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Euphoria, lo nuevo de HBO que retrata la oscuridad adolescente

Una ficción que vale la pena ver porque retrata con mucha crudeza la intimidad de la generación centennial
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27 de julio de 2019 a las 05:03

La primera vez que Rue Bennett probó las drogas tenía 10 años, tal vez alguno menos. Estaba acostada en la cama con la cabeza apoyada en el hombro de su padre. Miraban alguna comedia barata en la televisión, cargada de chistes básicos que los hacían reír juntos. En ese momento Rue no lo sabía, pero su padre se estaba muriendo. 

Él, su padre, sí lo sabía. Estaba en un tratamiento agresivo contra un tumor y bajo internación domiciliaria; cuidados paliativos le decían los médicos. Tenía que tomar muchas pastillas para sobrellevar el dolor. A Rue también le dolía, no el cuerpo, como a su padre, pero sí la mente. Desde muy pequeña la habían diagnosticado con un trastorno obsesivo compulsivo, ansiedad y bipolaridad. Entonces había días en que la vida le pesaba, la agotaba, le resultaba insoportable. Ese era uno de esos días.

Cuando se padre se durmió, Rue vio los frascos anaranjados rebosados de pastillas y sencillamente le pareció una buena idea. Ya había visto el efecto que producían. Esa tarde se durmió feliz apoyada en el regazo de su padre, con la fuerza del Vicodin cerrándole los párpados y una sensación que le pareció de otro planeta, como si alguien le estuviera masajeando el cerebro a la vez que le susurraba al oído con voz suave que todo iba a estar bien. Mientras, de fondo, como un sonido blanco, la televisión le contaba chistes básicos.   

Euphoria, la nueva producción de HBO, cuenta esta historia, la de Rue y su vínculo con las drogas, y otras tantas historias de adolescentes iguales a ella. Iguales porque a pesar de verse sanos, exitosos y felices, en el silencio de su soledad y sin los filtros de Instagram, todos están un poco enfermos.  

La serie, que ya tiene confirmada una segunda temporada, llegó a la pantalla como parte de la artillería que la cadena de televisión estadounidense tuvo que salir a exhibir para amortiguar el final de Game of Thrones. ¿Game of Thrones? No, ya no necesitamos esa historia.

El estereotipo reconstruido

Hay muchas razones por las cuales deberías ver Euphoria, pero antes un poco de contexto. La serie es una idea de Sam Levinson, un escritor y director que no es particularmente destacado dentro de la industria, que se inspiró en una ficción israelí. Está producida por el rapero Drake –entre otros– y cuenta con el protagónico estelar de Zendaya (Rue), una exchica Disney que viene acompañando el crecimiento de su propio público con cada nuevo proyecto al que se suma.

Para los que tengan 16 o 17 años, Euphoria es casi una experiencia documental, un retrato íntimo y refinado de la oscuridad adolescente 

En el centro de la trama esta ella, Rue. Y alrededor, una fauna de personajes que están en el pico de su adolescencia. Una adolescencia que no fue como la mía, ni seguramente como la tuya, que estás leyendo esta nota. Porque es una adolescencia sumergida en pleno 2019, donde todos los días las reglas del juego cambian. Rue tiene pocos amigos. Tiene a Jules –un personaje impecable y completamente disruptivo protagonizado por la modelo y activista trans Hunter Schafer–, y muchos compañeros de clase. Cada uno compone a un personaje que, en su capa más superficial, puede parecer un estereotipo aburrido –el popular de brazos fuertes, el drogón sin futuro, la linda de cinturita fina, la gorda tímida, la promiscua enamorada–, pero que en cada capítulo van profundizando en esas identidades (en la búsqueda de ellas, en realidad) hasta que aparece la pregunta. El personaje mira a los ojos al espectador y, tenga la edad que tenga el que esté del otro lado, lanza: ¿vos no estuviste en mi lugar?

Para los que tengan 16 o 17 años, Euphoria es casi una experiencia documental, un retrato íntimo y refinado de la oscuridad adolescente que identifica a la nueva generación que no para de ganar espacios en la cultura popular con la presencia de referentes que van desde Rosalía hasta Billie Eilish. Para el resto de nosotros es un ejercicio constante de empatía por entender cómo funcionan las dinámicas generacionales.

Levinson lo resumió así en una entrevista: “Los jóvenes dirán: ‘Sí, esa es mi vida’. Habrá padres que estarán totalmente preocupados. Puede parecer que rozamos los límites mostrando estas escenas en televisión, pero están ahí porque alguien las ha vivido. Espero que la serie provoque una reflexión y un diálogo”.

En la serie, por lo tanto, aparecen las drogas, la parte divertida y la parte urgente. También está el sexo sin censuras, como exploración y como arma para ejercer la violencia. Está el vínculo innato con las redes sociales e internet, que –por más que les pese a los padres que estén leyendo esto– a los 17 años no tiene nada de saludable. Y por último sobrevuela esa idea constante de la ansiedad por el futuro. Por saber si es posible sobrevivir a los años en el secundario. No es la primera vez que una serie intenta aproximarse a este mundo, pero si es pionera en hacerlo con tanta crudeza. Por trece razones es demasiado edulcorada, Sex Education muy inocente y Skins está demasiado vieja.

El que haga el esfuerzo para ver más allá de su chacra descubrirá una serie fascinante que ayuda a comprender la lógica de una generación que se apropió y disfruta del mundo que quebraron otros. El que no, vuelva a las comedias baratas con chistes básicos como las que miraba Rue tirada en la cama con su padre. Esas abundan en Netflix. 

Cinco personajes destacados

Rue (Zendaya)
De los principales sostenes de toda la serie. Una chica totalmente dañada que encarna el vínculo problemático de los adolescentes y las drogas. Su mirada y relato agudo es lo que va llevando adelante la historia. 

Jules (Hunter Schafer)
Un personaje fresco y novedoso que se aventura en el universo trans desde la mirada de una joven que pasó por diferentes terapias porque se madre siempre creyó que su identidad era una enfermedad.  

Nate (Jacob Elordi)
Debajo del chico carismático y popular se esconde un ser oscuro y violento. La relación con su padre es lo que define a este personaje que no conoce otro camino para solucionar problemas que no sean golpes.

Maddy (Alexa Demie)
Sabe que con su belleza y actitud puede comerse el mundo, pero Maddy también sabe que hay algo que la frena: su clase social. Hija de un hogar fracturado y de inmigrantes, la joven hará lo que sea por pertenecer.

Kat (Barbie Ferreira)
Es un personaje muy interesante porque logra darle una vuelta de tuerca al conflicto de los jóvenes con sus cuerpos. También en ella se concentra gran parte del relato del vínculo con las redes sociales.

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