Balcón del Hotel Aramaya, en el Centro de Montevideo.

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La falta de habilitación del Aramaya, el rol de la IM y la opinión de las beneficiarias

Resolución invalida“habilitación comercial” que la propia comuna había otorgado
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22 de octubre de 2022 a las 05:04

La resolución 0149/2022, emitida en enero de este año por la Intendencia de Montevideo le asigna a la comuna los “poderes de policía” en todo lo relativo a habilitaciones y registros. La misma resolución indica que la vigencia de cualquier habilitación comercial solo se producirá cuando se hayan obtenido las demas autorizaciones exigidas por otras dependencias. 

Esta resolución le quita toda validez a la habilitación que la propia intendencia le había extendido para funcionar en junio de 2017 al Hotel Aramaya, lugar donde el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) alojaba a mujeres con niños hasta este lunes cuando en un incendio murió una mujer de 31 años. 

Se trataba de una “habilitación comercial para funcionar como hotel” por los siguientes seis años. Allí mismo se aclaraba que solo sería válida si el local lograba contar, entre otros, con la  habilitación de la Dirección Nacional de Bomberos (DNB) y el Servicio de Instalaciones Mecánicas y Eléctricas (SIME). 

Según la documentación a la que accedió El Observador, desde el año 2011 el hotel intentó contar una decena de veces, siempre sin éxito, con el aval de Bomberos. Fuentes de la comuna habían señalado esta semana que el último pedido estaba “en trámite”. Sin embargo, Bomberos canceló el pedido en marzo de este año, ya que el hotel no cumplió los requerimientos correspondientes. En los registros de esa repartición no hay constancia de un pedido posterior. 

Esta y otras carencias fueron certificadas por la propia intendencia en la última inspección que realizó al hotel, el 14 de junio de este año. El acta elaborada allí constató la carencia tanto de habilitación de Bomberos como de las verificaciones de SIME en ascensores y tanques de agua. La inspección constató además que todos los extintores tenían la carga vencida. La IM intimó al hotel a presentar la documentación en los siguientes cinco días pero no hubo novedades al respecto. Otras observaciones pasaron por la  planilla de trabajo y carnés de salud del personal, que no fueron presentados al momento de la inspección. 

Punto de quiebre

El año 2017 también marcó la fecha en que el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) comenzó a alquilar algunas de las 85 habitaciones del edificio para ubicar allí a mujeres con hijos que no tenían vivienda o que bien habían sido víctimas de violencia de género. Fue también un momento de quiebre en el estado general del local. 

Así se lo dijo a El Observador Carlos Etcheverry, que desde hacía varios años vivía allí, pagando mensualmente un cuarto. “Se empezó a deteriorar la calidad de vida”, afirmó.
Música a cualquier hora del día, niños jugando al fútbol en los pasillos y la presencia constante de la policía –que custodiaba a muchas mujeres que se alojaban allí por violencia de género– pasaron a ser la norma. 

Todo eso en el marco de una falta de mantenimiento progresiva por parte de los propietarios que, según Etcheverry, “le tomaron el gustito a la facturación” y que derivó en “presiones” para que los huéspedes se fueran para así hacer lugar para más beneficiarios del Mides, que el año pasado llegaron a ser más de 200 personas. 

Según sus testimonios, los dueños llegaron a desafectar el comedor del quinto piso y los cuartos de servicio –donde tradicionalmente se guardaba la ropa de cama y los insumos– para crear así diez nuevas habitaciones.

Para agosto, dice Etcheverry, quedaban pocos huéspedes. Él se terminó yendo en agosto de 2021, luego de “haber dormido en la plaza” más de una noche por la situación insostenible. Se fue pagando $ 12.000 por mes que, según dice, era menos de lo que el hotel le cobraba a los beneficiario del Mides. 

Los otros

A partir del incendio y de la muerte de la mujer de 31 años, el Mides comenzó un relevamiento del estado de los otros cuatro hoteles en los que alquila habitaciones para sus beneficiarios y a los que fueron derivadas gran parte de las 92 mujeres y niños que vivían en el lugar afectado.  Micaela es una joven dominicana que hace seis meses vive con sus dos niños pequeños en el Hotel Metro, ubicado a escasas dos cuadras del Mides y que parece la contracara del Aramaya.

 Micaela estuvo a punto de ser derivada allí, y le agradece al destino y también al ministerio por la atención. “No tengo nada de que quejarme, es todo impecable”, asegura.  El jueves, dice, se ajustaron todos los mecanismos de prevención y seguridad y se recargaron los bomberitos. Remarca que el hotel está en muy buenas condiciones. Hay sí algunos detalles: por motivos de seguridad, no puede tener jarras eléctricas, estufas o elementos similares en la habitación. Todo se regula de manera central.  

Otra Micaela vivió un semestre en el Aramaya, hasta que fue derivada al Hotel Mediterráneo, a la vuelta del Ministerio de Economía.  Consultada por El Observador, señala las diferencias entre ambos, “desde la misma puerta”. 

Incluso este jueves hubo un simulacro con bloqueo para prevenir incendios. Todos los pisos tienen extintores en vigencia, afirma. Las cañerías son todas nuevas. Como su tocaya, destaca el servicio que reciben por parte del personal del hotel, que las asiste en todas las situaciones. Morena vivió hasta hace dos semanas en el Aramaya. Le tocó ser derivada al Claridge.

Casualmente, cerca de otro ministerio, el de Interior. “El Aramaya era lo peor de todos”, dice convencida. “Una se sentía bien, hasta que salió y conoció otra cosa. La verdad, estaba muy mal”.  Alejandra fue la que marcó la diferencia. Dice haber estado un hora con su bebé en un balcón del sexto piso del Aramaya, hasta que fue rescatada por Bomberos.  La mandaron al Kolping, en bulevar Artigas y Colorado. “Cuando llegué, casi me muero”, dice. Según contó, se encontró con una “reja gigante” en la ventana de la habitación. 

Afirma haber visto un bomberito en su piso, pero desconoce si estaba vigente o si alcanzaría para extinguir un incendio en su cuarto. Alejandra dijo además desconocer si había más elementos de ese tipo en otra parte del hotel. Todas fueron a marchar en recuerdo de Mónica, la señora fallecida en el Aramaya. Ninguna tiene claro quién la convocó o por qué motivo. Lo que sí dicen saber es que no fue en protesta. Ni contra el gobierno ni contra nadie. Fue, coinciden, en honor a una como ellas. Una mujer y una madre. 
 

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