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¿Es el alcohol malo para la salud en cualquier dosis?

Para los más jóvenes, el alcohol representa un factor de riesgo de primer orden
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13 de marzo de 2024 a las 08:48

El consumo de alcohol es un problema grave a nivel mundial. En Europa, por ejemplo, el consumo nocivo de alcohol se sitúa como el tercer principal factor de riesgo de fallecer, con unas 300 000 muertes atribuidas y 125 000 millones de euros de costes anuales.

Se necesitan políticas públicas –apoyadas por la mejor evidencia científica– para confrontar este enorme peaje. Pero abundan el desconcierto y las posturas contradictorias sobre los consejos a bebedores.

Factor de riesgo de primer orden para los jóvenes

Sin duda, para los más jóvenes (hasta los 35-40 años), el alcohol representa claramente un factor de riesgo de primer orden.

Según las encuestas del Plan Nacional de Drogas de España, la cuarta parte de los adolescentes se habían emborrachado al menos una vez en los últimos 30 días. Y todas las principales causas de muerte en jóvenes (suicidio, tráfico, cáncer de mama) aumentan incluso a niveles muy bajos de consumo. Estas personas deberían recibir una recomendación de abstención total. Sin esa radicalidad, no habrá solución.

Una copa de vino al día a partir de los 40, ¿tiene efectos negativos?

Donde sí existen controversias importantes es en los bebedores moderados que ya tienen algo más de 40 años, llevan toda su vida bebiendo una copa de vino en las comidas y no cometen excesos.

Hay muchos estudios epidemiológicos que encuentran, para mayores de 40, beneficios del consumo ligero-moderado, no solo para la prevención cardiovascular sino para mayor longevidad. Pero son solo estudios observacionales, que pueden tener sesgos. Por ejemplo, puede ocurrir que quienes estén más enfermos, precisamente por su enfermedad, se abstengan del alcohol. Por eso, hay quienes apoyan ahora la abstención como la opción más saludable, pues los beneficios observados del alcohol para la salud cardiovascular se considerarían no causales y superados por otros inconvenientes de consumir alcohol relacionados con la salud, incluido el cáncer.

Por otro lado, sólidas voces defienden que una ingesta moderada sería permisible, porque los bebedores moderados de entre 50 y 70 años que evitan consumos en atracón muestran sistemáticamente menor mortalidad, mejor salud cardiovascular y menor riesgo de diabetes que los abstemios en estudios epidemiológicos de alta calidad. El problema es que son estudios que no asignaron una intervención al azar, es decir, no son ensayos aleatorizados.

Una protección aparente podría estar especialmente presente si se adopta un patrón mediterráneo de beber alcohol. Este patrón consiste en una ingesta baja a moderada, en forma de vino tinto, acompañando a las comidas, que se reparta a lo largo de toda la semana y nunca deriva en atracones o borracheras. Los supuestos beneficios antioxidantes y antiinflamatorios del vino tinto apoyarían esta opción.

Pero el alcohol, ¿no es adictivo?

Se añade otro problema: el carácter adictivo del alcohol. Pero ¿podría considerarse ese patrón mediterráneo de consumo como una estrategia de reducción de daños, también aplicada a otras adicciones? El hecho es que falta evidencia científica. Hay que ir más allá de la observación para acometer estudios ambiciosos de intervención y que incluyan asignación al azar, que es lo que suele tener la última palabra científica para verificar relaciones causa-efecto.

Hacer tales ensayos con reparto al azar (“aleatorizados”) requiere una perspectiva completamente agnóstica, con idénticas esperanzas en el consejo de abstención que en beber moderadamente con patrón mediterráneo.

Si nunca ha bebido alcohol, no beba

Por el momento, no estaría de más optar personalmente por lo más seguro. Una primera premisa es jamás iniciarse en la bebida si uno no es consumidor habitual de alcohol. Esto está clarísimo.

También es patente la necesidad de dejar del todo el alcohol si uno no ha cumplido los 40 años. Lo mismo que se debe evitar a toda costa la concentración de copas en el fin de semana.

Quien no pueda dejarlo debería, al menos, reconducirse hacia ese patrón mediterráneo, siempre sin excesos, con la mayor moderación y reservar la bebida solo para acompañar a las comidas. Así, la bebida, preferentemente vino tinto, solo constituirá una parte integrante del patrón alimentario y nunca se usará como droga psicoactiva.

*Este artículo es una versión resumida de uno publicado en The Conversation

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