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Josefina Alzaga: madre emprendedora, a la espera de su décimo hijo

Apasionada de las relaciones públicas y experta en eventos sociales, Josefina Alzaga lleva una vida ajetreada como emprendedora. La directora de Feria Máxima nos cuenta las aventuras, los desafíos y la felicidad de una vida en multitud
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11 de mayo de 2019 a las 05:00

[Por Lucía Rodríguez]
[Fotos Lucía Carriquiry]

Son casi las doce del mediodía cuando llego a su casa y Josefina abre la puerta con una gran sonrisa. Me recibe ilusionada y lista para comenzar la entrevista. Durante una hora, Josefina Alzaga (42) me cuenta sobre sus proyectos, su camino como emprendedora, los aprendizajes de pertenecer a una familia numerosa, cómo educa a sus hijos y la emoción que le genera su décimo embarazo.

Espacio para todos

Su madre era ama de casa y su padre se dedicó al campo, lo que los llevó a vivir siempre a merced de las demandas laborales. Viviendo entre Argentina y Uruguay, la familia de Josfina se aventuraba a cambios constantes. Fue en ese trajín que a ella le tocó nacer en Mercedes, un pueblo chico en la provincia de Corrientes. “Somos ocho hermanos y soy la única que nació en Argentina”, aclara. Josefina es la quinta de ocho hermanos, y si bien son muy unidos hoy están distribuidos por doquier: algunos viven en Punta del Este, otros en Tucumán y unos pocos en Montevideo.

A pesar de haber nacido en una ciudad con pocos habitantes, a Josefina siempre le interesaron las relaciones públicas. Posiblemente su personalidad sociable se debió a la dinámica de su hogar, al que todos llamaban “la casa del pueblo”, ya que siempre había invitados. “Mi casa estaba constantemente llena de gente. Recuerdo un día que anuncié que venían mis amigas a comer, y Diego, mi hermano, ya le había dicho a sus amigos para hacer un asado. Se sumó que mis padres avisaron que también tenían invitados esa noche y decidieron hacerlo igual. Vinieron todos: algunos se acomodaron en el estar, otros en el parrillero y en el living. Eso era lo que nos daba ese clima familiar, todo se vivía como una fiesta. Mis padres fomentaban mucho que tratáramos de hacer actividades en casa. Hasta el día de hoy, no sé de dónde sacaban la fuerza para recibir a tantos invitados. Vivir en familia fue de las cosas que más disfruté de mi infancia”, dice. Cuenta que la Navidad eran otro gran espectáculo en su casa. Las risas, el humor y el cariño tomaban gran dimensión en la atmósfera de Nochebuena. A pesar de que por temas económicos y laborales tuvieron que  mudarse muchas veces, recuerda su infancia con mucha estima y cargada de recuerdos felices.

Desde los 14 años se vinculó a las relaciones públicas, que desde pequeña entendía como su pasión. Ya de grande –al  momento de incursionar en una carrera– , se interesó en estudiar negocios internacionales, aunque admite que comenzó los cursos sin hallarse entre tantos textos académicos. Finalmente resolvió estudiar comunicación, y comenzó a trabajar en radio Del Sol, donde se desenvolvió como periodista durante siete años. Sus ansias de perfeccionarse profesionalmente y enriquecer sus conocimientos no cesaron, por lo que unos años después complementó su carrera cursando Marketing en la ORT.

Manos a la obra

De pequeña se mostró confiada cuando afirmó que ansiaba trabajar. Al principio su meta era poder contribuir en casa y luego pasó a buscar solventar sus propios gastos. Su primer ingreso económico fue vendiendo productos de catálogo, y obtuvo una gran satisfacción cuando pudo ayudar con las cuentas del hogar. Su primer trabajo formal, en cambio, fue con 19 años cuando empezó a trabajar en la rario. Se dedicaba principalmente a cubrir notas de móviles. “Me sentía como pez en el agua. Percibía que mi trabajo se valorizaba. Siempre me sentí reconocida en las tareas que realizaba dentro y fuera de la radio. Poder aplicar los conocimientos teóricos de la carrera en mi trabajo fue algo que me enriqueció mucho”.

Lo que el pasado dejó

Ya avanzada la entrevista me percaté de la música de fondo: eran sonidos calmos con letras dedicadas a Dios. Y luego de algunas alusiones a la importancia de la religión en su vida, me decidí a preguntarle por su fe. Me comentó que en su hogar natal la religión católica estaba presente, pero no tomaba el lugar que hoy merece en la educación de sus hijos. Entre risas admite que en su infancia era ella quien tenía la participación más activa en las actividades de la iglesia. De joven asistía a charlas de formación y cursos vinculados a la fe, y hoy continúa por ese camino, que la lleva a entender su familia como una bendición.

Máximas para la vida

En el año 2002, a partir de la organización de un evento junto a Editorial Atlántida (conocida en Argentina por editar Para Ti y Revista Gente), se encontró con un desafío profesional interesante. Existía un nicho de mercado de un público ABC1 al que era muy difícil de llegar, y notaron que a través de la moda era factible de alcanzar. Ese trabajo le resultó una herramienta muy valiosa de aprendizaje y fue entonces cuando decidió emprender.

En 2005 llevó a cabo la primera Feria Máxima, un espacio de diseño que ofrece lo último en tendencias, vanguardia e innovación, orientada a mujeres jóvenes y adultas. El crecimiento fue a pasos agigantados. A mitad de camino se cruzó con Natalia Carril, su actual socia, con quien se siente en total sinergia para trabajar.

En un principio las ediciones se marcaban en función del cambio de estación y paulatinamente empezaron a sumar más proyectos en Montevideo y en el este. En 2019, tienen planificadas seis ediciones anuales y están en vías de internacionalizar la apuesta.

Con el rol que ocupan los niños en la vida de la emprendedora, era inevitable que los más chicos tuvieran su espacio en Feria Máxima. Cuenta que este año lanzaron Máxima Petit, un espacio dedicado a los más mimados de la casa. Entusiasmada, agrega que esta nueva propuesta se llevará a cabo en junio en el hotel Hyatt, en paralelo a la feria tradicional en Kibón.

Lo que importa

La decisión de tener muchos hijos siempre fue un deseo compartido con su marido. Principalmente porque al pertenecer a una familia grande, el número no generaba pánico. Tienen cinco varones y pronto serán también cinco las nenas. Admite el costo económico que trae consigo la decisión, pero lo lleva con optimismo. “Uno propone y Dios dispone”, repite como un mantra.

Como pilares básicos para organizar su familia, Josefina menciona la importancia del tiempo dedicado a cada hijo y mantener la paciencia. “Mi mamá formó una familia grande y unida. Mi padre trabajaba en el campo, estaba mucho tiempo afuera y ella estaba bastante sola. Pasaban cosas y ella no tenía a su compañero para compartirlas. Ahora que me tocó a mí tener hijos, y que los más grandes están entrando en la adolescencia, me doy cuenta de lo difícil que habrá sido para ella lidiar con todo sola”, dice. La energía y la alegría de su madre son  características que remarca y las contempla como grandes aprendizajes para volcar en su rol como mamá.

Le pregunto cuál es su pasión y me contesta con voz calma, sin titubear: “Me encanta pasar tiempo en familia”. El concepto de unión tiene mucho peso dentro su vida, y lo usa como carta de presentación. “Me gusta lo que me toca vivir hoy como madre, mujer y trabajadora. Agradezco todos los días estar ocupando este lugar”.

Admite que las peleas entre sus hijos existen, pero son mínimas en comparación con la inmensidad del cariño que se tienen.

Es cierto que no hay una fórmula perfecta para educar a los hijos, pero Josefina insiste en saber diferenciar los tiempos de cada uno, tener en cuenta sus edades y su personalidad. Menciona que los límites son la clave para mantener la calma y desempeñar de la mejor manera posible el rol de padres. “La adolescencia es la etapa más difícil de la crianza. Hay que educar pensando bien dónde están el sí y el no. Pensar más en los sí, que en los no. Porque los no, si se quedan con ganas, los fortalecen. En cambio los sí, a veces, puede ser una metida de pata. Los adolescentes te cuestionan todo y en un momento determinado los padres pasan a ser los peores enemigos. Nosotros somos conscientes de que es un estado puntual y no es que lo sientan. No es fácil llevarlos”, dice con sinceridad.

Para ella, el gran beneficio de ser una familia numerosa es ver cómo los hermanos se desenvuelven dentro del hogar. Al ser tantos, la importancia de compartir, tener paciencia, saber priorizar las necesidades de los otros, les resulta natural. “Tratamos de transmitirles a ellos que ayudar tiene que ser una alegría, aunque cueste. Que te cueste no es nada malo, a todos nos cuesta hacer cosas, pero el producto final vale”.

Rutina familiar

La mesa del desayuno se deja pronta desde la noche anterior (la planificación es clave en una familia numerosa) ya que todos llevan una rutina diferente: algunos comienzan el día a las seis de la mañana, otros alrededor de las siete, y los últimos a las ocho, cuando los más pequeños se van al jardín. Existen dos momentos claves que están ligados directamente con su familia: la cena y el momento dedicado a la oración. Comenta con firmeza que el momento de la cena es casi sagrado. Es cuando los once se ponen al día, comparten sus mejores historias y sus tristezas. Además, comenta, el momento de la oración es igual de importante para todos y es cuando aprovechan para estar juntos.

Acompañada ahora de su hijo más chico, Juan (3), me cuenta que está embarazada de su décimo hijo –la quinta nena- y que está orgullosa de la familia que formó junto a su esposo. “Como madre de muchos hijos les recomiendo a otras mujeres que formen su propia familia según el camino que cada una escoja, y que sepan llevar su vida con la mayor felicidad. Ser madre es divino, es el producto de un amor muy grande. Es ser un equipo”. 

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