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Entre la opulencia, el lujo y el cine en español: entretelones de los Premios Platino

Por segunda vez consecutiva, los Platino tomaron a Xcaret como su sede; en medio del Caribe, periodistas, celebridades e integrantes de la industria del cine se encuentran y conforman una extraña e inédita comunidad
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12 de mayo de 2019 a las 18:00

Desde la Riviera Maya, México

La escena abre con el mar Caribe chocando contra las piedras de la playa del hotel. Siempre agitadas, siempre cristalinas y con la isla de Cozumel delineada en el horizonte, las aguas de Xcaret son el marco de un entorno más amigable para los baños, aunque también más artificial: una concatenación de playas inventadas, llenas de pájaros, coatíes y lagartos que, de todas maneras, poco tienen que envidiarle al escenario que está más allá de los límites del predio. Es en una de esas orillas artificiales donde, con daiquiris de por medio, un grupo de cuatro periodistas –tres argentinos, un uruguayo– no pueden abstraer la cabeza del Río de la Plata y se explican unos a otros las lógicas de sus medios, el tamaño de las redacciones, los despidos en Clarín, las últimas películas malas que vieron. La charla tiene un tono pausado, sin la aceleración de la ciudad, algo que posiblemente esté impulsado por el calor y la humedad que hay en el aire y también por los tres días de all inclusive que cada uno de ellos tiene encima. Los ecos del periodismo en el sur se cortan, sin embargo, cuando el uruguayo Nicolás Furtado, Lorenzo Ferro (protagonista de El Ángel) y Claudio Rissi (Borges en El Marginal) entran al agua empujándose, chapoteando y cargándose entre risotadas como tres adolescentes ajenos el resto del mundo. Los periodistas se quedan mirando a los tres protagonistas de El Marginal y por un rato disfrutan de esa inédita cercanía. Cualquiera de ellos podría acercarse, calzarse el traje de trabajo y molestarlos con alguna pregunta impertinente, o directamente a conversar. Pero no pasa. No es el momento. Minutos después, vuelven a sus debates, pero ahora con una piña colada por cabeza.

No es que este tipo de escenas sean muy frecuentes, pero en los Premios Platino siempre está la sensación de que en cualquier momento algo así puede suceder. Por segundo año consecutivo, esta premiación a lo mejor del cine iberoamericano eligió a la Riviera Maya como su sede, desperdigando a los periodistas, a las estrellas y a los directivos y agente de las Egeda de todo el mundo –entidades de gestión de derechos audiovisuales; la Egeda española es la encargada de organizar los premios– por tres hoteles de altísimo lujo, ubicados mayoritariamente en las costas del parque Xcaret. En ese sentido, los periodistas no podemos quejarnos: la gran mayoría estamos ubicados en el Hotel Xcaret México, un impresionante complejo de 900 habitaciones –muchas de ellas con vista al mar–, nueve restaurantes, cuatro bares y varias piscinas y canales que lo rodean. Es posible que el costo de las habitaciones sea el ejemplo más claro de qué estamos hablando: la noche puede costar entre US$ 520 y US$ 3300.

Más allá de los lujos caribeños, en esta sexta edición de los Platino es interesante poner el foco en el ecosistema que se forma durante lo que los organizadores llaman “la semana Platino”. De jueves a lunes, periodistas de Iberoamérica confluyen en un solo lugar, y los lazos se tienden entre naciones con la misma rapidez con la que los mexicanos se toman un par de “mezcalitos”. Entre la humedad del Caribe, Variety se encuentra con El tiempo de Colombia, CNN en español almuerza con Europa Press y La Nación se toma algo en la piscina con LATV. Y ahí sucede algo que se repetirá durante todos los días: empiezan a proliferar los rumores sobre las estrellas alojadas en el hotel. Que si el Chino Darín está acá o no, que si la chilena Daniela Vega (Una mujer fantástica) tiene un reservado VIP en una de las casas exclusivas del hotel, que si a los famosos los sacan por una entrada especial, entre otras especulaciones que se hacen realidad, o no.

La diversión tiene un espacio considerable en la semana Platino. Si bien hay tareas laborales que hacer –desayunos de trabajo, conferencias, entrevistas y, claro, la cobertura de la entrega de los premios–, desde la organización hay una preocupación continua por mostrar las bondades de Quintana Roo, el estado de la península de Yucatán en la que se ubica Xcaret. En los últimos años, el narcotráfico, otrora bien afincado en los estados del norte de México, se ha ido afianzando en las selvas y ciudades que hoy cubren la antigua tierra de los mayas, y lugares como Playa del Carmen –a veinte minutos de Xcaret– sufren los primeros coletazos de la guerra de los carteles.

Por eso, la Riviera Maya está intentando que el turismo, su principal alimento, no la abandone y se sienta seguro, y continuamente se crean más y más atracciones para que los visitantes puedan experimentar, al mismo tiempo que se refuerza la seguridad de los hoteles. Como sucede en Orlando, en toda la zona hay diferentes parques temáticos dedicados a la adrenalina, la exploración, los sentidos y la naturaleza, y cada uno de ellos tiene experiencias muy diferentes que complementan la estadía.

Con la seguridad que generan estos entornos, toda la zona sigue siendo un lugar de disfrute y por eso en ella están los Platino otra vez. El buen humor que genera el aire del Caribe se traslada a cada uno de los involucrados, y eso habilita situaciones insólitas, como por ejemplo que en medio de una entrevista el multipremiado actor español Antonio de la Torre –que hizo de Mujica en La noche de 12 años y está nominado por su actuación en El Reino elija contestar todo con un perfecto acento uruguayo, hable del clásico de este domingo entre Nacional y Peñarol y tire frases tan rioplatenses como “por suerte vivo en Sevilla, porque Madrid es un quilombo y así puedo llevar a los gurises al colegio tranquilo”. O que en una fiesta post Cirque du Solei una actriz centroamericana tome un poco de más y empiece a levantarse demasiado el vestido, ante la mirada desesperadas de sus agentes de prensa. O, también, que el cantante Raphael se ponga a hacer bromas sobre su edad y sus éxitos en medio de la conferencia de prensa por el Platino de honor.

Por fuera de estas anécdotas, todo el “ecosistema Platino” cumple una función clara y es legitimar a unos premios que buscan posicionarse como los Oscar iberoamericanos. Con la ayuda de todas las Egedas –incluida la de Uruguay, cuya directiva también llegó hasta Xcaret– y con una preponderancia cada vez mayor en la industria, los Platino apelan a acuerdos multinacionales que les permitan ser partícipes de una conversación internacional de nivel. En la edición 2019 se cerraron dos grandes firmas que, según las autoridades de los premios, van en sintonía con esa búsqueda: un acuerdo con la Organización Mundial del Turismo y otro con la Academia de Hollywood, que le permitirá al ganador del Platino en la sección documental ser automáticamente elegible para la próxima edición de los Oscar, sin tener que pasar por todas las instancias previas.

Raphael en su conferencia de prensa

Con un estilo que en esta zona del mundo se asemeja al que tienen festivales de cine costeros como Cannes o San Sebastián, los Platino persiguen un destino a ensayo y error, pero con la maquinaria cada vez más aceitada. A fin de cuentas, si durante estos días sucedió algo imprevisto nadie se tuvo que haber dado cuenta: es lo que tiene estar en medio del paraíso, viendo pasar los pájaros del Golfo, con el ruido del Caribe de fondo. En todo caso, que le pregunten a Marito Borges, El Ángel Negro y Diosito, que siguen chapoteando y riendo en el agua. 


Así es el complejo donde se entregan los Platino el domingo

Emisión por TV
Los Premios Platino se emitirán internacionalmente a través de TNT. La alfombra roja comienza a las 19 horas de Uruguay y la ceremonia a las 22. En Uruguay los premios se transmitirán también por TV Ciudad, la señal elegida por la organización en nuestro país. 

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