Mientras en la república hermana del Uruguay pasan cosas que deben reverse y mejorarse, observamos desde la Argentina, que Julio María Sanguinetti del Partido Colorado y José “Pepe” Mujica del Frente Amplio publicaron un libro juntos “Conversaciones sin ruido entre Sanguinetti y Mujica”. Con anterioridad habíamos presenciado televisivamente que ambos funcionarios políticos, súper enfrentados en sus posturas ideológicas, se dieron un abrazo cuando dejaron sus bancas en el parlamento uruguayo. Cuenta el ex presidente uruguayo, Sanguinetti, que no existen en general consensos entre él y el “Pepe” Mujica, “que tienen historias muy distintas, que piensan muy distinto, pero que comparten hoy un sentimiento fundamental que es un consenso sobre las reglas de juego que permite la convivencia”, por eso pueden y eligen convivir, ser “colegas amistosos”, “convivir bajo el principio de una democracia, de la paz internacional y del sistema de derecho”.
Pudimos observar también la imagen de unidad, cuando se alistó para asumir el elegido presidente de Brasil, Luis Inácio Lula de Silva, y viajaron al país carioca, el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou del Partido Nacional, Julio María Sanguinetti del Partido Colorado de la misma Coalición Multicolor y José “Pepe” Mujica del opositor Frente Amplio, y pudieron y eligieron nuevamente convivir. En aquel momento Lacalle Pou manifestó que lo ocurrido era “algo que habla bien del país que todos queremos… ya que engloba a distintas generaciones, distintas etapas y distintas ideologías en la nación que le ha tocado gobernar”.
Dentro de la Coalición Multicolor de gobierno, Uruguay tiene un partido que no se auto percibe de derecha ni de izquierda, sino artiguista, llamado Cabildo Abierto, que obtuvo 11% de los votos en las internas, y que fue fundado y liderado por un militar retirado Guido Manini Ríos; y este partido, que dentro del espectro ideológico uruguayo representa a la ultra derecha, afortunadamente para los uruguayos, fue “encapsulado” dentro de una coalición política con vocación republicana, y su líder no reventó a piñas a un muñeco con la cara del ex presidente Sanguinetti ni insulta sin piedad a toda la dirigencia política uruguaya que no es de ultra derecha.
En Uruguay no existe la posibilidad de una reelección inmediata, sino que un presidente puede ser reelegido habiendo mediado al menos una gestión, es decir 5 años, y aunque puede triunfar el mismo partido o coalición, el que preside se va y deja la posta a otro funcionario, propio o ajeno, y así se materializa la sucesión o alternancia en el poder.
En Uruguay ejerce el cargo de ministra de Economía y Finanzas, Azucena María Arbeleche desde el día que asumió el nuevo gobierno de Lacalle Pou, el 1 de marzo de 2020 y continúa en sus funciones la misma ministra de Economía y Finanzas.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) en Uruguay el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de marzo de 2023 fue de 0,90%, el IPC del primer trimestre del año 2023 es de 3,50%, y el interanual de 7,33%.
Cruzamos el Río de la Plata, y la culpa de todos los males (que son muchísimos) durante los tres años y medio de gestión del Frente de Todos de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner (CFK) la tienen la pandemia, la guerra, la sequía y Mauricio Macri del Partido Pro, que gobernó desde 2015 a 2019 dentro de la coalición Cambiemos. Y CFK ya sabía que sería tan culpable Macri al gobernar, que se negó con anticipación a entregarle la banda presidencial cuando éste fuera presidente. Y Mauricio Macri, luego de gobernar (mal) escribió dos libros para contarnos lo logrado y no logrado en su “Primer Tiempo”, y para relatarnos posteriormente sobre “ese misterioso camino hacia la felicidad”. Cristina Fernández de Kirchner, también escribió un libro, “Sinceramente”, y nos cuenta como “hicieron y siguen haciendo todo lo posible (en referencia a la oposición) para destruirla, que creyeron que terminarían abatiéndola, y que es claro que no la conocen”.
Cuando ganó la presidencia Lula da Silva, el presidente Alberto Fernández viajó con su canciller Santiago Cafiero y la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, y el kirchnerismo con el cual convive bajo constantes insolencias, no asistió.
Dentro del universo Pro, se tildan entre ellos de traicioneros, estafadores o tibios; los radicales se han enfrentado casi a las piñas para dirimir sus internas partidarias. En Juntos por el Cambio todos quieren ser presidente y conspiran unos contra otros en una competencia harto mezquina. Mientras tanto, en el oficialista Frente de Todos, la vicepresidenta y su núcleo duro “nacional y popular”, burlan y tratan con desprecio al presidente, al cual han llamado engendro, enfermo, ciego, sordo, ocupa y mequetrefe.
En Argentina existe la posibilidad de reelección inmediata de un mismo candidato, por eso Alberto Fernández podría serlo, aunque tenga una imagen súper negativa, pero recientemente nos contó por twitter en un video musicalizado que no se presentará en la interna del Frente de Todos y que va a luchar para que la derecha (los que lo apoyan en el Congreso mientras los suyos lo insultan) nunca más retorne. Dentro del frente oficialista, varios quieren ser presidente, pero no saben cómo manifestarlo con cordura, luego de tres años y medio de una gestión pésima. Y repiten que tiene que volver Cristina, cuando Cristina es quien gobierna aquí, antes y ahora en esta Argentina detonada.
En Argentina existe un partido de ultra derecha, Libertad Avanza, liderado por un pre candidato a presidente, Javier Milei, que según varias encuestadoras de opinión cuenta con un significativo apoyo electoral, y que no ha podido ser contenido en una coalición con vocación republicana, y que sí le pegó a un muñeco con la cara del ex presidente Raúl Alfonsín hasta destruirlo en mil pedazos y nos contó esa anécdota un montón de veces riéndose por televisión, y sí insulta sin piedad a toda la dirigencia política argentina que no es de ultra derecha.
En Argentina tuvimos un ministro de Economía, Martín Guzmán, que juró serlo en 2019 cuando asumió el nuevo Frente de Todos, pero el 2 de julio de 2022, abandonó su cargo, renunciando a través de twitter, porque al kirchernismo no le gustaba cuando él recomendaba reducir el gasto público para así contener la inflación. Y entonces desembarcó Silvina Batakis en la cartera económica, por tan solo 24 días. El último mes de la gestión Guzmán nos marcó según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) una inflación de 7,4%, y el último y único mes de la gestión Batakis una inflación de 7,1%.
Tras estas escandalosas cifras de inflación mensual, nos informaron desde el gobierno, que desde comienzos de agosto de 2022 el ministerio de Economía sería conducido por Sergio Massa, co-fundador del Frente de Todos. Así, Massa pasó a conducir la cartera económica, y como se trataba de un funcionario público que mantiene históricamente estrechos vínculos con el establishment económico, nos contaban que sería nuestro “súper ministro”, que iba a salvarnos de caer en una posible hiperinflación.
Luego de ocho meses de gestión massista, observamos como el IPC medido por el Indec, para el mes de marzo de 2023 alcanzó el 7,7%, el IPC del primer trimestre de 2023 marcó 20,3% y el interanual 104,3%. Al mismo tiempo, los datos colocan a la Argentina como el país con inflación más alta para el mes de marzo de 2023 a nivel regional.
Con frecuencia “todo tiene que ver con todo”, como nos repite la actual vicepresidenta argentina, condenada en primera instancia por el delito de administración fraudulenta contra el Estado cuando fuera presidenta.
Sandra Choroszczucha - Politóloga y Profesora de la Universidad de Buenos Aires - www.sandrach.com.ar