Tiene 22 años y aparenta más. No por su estampa, sino por la madurez con la que habla y se expresa. Es Salvador Ichazo, elegido el mejor arquero del Uruguayo 2013-2014. El mismo que se vino de San José con 12 años convocado por Jorge González y Diego Perrone de Danubio.
Danilo, su padre, fue golero en River y en San José, dos clubes maragatos y fue el que le pidió que fuera arquero. “De chico no me gustaba jugar en el arco, entonces jugaba medio partido allí y la otra mitad, en cualquier otro lado de la cancha. Mi padre fue el que insistió en que atajara porque me veía condiciones”.
Su ídolo y referente en el puesto era José Luis Chilavert “por lo que transmitía, su seriedad, lo que atajaba, los goles y la responsabilidad”.
El primer partido que jugó en Danubio fue en Séptima y le ganaron 17-1 a Rampla. Sus compañeros estaban felices y él, amargado. El entrenador le dijo que esos encuentros era en los que debía estar más atento.
Por eso no se olvida de lo que significó Carlos Arias como entrenador de arqueros en su vida. “Te enseña mucho, le llega a los jóvenes que a veces, es muy difícil”, explica.
Debutó en Primera ante Progreso. Terminó con cuatro goles adentro (4-1). “Me fui muy enojado. Al otro día no se me había ido la calentura. Mi novia, como siempre, me bancó”, recuerda.
En 2013, Danubio contrató a Juan Castillo y debió esperar en el banco. “Esperaba la revancha y se me dio de la mejor manera. La realidad superó toda la expecativa”, afirma.
Claro que esa revancha se dio en la finalísima ante Wanderers. “Si uno cuenta una película y termina de esa manera, no lo creés. Con ellos defendiendo como defendían, teníamos un hombre de menos, pensaba que se nos iba el campeonato. En un momento subí a cabecear cuando perdíamos 2-1 en el alargue, no tenía noción del tiempo. Y entonces vino esa jugada en la que atajé el mano a mano a (Kevin) Ramírez y enseguida, el gol de Camilo (Mayada)”, explicó.
Salvador tenía claro que “quería que llegaran los penales cuanto antes”. Y entonces apareció en todo su esplendor. Atajó cuatro de seis. ¡Cuatro! “El Pipa (Rodríguez, entrenador de arqueros) me embromaba que él había atajado cuatro seguidos en una definición”. Claro que no fue por definir qué club ganaría el Uruguayo.
Este año fue muy especial para la familia Ichazo. Salvador perdió a su sobrino Gregorio, de 14 años, quien falleció de leucemia y él le había prometido a su hermano que al menos “iba a poder darle esa pequeña alegría de ganar el campeonato. Y se la pude dar”.
“Le decíamos Lolo y era un niño muy alegre. En cada penal le pedía: ‘Ayudame, Lolo’. Me sentía con una paz que nunca había sentido. Él me ayudó, sin dudas”, dice emocionado.
De las selecciones nacionales, recuerda su debut con la sub 15. “Cuando vi las camisetas, no tenía idea que iban a llevar el apellido. Me emocioné mucho”, cuenta. Y agrega: “Con la mayor, soñás todos los días. En casa, en el entrenamiento, en todos lados. Espero que algún día se pueda dar”. l
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