Por Martín Viggiano
Tuvo que venir un argentino con su concurso privado, para que en el mundo vitícola uruguayo se le empiece a dar corte a lo que piensan los consumidores jóvenes. En la inmensa mayoría de los casos, las bodegas y empresas del rubro apuntan a un público adulto, formado, con un nivel socioeconómico medio alto y alto, lo cual, desde el punto de vista comercial es coherente y hasta razonable. Sin embargo, no deja de tener razón el periodista Daniel López Roca, creador del concurso “Vinos Sub 30”, cuando dice que si las bodegas dejan afuera a los consumidores jóvenes, llegará el día que se queden sin clientes porque se les van a morir todos.
La semana pasada, este argentino trajo a Montevideo uno de sus negocios, que tiene más de diez ediciones del otro lado del charco, desembarcó en España y ahora además mira a Brasil. Consiste en convocar a bodegas locales para que presenten muestras de sus vinos -y paguen por ello- para obtener el juicio de un jurado honorario de 30 personas menores de 30 años. Lo curioso allí, además de la edad de los críticos, es que la mayoría es amateur, o mejor dicho, muy pocos tienen formación en la industria.
De esta primera edición en Montevideo participaron 25 bodegas, las cuales inscribieron casi 80 muestras. Menos de la mitad (32) recibieron una medalla, lo cual implica que para el paladar de los jurados esos vinos merecen 90 puntos o más.
El resultado de este concurso privado, más allá del reconocimiento al producto de las bodegas que recibieron distinción, debería ser un aprendizaje para el sector. Entre otras enseñanzas, quedó claro que al consumidor joven uruguayo le gusta prácticamente el mismo vino que luego es elegido por ese consumidor estereotipado (adulto, formado, con plata). Basta con ver los resultados.
López Roca contó en la intimidad del concurso que al principio, cuando arrancó con el concurso en su país, las bodegas mandaban muestras de vinos baratos, entendiendo que los jóvenes consumidores de vino gastan menos. Sin embargo, aclaró, pudo comprobar en estos años que incluso los menores de 30 años muestran una disposición a gastar más por una botella de calidad incluso en comparación al público objetivo (adulto, formado, con plata).
En definitiva, en un país donde el consumo de vino fino de manera responsable no crece, y abre paso a los excesos que plantean otras bebidas entre los jóvenes, la experiencia debería servir para tomar… apunte.
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