Ricardo Peirano

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Hombre mirando al Oriente

El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, hizo foco en la necesidad de mejorar resultados de Uruguay en pruebas PISA
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25 de marzo de 2018 a las 05:00
Esta semana nos visitó Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, y habló mucho de educación. Por de pronto tuvo un mano a mano con Diego Lugano a raíz del cual le prometió que buscará fondos en organismos internacionales para destinar al fútbol uruguayo si el ex capitán de la selección logra que Uruguay mejore un 20% su calificación en las próximas pruebas PISA.

La verdad ello será probablemente el partido más difícil que le tocará jugar al recientemente retirado futbolista, y en arenas que no conoce bien pero en las que ha decidido incursionar. De hecho, Yong Kim le propuso a Lugano trabajar en el equipo del BM para entusiasmar a niños y jóvenes a no abandonar los estudios y concientizar a los padres de su importancia. De lo que logre dependerán varias cosas y no solo los fondos para el "carente" fútbol uruguayo, como lo califica Lugano una y otra vez, sino también una verdadera mejora de la educación.

Pero el presidente del BM, originario de Corea del Sur, uno de los países que en cuatro décadas saltó de la pobreza al desarrollo, vino con una idea clara que quería transmitir por activa y por pasiva: la necesidad de invertir en capital humano y el hecho de que ello exige "una transformación radical del sistema escolar". Reconoció lo que es un fenómeno mundial –la desaparición del empleo muscular- y dijo que ello va a afectar también a Uruguay.

Y, con inusitada franqueza, señaló que Uruguay había mejorado en la reducción de la pobreza, en el fortalecimiento del sector privado y en la distribución de la riqueza, pero que quedaba algo muy importante por hacer que motivaba su presencia en nuestro país. "El motivo de mi visita al Uruguay es decirles que ha llegado el momento de dar un paso más: invertir en las personas". Algo muy distinto que gastar más en educación.

Porque si bien postuló un aumento del gasto en educación también subrayó y muy claramente la necesidad de mejorar el sistema educativo. Puso el ejemplo de Vietnam, que seguramente no debe generar antipatías en la mayor parte de la izquierda ni en los gremios docentes. Allí, dijo, se destinó el famoso y mítico 6% del PIB a la educación, lo que debe haber generado alegría en los corazones de los que luchan por esta meta, pero enseguida señaló que Vietnam obtuvo en las pruebas PISA de 2015 resultados similares a los de Alemania, lo que debe haber sido un balde de agua fría para quienes piden el 6% pero sin contrapartida alguna y quienes menosprecian las pruebas PISA como una trampa capitalista.

Pero no le falta razón a Yong Kim. Lo importante es el capital humano. Obviamente que ello requiere recursos, pero también requiere un cambio "radical" del sistema escolar. Y quienes piden los recursos alegremente son los que no están dispuestos a realizar ese cambio radical. Y cuando el presidente Vázquez puso al frente del proyecto del "cambio radical" a dos personas competentes, calificadas y dispuestas para llevarlo a cabo (Fernando Filgueira como subsecretario de Educación y Juan Pedro Mir como Director General del Ministerio) se encontraron con la oposición frontal de los gremios docentes, con la oposición solapada del Codicen y en especial de su presidente Wilson Netto, y con la falta de apoyo de la Ministra de Educación María Julia Muñoz cuando las papas quemaban.

Se quemaron las papas pero todos salvaron la ropa y mantuvieron el statu quo, excepto Filgueira y Mir que, con una dignidad notable, se fueron del ministerio con la cabeza en alto y el aplauso de los ciudadanos dignos de este país. Y de ahí pudieron comenzar ese agente de cambio fantástico que es la Fundación Eduy21, y que va a dejar mucha huella en la educación uruguaya.

Por todo esto es difícil lo que propone el presidente del BM. Difícil pero no imposible si hay voluntad política de llevarlo a cabo. Acuerdo sobre lo que hay que hacer no falta. Yo lo hubo en los primeros días de la presidencia de José Mujica cuando se desgañitaba diciendo "educación, educación, educación". Ocho años después estamos igual o peor pero no por falta de acuerdo en lo que hay que hacer sino por falta de voluntad política en pagar los costos de hacerlo. No lo hizo Mujica y tampoco Vázquez. Una década perdida.

Es una generación más que no estará capacitada para ingresar al mercado laboral. Y ahora con el tema de la inteligencia artificial que roba puestos de trabajo a la vuelta de la esquina.

La causa de la educación no admite la menor demora. Lo viene diciendo mucha gente en este país. Ahora también lo dice el presidente del Banco Mundial. ¿Seguirá el gobierno mirando para el costado? Y el próximo ¿lo mismo? Tal vez sea necesario que Lugano tranque fuerte con tal de lograr fondos para el "alicaído" fútbol uruguayo y ponga el prestigio de los jugadores de la selección al servicio de la causa educativa. Sería una buena causa y quizá mueva voluntades políticas, hoy muy temerosas.

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