano de la gente con iniciativa propia: es decir, alguien con quien bien vale contar.
6. Agregan valor desde las tareas que realizan. Siempre están sumando y ponen su milla extra. Un detalle, una palabra de aliento, un documento bien señalizado para facilitar la tarea de un compañero o del jefe o líder, son características que destacan a este tipo de personas.
7. Transforman las ideas en acciones. Sabemos que en las organizaciones están los que trabajan... y los que dicen que trabajan. Pues las personas con iniciativa propia son pequeños motores que hacen que las cosas sucedan permanentemente, porque no se permiten lugar para excusas y funcionan en un alto nivel de excelencia.
Fuente: El Cronista - RIPE
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