Con ese gol los azules vencieron 1-0 a Bélgica y esperan rival (sale este miércoles del partido Croacia-Inglaterra) para la cita cumbre el próximo domingo a la hora 12 de Uruguay en el Estadio Luzhnikí de Moscú. Los diablos rojos, en tanto, se tienen que conformar con el encuentro por el tercer puesto, el sábado a las 11 en San Petersburgo.
Francia ganó con una receta futbolística que le cae bien. También la utilizó cuatro días antes frente a Uruguay. Tiro libre de Griezmann y cabezazo del otro defensor, Raphael Varane para ganarle a la que hasta entonces era una de las defensas más seguras del Mundial. Después, el tiro de Griezmann y el error de Fernando Muslera terminaron de definir el marcador.
Este martes empezó bien Bélgica. Con Eden Hazard apareciendo por la izquierda y la compañía de Kevin De Bruyne, el conjunto del español Martínez tuvo ocasiones para abrir el marcador. Un remate desviado de Hazard y una muy buena tapada de Lloris frente a Alderweireld le pusieron color rojo a los primeros 20 minutos de juego. Lo que le faltó fue una mayor presencia en el área de Lukaku, esta vez bien controlado.
Luego Mbappé empezó a meterse en el partido y Francia se fue arriba. Con la imponente presencia de Matuidi en el mediocampo (es un infierno todo lo que mete) y con la movilidad de Griezmann, Les Bleus abrieron la defensa belga. Y así como en el área de enfrente faltó Lukaku, en esta falló Giroud, un centrodelantero tan metedor como torpe.
En el arranque del segundo tiempo llegó el gol francés. El desarrollo cambió porque Bélgica se fue arriba y dejó espacios que el equipo de Deschamps no pudo aprovechar de contragolpe.
La entrada de Mertens le dio mayor profundidad a los diablos rojos, que contaron un cabezazo de Fellaini que se perdió apenas afuera y otro remate del mismo jugador desde afuera del área que atajó Lloris. Francia aguantó con las manos de su arquero, con la solidez de sus defensores y se metió en la final de Rusia.
En el segundo tiempo el partido se puso a pedir de Mbappé. Con espacios, el delantero es desequilibrante; generó ocasiones y en el tramo final se excedió con los lujos, pizarreó como le llaman en el campito. Recibió una amarilla y Vertonghen le dio un golpecito.
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