Gobierno argentino cierra filas en respaldo a Amado Boudou

Boudou es un político que rompe récords en su país: pasó de ser el primer vicepresidente en ejercicio en estar investigado por la justicia a ser el primero en ese cargo que deberá declarar en voz alta ante los magistrados. Cuando se conoció la última noticia, el jueves por la tarde, comenzó a circular una vez más el rumor de su posible retiro o al menos pedido de licencia para no entorpecer la labor de los expertos, y al mismo tiempo no manchar la imagen de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero ayer de mañana Capitanich se encargó de desmentir una vez más estas teorías. “Desde el punto de vista institucional, existe estabilidad en el cargo” , confirmó el vocero en su rueda de prensa diaria. Con eso dio el espaldarazo que se necesitaba, pues hasta el momento habían surgido voces de apoyo de figuras del kirchnerismo pero no había habido un pronunciamiento oficial.

Capitanich comentó asimismo que en las filas oficialistas “existe presunción de inocencia” en torno al vice y reiteró aquel conocido principio de que “toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

El caso por el que Boudou fue procesado en agosto es la falsificación de documento público en la compra de un automóvil importado con documentación que tenía datos falsos. La acción había sido iniciada en 2010 por Daniela Andriuolo, exesposa de Boudou, que le reclamó una suma por un Honda CRX Del Sol que había comprado el ahora vicepresidente cuando ya estaba separado pero mucho antes de terminar el divorcio en 1998, y que usaba su novia Agustina Seguín.

Se trata de un delito menor cuya sanción puede ser de uno a seis años de cárcel, algo improbable que se concrete debido al funcionamiento irregular de la justicia en Argentina. Pero en todo caso, vuelve a poner en el escenario de la sospecha a una figura que ya se ha manchado lo suficiente desde que Fernández lo eligió como su segundo, en 2011.

Resulta que Boudou es además investigado por supuesto abuso de poderes y tráfico de influencias en el rescate de la imprenta exCiccone, que estaba por fundirse y resurgió gracias a su intermediación cuando era ministro de Economía. De este caso surgen también sospechas de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero.

Ayer Capitanich aseguró que en las elecciones presidenciales de octubre de 2015 se va a discutir sobre las propuestas de los candidatos, “por lo tanto, este tema no debe tener ninguna injerencia respecto al tenor de la campaña política”. Pero todos coinciden en que sí la tendrá. De hecho, el innegable peso de la futura comparecencia del vicepresidente a un juicio oral es lo que se asegura que hizo que el kirchnerismo se decidiera a cerrar filas en torno a él, para evitar que lo peor suceda. O, al menos, para lograr que pase luego de los comicios.

De aquí el cambio en la actitud del gobierno, que hasta ahora se mostraba indiferente hacia un vicepresidente que ya no ocupa el lugar de la mandataria cuando esta no está, y prueba de esto es que en las pasadas semanas fue Capitanich el que sustituyó a Fernández cuando ella estuvo ausente por reposo médico.

“Algo empieza a inquietar a Cristina. ¿Qué pasará si Boudou es condenado? ¿Acto seguido no dejará expuesta a la presidenta?”, consideró en una columna de opinión el periodista argentino Christian Sanz. “El vice actuó hasta ahora como una suerte de dique de contención, atrayendo aquellas miradas que suelen incomodar a la jefa de Estado. Si este no estuviera, la luz del sol apuntaría ahora a la propia mandataria”, remató.

El golpe a Fernández podría ser doble. En la Justicia, como plantea Sanz, o en la política, como sugieren otros como Fernando Gonzalez, director periodístico de El Cronista. A su entender, el golpe al kirchnerismo en las urnas es prácticamente inevitable. “Para los que quieren sobrevivir políticamente, el fantasma de Boudou declarando ante la Justicia en tiempo de elecciones es un augurio de derrota segura. A Daniel Scioli, a Miguel Pichetto o a Florencio Randazzo la decisión que tomó el juez les complica soberanamente los planes. No pueden atacarlo y tampoco quieren defenderlo. Qué difícil es la vida del kirchnerista crítico”, redactó.

El otro enemigo: la Justicia

El vocero del gobierno argentino también dejó claro que su equipo se mantiene en una de sus tradicionales batallas, la que libra contra la Justicia de su país. En este sentido, Capitanich acusó que hay “una estrategia de carácter judicial y mediática de hostigamiento a funcionarios del gobierno, desde causas que se inventan hasta otras que carecen por completo de fundamento”.

El juez que pidió el proceso oral, Claudio Bonadio, es el mismo que investiga supuestas irregularidades en una empresa en la que Cristina Fernández es accionista. La semana pasada el profesional fue sancionado por el Consejo de la Magistratura con una rebaja del 30% de su salario por demorar causas antiguas, algo que es cierto que hizo, pero en lo que hay coincidencia respecto a la falta de gravedad real.

En este otro capítulo que pone al poder frente a la Justicia, la mandataria tampoco está dispuesta a perder. “La principal razón que advertiría Fernández para seguir respaldando a Boudou en su cargo sería su convicción personal de que no hacerlo constituiría una derrota ante las imaginarias corporaciones que ella dice combatir”, respaldó Fernando Laborda en un artículo en La Nación.