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Emprendimiento busca dar vida a los techos de la Ciudad Vieja

Ático, el proyecto de dos arquitectas, propone unidades prefabricadas en acuerdo con propietarios y un plus cultural
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16 de octubre de 2019 a las 05:03

Las arquitectas Cecilia Lema y Diana Gottero,  -socias en el estudio Clama- vieron que en Europa se usa mucho  instalar unidades prefabricadas en los techos de las construcciones bajas y decidieron adaptar esa propuesta a la Ciudad Vieja. Pero le pusieron un plus: generar alli espacios para actividades sociales y culturales.  

Ático, el proyecto de Clama, busca aprovechar los espacios que están libres en los edificios ya construidos. 
Este proyecto no sigue meramente un fin inmobiliario: la idea es aportar al valor del barrio y también al de la propia propiedad que se interviene. Cada caso  se acordará con el propietario o grupo de copropietarios, respetando los intereses,  gustos y necesidades. Se amoldará a las necesidades de cada edificio o casa; las mejoras pueden ir desde fachadas, a instalación de ascensores y también reparaciones interiores.  

Las arquitectas explican que estas construcciones, que se aplicarán en la parte superior, son unidades livianas, que se colocan con facilidad y no llevan mucho tiempo de trabajo de obra.

Pero quizás lo más interesante de Ático, no es que simplemente quieren ampliar los metros cuadrados de un edificio construyendo hacia arriba, sino que buscan generar unidades que se acoplen de forma armónica al edificio. 

Las arquitectas explican que estas construcciones, que se aplicarán en la parte superior, son unidades livianas, que se colocan con facilidad y no llevan mucho tiempo de trabajo de obra.

La idea es preservar el valor de las antiguas construcciones y resaltarlas, con estilos modernos que las complementen, y generen una unidad. 

De hecho, esta lógica es una de las razones que justifica la creación de este proyecto. “Si comenzás a caminar por las calles de la Ciudad Vieja vas a observar diferentes alturas, y que entre edificio y edificio se generan huecos”, detalla Lema.  

Y es justo en esos espacios donde planean trabajar.  

¿Por qué en Ciudad Vieja?   

Si el proyecto buscara fines meramente financieros, iría a zonas valoradas como Pocitos o Punta Carretas. Pero la idea es poder resaltar el patrimonio arquitectónico de Ciudad Vieja y además generar en estas azoteas actividades culturales que se conecten con las movidas que se están  realizando tanto por privados, como por la Intendencia de Montevideo y el Municipio B.    

Estos edificios “subirían” un piso o dos, en los que se les podría dar cualquier uso: casa, oficina o talleres.  Pero a esto se le sumarían las azoteas, donde se instalarán las actividades culturales.  

Dejar la ciudad 

En las últimas tres décadas Montevideo ha transitado un progresivo abandono de sus zonas céntricas. Gottero y Lema afirman que esto responde a múltiples factores, pero lo que se identifica con claridad es el éxodo hacia otros barrios costeros, y también hacia Canelones. El tejido de Montevideo se expande en territorio, pero no en altura. 

Según las socias de Clama el fenómeno más perceptible es que el patrimonio construido en las zonas céntricas comienza a deteriorarse. Las arquitectas estiman que un 65% de las construcciones de Ciudad Vieja tienen graves problemas de mantenimiento o corren riesgo de ruina.

Pero a la vez es una zona muy concurrida, tanto por turistas, como por personas que trabajan. Y cada vez más son quienes deciden vivir en barrio. 

En este panorama Ciudad Vieja se llevó la peor parte, a pesar de presentar un patrimonio construido de lo más valioso, pintoresco y de importancia histórica. La Ciudad Vieja se vacía, según números que se manejan desde el proyecto Ático.  

Tomando el último censo, viven permanentemente unas 12 mil personas, pero se estima que hoy en día apenas 8 mil son residentes permanentes. 

Sin embargo, se han registrado más de 40 mil personas circulando por el barrio durante la actividad semanal en jornada laboral, sumado a las oleadas de turistas que cada vez más eligen a la capital como destino todo el año. 

El contraste entre ambas realidades es inevitable, por eso, para las impulsoras de Ático, la rentabilidad de su proyecto es segura.  

Las socias de Clama participaron este año de mentorías grupales e individuales del Programa Más Emprendedoras, que lleva adelante la Organización de Mujeres Empresarias de Uruguay (Omeu)

En Plaza Zabala
En este momento están trabajando para concretar el proyecto en un edificio que da a la Plaza Zabala.   

El plus cultural
Para las arquitectas de Clama, su proyecto Ático, será un elemento que sume a la revalorización de la Ciudad Vieja. Porque su idea es contactar con los agentes culturales que ya funcionan en la zona y poder generar espacios nuevos de intercambio social.  

Win-win-win
Ganan los vecinos, porque la cuadra mejorará. Ganan los dueños, porque su propiedad será mejor valuada. También gana el inversor,que tendrá viviendas bien ubicadas y en buen estado. Y finalmente gana la ciudad.

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