En taxis y tríos, ¿cómo fue el censo de personas en la calle de esta madrugada?

En silencio —sin los clásicos anuncios que suelen acompañar al censo general de población, para no “alterar” la técnica—, el Mides desplegó ayer la contabilización y caracterización de quienes pasaron la noche sin un techo. Porque más allá de aproximarse a una cifra —que luego queda encorsetada en el tire y afloje político—, la cartera necesitaba conocer la demanda: qué lleva a las personas a la calle.

“Buenas noches. Mi nombre es Fulana, somos del Mides. Estamos recorriendo la ciudad para hablar con las personas que duermen en la calle, para saber cómo están y relevar información importante para los programas que desarrolla el Mides. Para eso estamos haciendo una encuesta a todas las personas que están durmiendo en la calle. Dura unos minutos. ¿Te puedo hacer unas preguntas?”. Así comenzaba el cuestionario de 61 preguntas en el que, divididos de a duplas más un supervisor, los voluntarios intentaban romper la coraza que suele separar a los técnicos de los usuarios.

De ahí que varios equipos prefirieran no usar tapabocas, ni guantes, ni un lenguaje rebuscado. Al revés: mientras el supervisor contaba a las personas, ubicaba el punto en un mapa y anotaba las características que pueden conocerse sin preguntar (sexo biológico aparente, edad aproximada, si respondió a la encuesta o no y sus motivos, si era una plaza, un parque o una calle), uno de los censitas iluminaba con una linterna del celular y el otro daba paso a las preguntas con la misma amabilidad con que los telefonistas del call center intentan mantener en línea a sus clientes.

“¿Consumís alcohol u otras drogas?”…

No hubo prisa. Sabían que máximo a las seis de la mañana, cuando el alba anunciara un nuevo día, debían retirarse. Pero conocían por censos anteriores que, en promedio, cada equipo demora poco más de tres horas en recorrer y censar unas 20 manzanas que les son asignadas.

Y es entonces que empieza el lío metodológico. Un demógrafo clásico diría que este censo no es un censo: porque el ministerio recorre cerca de unos 600 kilómetros de Montevideo, pero no “peina” todo el mapa. Es decir: antes de iniciarse el conteo se fija qué áreas de la ciudad es más probable encontrarse con personas en la calle. Es una información que se construye por las recorridas habituales de los equipos técnicos, por las denuncias de los vecinos, por quienes pasan por los refugios y conteos anteriores.

El lado B del municipio B

En el municipio B, donde están los servicios centrales, es más factible encontrarse personas durmiendo a la intemperie que al norte del municipio D. Es más probable contabilizar gente en el Parque Rodó que en el parque Monte de la Francesa. Y así…

Pero el mismo demógrafo clásico reconocerá que la metodología usada en Uruguay “es más rigurosa” que en muchos países y que la técnica va más allá de un simple conteo.

Tanto es así que los censistas del Mides tuvieron un entrenamiento especial que les da la potestad de completar, en una última parte del formulario, sus propias observaciones. Por ejemplo: “¿Las respuestas del encuestado le parecieron verídicas?”. O “la persona no está en condiciones de continuar respondiendo (aparentemente bajo el efecto del alcohol, drogas u otra sustancia)”.  O que se dejó de censar por “condición peligrosa”.

El protocolo les señala que siempre deben estar acompañados, a los parques entran dos equipos juntos, censan en un radio próximo a donde está el vehículo que los transporta, no se despierta a quien está durmiendo, llaman al INAU cuando encuentran un menor de 14 años, e invitan al censado a dormir en un refugio.

A diferencia de los conteos del lustro pasado, los técnicos imaginan, tras su recorrida de ayer, que es probable que haya más mujeres jóvenes en situación de calle, más consumo problemático de drogas y más expresos.

Cada día se liberan unos 26 presos, hace cuatro años eran 19.

En 2016, por ejemplo, el 43% de quienes dormían a la intemperie había pasado por una cárcel de adultos. En 2019 lo había hecho el 49%. En 2020, el 53%. Y estiman que podría aumentar este año.

Luego vendrán las interpretaciones: que si la gente que duerme a la intemperie se aglutina en determinados lados porque la arquitectura de parte de Montevideo es hostil. Que si los centros 24 horas cuentan como sin techo. Que si el cierre de las colonias psiquiátricas decantó en un aumento más visible de quienes habitan las calles. Que si las personas que pasaron la noche de ayer en un refugio nocturno están en situación de calle o no.

El propio formulario oficial se encargó de cerrar la duda. En la pregunta B2 dice: “¿A qué edad quedaste en situación de calle por primera vez? (ya sea en refugios y/o en intemperie)”.

En una semana, estiman las autoridades, estarán los primeros resultados.