La computadora que calculó en 1972 que la humanidad colapsaría en 2040

No obstante, el “boom” del consumo y la expansión industrial trajeron consigo las primeras señales de alerta. El mundo se transformaba con una rapidez nunca vista y surgieron entonces las primeras preocupaciones sobre la sustentabilidad a largo plazo del crecimiento y la capacidad del planeta para soportar el ritmo de la actividad humana.

En este contexto, cuatro estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) utilizaron el sistema original World1 desarrollado por el ingeniero en informática Jay Wright Forrester (1918-2016), considerado el padre de la dinámica de sistemas, para crear un modelo matemático al que denominaron World3. El objetivo: predecir cómo el mundo podría sostener su crecimiento teniendo en cuenta los recursos finitos del planeta.

El encargo provino del Club de Roma, el laboratorio de ideas fundado en 1968 por científicos, economistas, políticos, funcionarios de la burocracia internacional e industriales de medio centenar de países para debatir los problemas a los que se enfrentaba el mundo. La misión del foro era buscar "soluciones holísticas a problemas globales complejos y promover iniciativas y acciones políticas que permitieran a la humanidad salir de múltiples emergencias planetarias".

Forrester, también integrante del Club de Roma, es reconocido como el fundador de la dinámica de sistemas, una disciplina que se ocupa de simular interacciones entre objetos en sistemas dinámicos y que se aplica para trazar proyecciones, incluso en las ciencias sociales. Basado en el Word1, el Word3 interrelacionó una multitud de variables, como población mundial, crecimiento industrial, producción de alimentos, contaminación y recursos disponibles.

Cargada su base de datos, el resultado no ofrecía una visión optimista del mundo del mañana. El modelo matemático estimó que, si la población y la industria seguían expandiéndose al ritmo de la época, el colapso mundial llegaría en 2040. El programa consideraba al mundo como un sistema y proporcionaba una suerte de "visita electrónica guiada" del comportamiento de la humanidad desde 1900 para sobre esa base prever hacia dónde la llevaría ese comportamiento.

Las conclusiones del estudio quedaron plasmadas en 1972, poco antes que estallara la primera crisis del petróleo, en el libro Los límites del crecimiento. La autora principal del informe, en el que colaboraron 17 especialistas, fue Donella Meadows, biofísica y científica ambiental especializada en dinámica de sistemas.

El texto, que tuvo desde entonces cuatro actualizaciones, se convirtió en uno de los libros sobre medio ambiente más vendidos de todos los tiempos y tuvo una amplia repercusión al ser adoptado en el mismo año de su aparición como insumo principal de la Declaración de Estocolmo, un acuerdo que nacía luego de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en la capital sueca en junio de 1972.

Según una revisión realizada en 2018 por el prestigioso sitio en línea Science Alert dedicado a publicar investigaciones científicas, descubrimientos y resultados, Los límites del crecimiento fue " el trabajo académico más innovador de la década de 1970".

Como sucede en todo modelo de simulación, la fiabilidad de las predicciones se inscribe en el complejo mundo de las probabilidades. En definitiva, si se trata de conocer posibles escenarios futuros, fechas aproximadas y las reacciones del medio ambiente y la sociedad, todo depende de la posibilidad de incluir todos los factores necesarios para reducir la incertidumbre. Al decir de los resultados, el Word3 hizo su tarea con bastante precisión.

En uno de sus hitos centrales, el estudio predijo un pico de contaminación global para 2020. Era entonces cuando se suponía que la calidad de vida empezaría a descender drásticamente. La difusión del estudio tuvo también su cuota de dramatismo. Poco después de su aparición, la Australian Broadcasting Corporation (ABC) resumió el trabajo: "Hacia 2020, el estado del planeta se volverá muy crítico. Si no hacemos nada al respecto, la calidad de vida bajará a cero. La contaminación llegará a ser tan grave que empezará a matar gente, lo que a su vez provocará la disminución de la población, inferior a la que había en 1900. En ese momento, hacia 2040 o 2050, la vida civilizada tal y como la conocemos en este planeta dejará de existir".

El informe de la cadena de televisión alertaba a su audiencia que las conclusiones “no pretenden ser una previsión exacta”. Sin embargo, daba en el clavo al subrayar la importancia del estudio: por primera vez en la historia de la humanidad se abordaba al mundo como un sistema. "Demuestra que la Tierra no puede sostener la población actual y el crecimiento industrial durante mucho más tiempo que unas pocas décadas", apuntaba la cobertura.

La catástrofe planetaria no ocurrió y la resiliencia del planeta fue mayor a la esperada. No obstante, muchas de las predicciones anticiparon el escenario actual. En ocasión de la presentación de los resultados, Alexander King, líder del Club de Roma en ese momento, señaló que mundo se encaminaba a un “nuevo orden” en el que las naciones-estado perderían su soberanía y en el que las corporaciones tomarían el control.

"La soberanía de las naciones ya no es absoluta", dijo King. "Hay una disminución gradual de la soberanía, poco a poco. Esto ocurrirá incluso en las grandes naciones", agregó el químico, académico, ambientalista, científico y fundador también del Club de Roma.

A pesar de haber sido una de las primeras alertas a nivel planetario sobre la degradación medioambiental y precursor al instalar el concepto de sustentabilidad, Los límites del crecimiento fue objeto de fuertes críticas. Algunos afirmaron que el libro sobrestimaba el agotamiento de los recursos y subestimaba la capacidad de la tecnología para resolver los problemas del medio ambiente.

"En nuestra opinión, Los límites del crecimiento es una obra vacía y engañosa", escribió The New York Times en 1972. "Su imponente aparato de tecnología informática y jerga de sistemas parte de supuestos, los agita y saca conclusiones arbitrarias que suenan a ciencia".

Sin embargo, a cinco décadas de su publicación, el modelo predictivo ideado por Forrester y completado por los alumnos del MIT demostró, a pesar de sus detractores, que muchas de las estimaciones de ese modelo pionero no eran tan inexactas. Hoy, según la Organización Mundial de la Salud, nueve de cada diez personas en todo el mundo respiran aire con altos niveles de contaminación y se calcula que 7 millones de muertes al año pueden atribuirse a la contaminación.

En la actualidad, los problemas expuestos en 1972 en Los límites del crecimiento siguen agravándose. El cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, la “triple crisis planetaria” según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, esperan soluciones urgentes en un mundo cada vez más tensionado por las disputas geopolíticas y la carrera por apoderarse de los recursos naturales.

Acertado o no en muchas de sus predicciones, no quedan dudas que las conclusiones del modelo tuvieron un mérito indudable: pusieron sobre la mesa el debate sobre la sustentabilidad y el desarrollo humano. Tampoco quedan dudas, más allá de las controversias que rodearon su publicación, que Los límites de desarrollo contribuyó a concientizar sobre la necesidad de abordar el agotamiento de los recursos naturales y la calidad de vida en el planeta.