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Juana Viale volvió a Uruguay con "La sangre de los árboles"

La obra, ahora en Sala Verdi, trata la posible hermandad entre dos mujeres y la trasciende
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03 de febrero de 2016 a las 05:00

En la calle, los brazos de las actrices Juana Viale y Victoria Céspedes se pegan, el de una contra el de la otra, y ambas hablan sin que se genere ningún silencio incómodo, sin que el intercambio deje de suceder. Sobre el escenario de la Sala Verdi, sin embargo, su amistad muta en forma vertiginosa, aunque siempre manteniendo la estrechez.

Con la dirección y la dramaturgia del chileno Luis Barrales, La sangre de los árboles volvió a Uruguay para convertir a Viale y Céspedes en Leonor y Manuela, respectivamente. Una es una bióloga y la otra una traductora. Ambas aguardan los resultados de una prueba de ADN que revelará si son o no hermanas.

La obra, que estará hasta el domingo 7 y luego realizará una gira por el interior del país, toma esa incertidumbre como catalizador de otras posibilidades. De potenciales hermanas que especulan cómo cambiará su relación si el nexo se confirma, Leonor y Manuela pasan a ser una pareja lesbiana que proyecta un futuro en común. De dos mujeres que se pelean y traicionan sin piedad, se transforman en madre e hija, planteándose un antaño que nunca sucedió.

Según relata Viale, el proyecto surgió como una inquietud compartida: la necesidad de interpretar un texto contemporáneo para dos mujeres. "Después de siete u ocho horas de una clase magistral nos surgieron las ganas de hacer algo juntas. Estuvimos buscando textos durante cinco meses hasta que encontramos uno que nos gustó. Un amigo nuestro, chileno, nos dijo que llamáramos a Barrales. Nos juntamos con él y a la semana nos dijo que no iba a dirigir nada que no fuese escrito por él. Ahí nos embarcamos los tres en este proyecto", agrega.

La obra, gestada en el curso de nueve meses, comenzó como un trabajo de experimentación e investigación a base de improvisaciones. "(Barrales) nos proponía ejercicios que podían ser imaginativos, ficcionados o mezclados con experiencias nuestras. A partir de lo que pasaba en los ensayos, él escribía. La temática en sí fue surgiendo en el proceso creativo, de nosotras mismas, dos mujeres. Y así se marcaron diferentes temas universales. De relaciones, de filiación", señala Céspedes.

El resultado final son transiciones imperceptibles pero poderosas entre esas distintas posibilidades, entre los futuros, presentes y pasados de ambas. Así, los cambios no aparecen como instantáneas, diapositivas o escenas, sino que fluyen como la sangre a la que alude el título, con una destreza narrativa y una ductilidad actoral que no muestra costura alguna.

"La obra no tiene un esquema", señala Viale. "No es explicable, no es una obra para relatar. Es una obra más de experiencia, hay que transitarla", agrega. Según complementa Céspedes, "es una obra que implica cambios a nivel de personaje de escena a escena. Radicalmente, sin un proceso psicológico. En una escena podemos ser hermanas, en la otra no lo somos y en la próxima podemos estar enemistadas. Pasa de un estado a otro muy rápido, y a nivel actoral es un desafío importante".

Sin embargo, para Viale, con una trayectoria mayoritariamente de cine y televisión, el reto no solo se instaló sobre las tablas. "Lo más gustoso fue que no fuese un personaje creado sino "de creación". Fue un desafío romper todo tipo de barreras y de estructuras, no solo como actrices sino como productoras, porque toda la obra la hicimos nosotras. Era pensar como actrices, en qué tenemos que dar y recibir del director, pero al mismo tiempo doblegarse y pensar en cuestiones prácticas, como buscar teatros o salas de ensayos".

Los juegos de identidades que se experimentan dentro y fuera de las tablas también se proyectan en la escenografía minimalista. Despojado, el escenario incluye una pantalla blanca, una mesa luminosa y un par de sillas que producen reflejos y sombras casi surrealistas. En uno de los flancos, la presencia de la chelista Ángela Acuña sale de la lógica del mero acompañamiento para callar o hacer énfasis en los momentos claves, como si fuese una palabra o un sentimiento más.

Entre chistes, reproches y llantos, lo que queda es lo que ambas construyen: un universo en el que la pregunta inicial, si son hermanas o no, deja de tener importancia. El lazo entre ambas, a pocos segundos de que termine la obra, se torna más visceral que sanguíneo: no importa que el nexo corra por la sangre. Son las decisiones, las proyecciones, las que importan. La familia que se elige.

Fechas en el interior del país:

11 de febrero 2016 - Teatro M. Young, Fray Bentos, 21 hrs.

12 de febrero 2016 - Teatro Larrañaga, Salto, 21 hrs.

13 de febrero 2016 – Teatro Atenas de Young, Paysandú, 21 hrs.

18 de febrero 2016 – Teatro Artigas, Trinidad, 21 hrs.

19 de febrero 2016 – Teatro 28 de febrero, Mercedes, 21 hrs.

20 de febrero 2016 – Sala Lacan - Guazú Museo, Dolores, 21 hrs.

21 de febrero 2016 – Teatro Bastión del Carmen, Colonia, 21 hrs.

25 de febrero 2016 – Teatro Politeama, Canelones, 21 hrs.

26 de febrero 2016– Casino, Florida, 21 hrs.



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